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Rusia despliega después de 10 años de obras su submarino del "día del Juicio Final", una obra de ingeniería para plantar cara al mundo

Tras una década de construcción bajo el más absoluto secreto, Rusia ya está probando en Severodvinsk el temible submarino Khabarovsk, una plataforma de 136 metros diseñada para lanzar los drones nucleares Poseidón y provocar tsunamis radiactivos

Rusia despliega después de 10 años de obras su submarino del "día del Juicio Final", una obra de ingeniería para plantar cara al mundo
Rusia despliega después de 10 años de obras su submarino del "día del Juicio Final", una obra de ingeniería para plantar cara al mundoMaxar

Las alarmas han saltado en los despachos de inteligencia naval de medio mundo tras confirmarse que Rusia ha movido ficha de manera contundente. Desde los gélidos astilleros de Severodvinsk, la Armada del Kremlin ha iniciado la fase de pruebas en mar abierto del submarino Khabarovsk, una bestia de acero que no ha sido concebida para la guerra convencional, sino para redefinir el concepto de disuasión. No estamos hablando de una simple actualización de la flota, sino de la culminación de una década de trabajos bajo el más absoluto y estricto secreto para crear una plataforma con un propósito tan específico como aterrador. Por ello, es conocido como el "Submarino del Juicio Final". No solo porque sea un arma efectiva, sino porque su poder de disuasión y capacidad de estar sumergido le permite

En lo relativo a sus especificaciones técnicas, las dimensiones de este coloso imponen respeto incluso sobre el papel. Con una eslora de 136 metros y un desplazamiento que oscila alrededor de las 10.000 toneladas, el Khabarovsk parte de la base de la clase Borei-A, aunque ha sufrido una cirugía mayor en su estructura. Los ingenieros rusos han aplicado modificaciones profundas para adaptar el casco a su nueva y letal carga, convirtiéndolo en una obra de ingeniería naval compleja que poco tiene que ver con los sumergibles de ataque tradicionales que patrullan nuestros océanos.

Sin embargo, lo que realmente quita el sueño a los estrategas occidentales es lo que este buque esconde en sus entrañas. El submarino transporta seis torpedos Poseidón, unos drones subacuáticos de propulsión nuclear y alcance teóricamente ilimitado capaces de portar cabezas de dos megatones. Tal y como señalan desde la empresa de satélites Maxar, el verdadero peligro de estas armas radica en su capacidad para generar tsunamis radiactivos que podrían borrar del mapa y contaminar vastas zonas costeras enemigas. Esta capacidad de devastación asegura una zona de exclusión inhabitable tras el impacto, cambiando las reglas del juego bélico.

Un desafío directo a Washington

Por su parte, la entrada en escena de este sistema de armas plantea un dilema de seguridad nacional de primer orden en el Despacho Oval. La capacidad del Khabarovsk para operar desde las aguas seguras del Ártico, protegidas por el bastión militar ruso, permite a Moscú lanzar ataques devastadores sin necesidad de acercarse al litoral de sus adversarios. Esta ventaja táctica supone un reto mayúsculo para la administración del presidente Donald Trump, ya que la intercepción de estos torpedos autónomos es, a día de hoy, una tarea titánica para los sistemas de defensa estadounidenses, otorgando al Kremlin una posición de fuerza considerable.

Finalmente, cabe destacar que este gigante no es un "pony de un solo truco" limitado exclusivamente al apocalipsis nuclear. Su diseño le permite una operatividad híbrida, ya que está perfectamente equipado con misiles antibuque, proyectiles de ataque a tierra y torpedos convencionales para conflictos asimétricos. Siguiendo la estela del RFS Belgorod y anticipando la llegada del futuro Ulyanovsk, Rusia está consolidando una flota especializada que promete ser una amenaza constante y multidimensional para la estabilidad naval en los próximos años.