Tecnología militar
China crea una pintura que podría hacer a los aviones casi invisibles al radar
La combinación de grafeno y sílice reúne una absorción extrema de radar con ligereza, flexibilidad y una resistencia extraordinaria al calor y a las condiciones más adversas.
En la carrera por el dominio aeroespacial, el sigilo o la capacidad furtiva (stealth en inglés) es un atributo crucial. Hacer que un avión sea "invisible" para los radares enemigos es una ventaja táctica incalculable. Sin embargo, durante décadas, esta capacidad ha tenido un coste: materiales frágiles, mantenimiento extenuante y compromisos en el diseño. Un estudio reciente, publicado en Advanced Materials, anuncia un salto tecnológico que podría redefinir las reglas del juego: una nueva pintura o "metasuperficie" basada en grafeno que es flexible, increíblemente delgada y capaz de soportar el infernal calor que genera un avión a alta velocidad.
El estudio, liderado por equipos de la Universidad de Pekín, la Universidad Tecnológica de Pekín y la Universidad de Ingeniería de Harbin, parte de un material base innovador. En lugar de utilizar planchas rígidas, los científicos depositaron grafeno directamente sobre un sustrato flexible de tejido de sílice (un tipo de fibra de vidrio de alta pureza), creando una membrana que se asemeja a una tela suave, pero que posee propiedades extraordinarias: es extremadamente ligera, flexible y puede resistir temperaturas de hasta 1000 °C.
El problema inicial era que esta "manta" de grafeno, al ser uniforme, no era eficaz para absorber las ondas del radar. La solución fue tan elegante como precisa: utilizar un láser para "dibujar" o "borrar" selectivamente patrones microscópicos en la superficie. Esta técnica de modelado láser sustractivo transforma el material en una "metasuperficie" con una propiedad clave: impedancia ajustable. Esto permite que el material "engañe" a las ondas de radar, haciendo que penetren en su interior en lugar de rebotar, y una vez dentro, la estructura las disipa convirtiéndolas en calor.
Los autores, liderados por Zhongfan Liu, afirman que su material puede minimizar la reflexión del radar hasta -42 decibelios (dB). Pero, ¿qué significa esta cifra en la práctica? Para entenderlo, pensemos en el sonido. El decibelio es una unidad que mide la intensidad. En el contexto del radar, 0 dB representaría el 100% de la señal reflejada. Una reducción a -10 dB significa que solo se refleja el 10% de la señal original. A -20 dB, solo el 1%. A -30 dB, solo el 0.1%.
Llegar a -42 dB es un logro abrumador. Significa que el material está absorbiendo y disipando el 99.99% de la energía del radar que lo impacta. Es como si un avión que normalmente se vería como un faro en la pantalla de un operador de radar se convirtiera en un grano de arena casi imperceptible. Esta capacidad de absorción, no de simple reflexión, es la esencia del sigilo moderno y este material la alcanza con una eficacia excepcional.
La verdadera revolución no es solo la eficacia, sino la combinación de todas sus propiedades. Al integrarse directamente en la capa de aislamiento térmico del avión, no añade peso significativo ni altera la aerodinámica. A eso le suma su extrema robustez extrema: sobrevive a temperaturas de 1000 °C en vacío y 600 °C en aire, condiciones típicas del flujo de aire a alta velocidad en un caza. Además, resiste un flujo de aire de 200 m/s con una pérdida de material inferior al 1%. Y, finalmente, destaca su mantenimiento es muy sencillo, ya que no cuenta con componentes orgánicos que se degradan.
El estudio cobra mayor relevancia al contrastarlo con los problemas que enfrentan los aviones furtivos actuales, como el F-22 Raptor y el F-35 Lightning II estadounidenses. Estos utilizan recubrimientos a base de hierro que, aunque efectivos, son notoriamente frágiles. Son propensos a descascararse, oxidarse (como evidenciaron las fotos virales de un F-35C oxidado en un portaaviones) y requieren hangares con clima controlado y mantenimiento constante y exquisito.
Lo interesante es que las implicaciones de este desarrollo van más allá de la aviación militar. El equipo de Liu señala su potencial para la protección de satélites contra la radiación en el espacio, como blindaje electromagnético para electrónica que opera en entornos industriales o espaciales de alta temperatura o en comunicaciones de próxima generación en frecuencias de terahercios.