Meteorología

Tecnologías para controlar el clima

Frío, lluvias, viento… ¿hay alguna forma de controlarlos?

¿Existen tecnología para controlar el clima?
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Desde hace siglos, el ser humano ha buscado formas de controlar la meteorología. Más allá de coincidencias puntuales, la realidad es que hasta hace muy poco ejercer un control sobre ciertos factores meteorológicos era imposible. La pregunta entonces es: ¿existen tecnologías para controlar el clima?

Vamos por partes. El clima y el tiempo son diferentes (el tiempo tiene que ver con las condiciones meteorológicas del momento y el clima es a lo largo de un periodo). De este modo los científicos apuntan primero a intentar controlar el tiempo más que el clima de una región. Esto es factible en algunos casos, pero en otros es imposible. Por ejemplo, controlar el viento. Básicamente este es aire en movimiento y se genera cuando el Sol calienta una parte de la atmósfera de manera diferente a otra. Esto provoca diferencias de presión: menos presión donde hace más calor. Así el aire intenta moverse de una zona de alta presión a una de baja presión, y este movimiento es el viento. Para intentar reducirlo sería necesario coordinar acciones diferentes en regiones distantes, como por ejemplo contar con superficies que absorbieran el calor, para evitar que la atmósfera se caliente… un imposible.

El frío y el calor, por su parte, responden a ciclos planetarios en los que mejor no meter baza porque cuando lo hacemos (léase cambio climático) rompemos el equilibrio. Lo que sí sería posible, según algunos experimentos, sería influir en las precipitaciones y hasta en las nevadas. Y uno de estos ejemplos es muy reciente y nos llega desde China.

Para la inauguración de los Juegos Olímpicos de Beijing, en 2008, el gobierno chino lanzó más de mil cohetes para liberar yoduro de plata sobre el cielo de la ciudad con el objetivo de despejar las nubes de tormenta y garantizar que el evento no se viera empañado por el agua. El gigante asiático tiene el sistema de siembra de nubes más grande del mundo; creen que aumenta la cantidad de lluvia en varias regiones áridas donde se desea lluvia. Incluso hay conflictos políticos provocados por regiones vecinas que se acusan mutuamente de “robar la lluvia” mediante la siembra de nubes.

La Administración Meteorológica de China quiere influir en las precipitaciones y la nieve en 960.000 kilómetros cuadrados, casi el doble de la superficie de España. Para ello se han gastado más de 150 millones de euros. La idea es que ciertas sustancias, como el yoduro de plata, podría reducir la temperatura de las nubes y acelerar el proceso de condensación. La teoría indica que este método debería funcionar, pero los experimentos realizados hasta la fecha dejan algunas dudas.

Primero, no vale sembrar con yoduro de plata cualquier nube. Las que mejor resultado han dado hasta la fecha son las nubes orográficas (aquellas que pasan de una zona baja a una de mayor elevación). En 2017 Sarah Tessendorf, del Instituto Nacional de Investigación Atmosférica de Estados Unidos, realizó un experimento en nubes orográficas: sembró durante varios días este tipo de nubes con yoduro de plata. Después de menos de 30 minutos de sembrarlas produjeron un total, en tres días de experimento de agua suficiente para llenar 282 piscinas de tamaño olímpico.

Parece mucho, pero la realidad, según los datos de Tessendorf, es que representa apenas un aumento del 10% del total. Habrá que buscar mejores alternativas.