
Tecnología militar
China prueba una tecnología de control meteorológico para contener el impacto de una ‘bomba sucia’
Este tipo de bomba no provoca una explosión nuclear, pero sí dispersa materiales radioactivos

Aunque se suele asociar el término ‘bomba sucia’ a ‘bomba nuclear’, no son lo mismo. La primera no provoca una reacción en cadena ni una explosión nuclear, sino que se trata de una bomba convencional combinada con materiales radiactivos como plutonio y cesio que se dispersan sobre un área amplia al detonar. Es un arma diseñada no tanto para crear una destrucción masiva, sino para sembrar miedo e inestabilidad, codiciada por terroristas, y convertir el área afectada en una zona contaminada radioactivamente durante meses.
¿Cómo se responde ante una amenaza de este tipo de llegar a hacerse realidad? En un estudio publicado en octubre en la revista Chinese Journal of Safety and Environment, científicos militares chinos han simulado un ataque con bomba sucia para probar un nuevo método de contención. El experimento de campo, realizado por un equipo de la Universidad de Ingeniería de la Fuerza Conjunta de Apoyo Logístico y el Instituto de Investigación de la Fuerza de Cohetes, explora cómo sistemas aéreos avanzados podrían suprimir y neutralizar rápidamente la lluvia radiactiva antes de que se propague.
Tecnología aérea de supresión para ataques radiológicos
Según el equipo dirigido por el experto en emergencias nucleares Lin Yuanye, los nuevos sistemas móviles de supresión aérea, basados en técnicas de siembra de nubes en las que se dispersan químicos en la atmósfera para provocar lluvia, podrían reducir en el futuro el impacto devastador de una bomba sucia.
Según informa el medio South China Morning Post, el equipo de Yuanye describe cómo sistemas desplegables en cuestión de minutos podrían lanzarse tras una explosión para dispersar agentes especiales que se adhieren a los aerosoles radiactivos mediante adsorción, aglutinación y coagulación, haciendo que las partículas peligrosas se asienten rápidamente y reduciendo la propagación de la lluvia radiactiva.
Una ‘bomba sucia’ con 62 kg de TNT y 1 kg de plutonio
La prueba simuló un escenario en el que 62 kilos de TNT detonaban y dispersaban un kilo de plutonio apto para armas nucleares, un material altamente peligroso. Para reducir la interferencia meteorológica, el experimento se realizó en una tarde nublada y tranquila, con vientos inferiores a 7,2 km/h. La explosión se efectuó sobre una superficie de hormigón para recrear un entorno urbano, con una temperatura ambiental de unos 25 °C, típica de condiciones meteorológicas suaves.

Para rastrear la nube de humo radiactivo, los científicos usaron tintes trazadores no radiactivos, que se comportan como la radiación, y lanzaron un globo de gran altitud junto a la explosión para calibrar la altura de la nube de partículas y gases contaminantes. Además, telémetros láser e instrumentos de medición angular proporcionaron datos espaciales precisos y un software de análisis de imagen procesó vídeos y fotografías para extraer información exacta sobre el movimiento y la expansión de la nube.
Una sola bomba sucia podría contaminar casi 10 kilómetros cuadrados
Los investigadores señalan que la combinación de pruebas reales y modelos informáticos avanzados les permitió obtener predicciones de gran precisión. Su simulación mostró que una sola bomba sucia en una ciudad, si no se controla, podría contaminar unos 9,8 kilómetros cuadrados y poner en riesgo a decenas de miles de personas.
Los resultados identificaron varias zonas de exposición: una ‘zona letal’ con niveles de radiación superiores a 1 sievert (100 rem), potencialmente mortales; una ‘zona peligrosa’ con dosis de entre 50 y 100 rem, que causarían graves efectos en la salud; y una ‘zona de intervención’ que requeriría evacuación y descontaminación inmediatas.
Dos minutos tras la detonación
El equipo propone emplear sistemas de supresión lanzados por cohetes para atacar rápidamente la nube radiactiva ascendente. Los cohetes liberarían los agentes supresores que se adhieren a las partículas radiactivas, provocando que se agrupen y caigan al suelo con mayor rapidez, limitando así la dispersión de la contaminación. La investigación denomina a este enfoque ‘supresión de alta altitud y respuesta rápida’.
El equipo de Lin añade que, con una eficiencia de supresión superior al 50 %, las zonas de alto riesgo se reducen notablemente, y con una eficiencia del 90 %, prácticamente desaparecen. Pero lograrlo requiere lanzar los cohetes en menos de dos minutos tras la detonación, dado que cualquier retraso permite que la nube se eleve y se disperse. Esto exige detección ultrarrápida, alerta temprana y respuesta inmediata, capacidades clave tanto para las fuerzas militares modernas como para la defensa civil.
El estudio sugiere establecer bases permanentes de cohetes supresores alrededor de zonas sensibles, como grandes ciudades, instalaciones militares y, especialmente, centrales nucleares costeras.
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