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¿Por qué deberías dejar WhatsApp e irte a Signal?

Después de que la aplicación de mensajería por excelencia anunciase cambios en su política de privacidad, la segunda ha recibido a más de 40 millones de personas en tan sólo unos días

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El mensaje era corto, pero efectivo: “Usa Signal”. Con tan sólo estas dos palabras, Elon Musk provocó una avalancha digital sin precedentes. Aunque lo más probable es que los 42,6 millones de seguidores que acumula en Twitter no siguieran su consejo a rajatabla, un buen puñado de ellos sí lo hicieron. Y corrieron la voz, dejando atrás sus perfiles en WhatsApp. Hasta tal punto que la nueva aplicación de mensajería pasó, en tan sólo una semana, de 10 a 50 millones de usuarios. Algo parecido a lo que también experimentó Telegram durante esos días. Lo que está claro es que estas estratosféricas cifras no obedecen únicamente al tuit del director general de SpaceX, el trasfondo es mucho mayor.

Todo comenzó el pasado 7 de enero, cuando WhatsApp anunció un cambio en su política de privacidad que no caló demasiado bien entre sus adeptos. En concreto, les obligaba a distribuir sus datos personales con su propietaria Facebook si querían seguir usando la aplicación. Y, además, lo hizo con un plazo límite: el 8 de febrero. Desde ese momento, millones de avisos comenzaron a llegar a los dispositivos de todo el mundo, avisándoles de tales novedades. Según la compañía, el objetivo era recopilar la información necesaria “para operar, proporcionar, mejorar, entender, respaldar y promocionar” sus servicios. Entre los contenidos difundidos se corresponderían, por ejemplo, el número de teléfono, la ubicación del dispositivo, la agenda de contactos y los estados.

La reacción fue tan negativa y la desbandada tan desproporcionada que la empresa se vio obligada a recular, aplazando la aceptación de sus nuevas condiciones hasta el 15 de mayo. “La app ya ha asegurado que nada va a ser publicado en la red social. Entonces, ¿por qué este cambio? Básicamente, porque quieren unificar la actividad generada por una persona en ambas plataformas para después ofrecerle productos específicos y, así, aumentar sus ingresos por publicidad”, explica Mónica Rodríguez, abogada experta en internet. “Ahora bien, eso no quiere decir que vayan a tener acceso a nuestras conversaciones, pues éstas se encuentran encriptadas”. Tal y como ha explicado el gigante tecnológico, la debatida actualización pretende facilitar que los ciudadanos no europeos puedan realizar transacciones comerciales a través de ella. Por lo que este cambio, a priori, no afectaría a los europeos.

De esta forma, todo parece indicar que la gran polémica se debe a una incorrecta interpretación de sus palabras. Así lo han manifestado sus dueños en un comunicado: “Ni WhatsApp ni Facebook pueden ver esos mensajes privados. Por esta razón, no mantenemos registros de los contactos a quienes se llama o se escribe. Tampoco podemos ver las ubicaciones ni compartimos tus contactos”. Al respecto, Rodríguez subraya que resulta importante estudiar los términos que aceptamos a la hora de descargar una aplicación, pero también que en este caso no hay que temer por nuestra privacidad. “Durante el último año, se ha hablado mucho de una supuesta censura por parte de WhatsApp. Sobre todo, cuando la compañía decidió limitar el número de reenvíos para frenar la propagación de fake news relacionadas con la pandemia de COVID-19. En el caso que nos ocupa actualmente, podemos estar más tranquilos”.

Quizá, la noticia tomó tales dimensiones por el momento en el que se dio a conocer: coincidió con la suspensión de las cuentas de Donald Trump en varias redes sociales, algo que transmitió a la gente una falsa idea de control y veto. Cosa que, posteriormente, se ha demostrado que no es así. Sin embargo, el daño ya estaba hecho y millones de personas abandonaron sus servicios para repartirse entre Signal y Telegram. “La buena noticia es que empezamos a valorar más nuestro derecho a la privacidad y nos planteamos qué uso hacen de nuestros datos”, apunta Sara Rodríguez, experta en social media. “Parece que la imagen del todopoderoso va ir desvaneciéndose poco a poco, precisamente, por el aumento de la oferta de aplicaciones de mensajería. Es verdad que todas ellas cuentan con sus pros y sus contras, pero esa competencia siempre termina beneficiando al consumidor”.

La segunda división

Signal es una de esas aplicaciones de segunda división que, por su calidad y sencillez, ha ido escalando puestos hasta competir con las más punteras. Es la opción de los inconformistas y los recelosos, así como de los que buscan alternativas más seguras. De hecho, es una de las más queridas entre los usuarios más avanzados ya que ofrece la máxima privacidad, haciendo casi imposible que otros puedan interceptar sus comunicaciones. No obstante, su fama aumentó en 2015, cuando el consultor tecnológico Edward Snowden aseguró que era la app que utilizaba a diario. Un año más tarde, tras la llegada de Trump al poder, sus descargas comenzaron a dispararse por su compromiso con la lucha contra la censura y el espionaje gubernamental.

¿Qué la hace tan diferente? En primer lugar, utiliza un protocolo de cifrado de extremo a extremo llamado Open Whispers Systems para todas las comunicaciones, lo que quiere decir que los mensajes salen del móvil ya cifrados y sólo se descifran cuando llegan al terminal del receptor. De esta manera, si alguien los captura por el camino, no podrá leerlos. Y, en segundo lugar, su código es abierto y está subido a Github. Esto quiere decir que estamos ante un programa con un funcionamiento transparente y que cualquier desarrollador puede analizar en busca de errores. Lo que le da aún más garantías.