¿Extraterrestre o cometa?

"Lo mejor está por venir", el 3I/ATLAS es extraterrestre según este científico de Harvard que cree que la NASA se equivoca

Las recientes observaciones del objeto 3I/ATLAS a trescientos millones de kilómetros revelan una aceleración y una estructura tan anómalas que los expertos barajan si se trata de un cometa natural o del uso de propulsores de origen tecnológico

"Lo mejor está por venir", el 3I/ATLAS es extraterrestre según este científico de Harvard que cree que la NASA se equivoca
"Lo mejor está por venir", el 3I/ATLAS es extraterrestre según este científico de Harvard que cree que la NASA se equivocaP. Craggs

El enigma que sobrevuela al objeto interestelar 3I/ATLAS se ha intensificado de manera drástica en las últimas semanas, desafiando las explicaciones convencionales que solemos aplicar a los cuerpos que transitan nuestro sistema solar. Las imágenes obtenidas a finales de noviembre de 2025 muestran un cuerpo que, si bien mantiene los rasgos clásicos de un cometa —con su coma brillante y una cola que se extiende por cinco millones de kilómetros—, exhibe una peculiaridad que ha dejado perplejos a los astrónomos: una anticola que apunta directamente hacia el Sol. Lo que ocurre a 300 millones de kilómetros de nosotros ha dejado de ser una simple observación astronómica para convertirse en un debate sobre si estamos ante materia inerte o ante un artefacto diseñado.

En este sentido, las matemáticas parecen rebelarse contra la hipótesis de un origen natural. Si este visitante fuese un cometa estándar compuesto de hielo y polvo, la física elemental dicta que debería haber perdido miles de millones de toneladas de masa para justificar su comportamiento cinético actual. Sin embargo, los instrumentos han registrado una aceleración no gravitacional de diez desviaciones estándar cerca de su perihelio el pasado octubre. Esta anomalía es una pieza que no encaja en el puzle de la sublimación natural, sugiriendo que hay fuerzas en juego que escapan a los modelos tradicionales de evaporación.

A este respecto, resuena con una contundencia inusual la postura del físico de Harvard, quien asegura tajantemente que "lo mejor está por venir", tal y como se desprende de los análisis recogidos por Avi Loeb. El científico utiliza esta cita no como un eslogan, sino como base argumental para defender que 3I/ATLAS es de origen alienígena, sosteniendo que la magnitud de esa anticola transporta un flujo de momento capaz de penetrar el viento solar, una hazaña harto sospechosa para una simple roca. Para el experto, la evidencia visual y cinética abre la puerta a que estemos ante una sonda o nave interestelar.

La alternativa de los motores tecnológicos

De hecho, las dudas razonables que plantea la teoría de la artificialidad cobran mucha fuerza al intentar explicar la propulsión del objeto sin recurrir a la magia. La hipótesis tecnológica sugiere el uso de propulsores, ya sean químicos o iónicos, lo cual justificaría esa extraña aceleración con una pérdida de masa entre dos y cuatro órdenes de magnitud menor que la requerida por la naturaleza. Estaríamos hablando de una tecnología subyacente operando en la oscuridad, una explicación que, aunque inquietante, se ajusta con mayor precisión a los datos observados que la evaporación de un cuerpo helado.

Por otro lado, la comunidad científica mundial aguarda con impaciencia el próximo 19 de diciembre de 2025, una fecha que promete ser decisiva en la historia de la astronomía moderna. Ese día, el objeto realizará su paso más cercano a nuestro planeta, situándose a una distancia mínima de 269 millones de kilómetros. Será en ese instante crítico cuando telescopios de gran potencia, como el Hubble y el James Webb, dirijan sus lentes hacia este viajero silencioso para determinar, mediante precisas mediciones espectroscópicas, si estamos solos o si alguien nos está visitando.

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