Agujeros negros
¿Qué ocurre si te 'disparan' un agujero negro en miniatura? Poca gente se lo ha preguntado, pero este científico tiene la respuesta
El físico Robert Scherrer ha analizado matemáticamente las consecuencias de que un agujero negro microscópico atraviese el cuerpo humano, concluyendo que el daño principal no sería gravitatorio, sino una onda de choque similar a la de una pequeña herida de bala
Las probabilidades matemáticas de que un ser humano se cruce en la trayectoria de un agujero negro primordial son tan infinitesimales que rozan lo imposible. Se estima que una coincidencia de tal calibre sucedería apenas una vez cada trillón de años, o incluso cada quintillón, dependiendo del modelo cosmológico que consultemos. De hecho, si el objeto fuese lo suficientemente diminuto, podría atravesar nuestro cuerpo de lado a lado sin que nos diéramos cuenta, convirtiéndonos en testigos mudos de un evento que desafía nuestra comprensión cotidiana de la realidad.
En realidad, y contra todo pronóstico apocalíptico, la física que gobierna estos encuentros hipotéticos tiene más similitudes con la balística forense que con las películas de ciencia ficción. El físico Robert Scherrer se ha tomado la molestia de echar cuentas para averiguar qué pasaría si este escenario se materializase. Sus conclusiones son tajantes: lejos de sufrir una desintegración instantánea, el efecto sería comparable al de una herida de bala convencional. Si nos topásemos con un agujero negro de unos 100.000 millones de toneladas, el daño recibido sería paradójicamente inferior al que causaría un proyectil del calibre 5,6 milímetros.
Por su parte, la explicación técnica de este fenómeno reside en la interacción del objeto con la materia orgánica. Al penetrar en la carne, el agujero negro no actuaría como una aspiradora cósmica, sino que generaría una onda de choque supersónica debido a su rapidísima expansión. Este mecanismo puramente físico es el que provocaría las lesiones, dejando en un segundo plano la temida atracción gravitatoria que solemos asociar a estos devoradores de estrellas.
De este modo, para que la situación pasase de una simple curiosidad médica a una urgencia vital, la masa del objeto tendría que ser mucho mayor. Tal y como detallan en un informe reciente publicado por Science Alert, el verdadero umbral de peligro se sitúa en los 140.000 millones de toneladas. Solo con esa masa, comprimida en un radio de 0,4 picómetros —un tamaño totalmente invisible al ojo humano y menor que un átomo—, las lesiones comenzarían a ser importantes y verdaderamente preocupantes para la supervivencia del sujeto.
Diferencias entre gravedad y balística
Asimismo, es crucial entender que en estas escalas microscópicas la física se comporta de manera contraintuitiva. Para que las fuerzas de marea —esa gravedad diferencial capaz de estirar y desgarrar tejidos— fuesen la causa principal de la muerte, el agujero negro necesitaría tener una masa descomunal de al menos 7 billones de toneladas. Por debajo de esa cifra, la gravedad no sería la causante del destrozo biológico, desmontando así el mito popular de que cualquier contacto con estos entes implica ser absorbido irremediablemente hacia la nada. Esta reevaluación constante de los modelos físicos no se limita al espacio profundo, ya que estudios recientes confirman que incluso el núcleo de la Tierra es más complejo de lo que pensábamos, recordándonos que la naturaleza guarda secretos tanto en lo macroscópico como en nuestro propio planeta.
Finalmente, conviene recordar que toda esta discusión teórica se basa en la existencia de los agujeros negros primordiales, unos objetos que por ahora solo existen en las pizarras de los físicos. Estos cuerpos celestes son candidatos hipotéticos a explicar la composición de la materia oscura, esa sustancia invisible que permea el universo. Aunque no los hemos observado directamente, saber que un encuentro con ellos no resultaría necesariamente fatal añade una capa de fascinación a estos misterios del cosmos.