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Ciencia y Tecnología

Diseñadores de futuro

El ingenio creador se ha multiplicado por las nuevas tecnologías. Pero ahora a esos inventos se les demanda con urgencia rentabilidad

Los nuevos «nventores rompen con la visión tradicional, los procedimientos habituales y los modos clásicos de afrontar las situaciones
Los nuevos «nventores rompen con la visión tradicional, los procedimientos habituales y los modos clásicos de afrontar las situacioneslarazon

Me parece admirable la inteligencia, creatividad y energía que confluyen en las Mentes Emergentes de muchos jóvenes que diseñan y hacen realidad proyectos de digitalización, robótica e inteligencia artificial que traerán mucho mayor confort a nuestras vidas tanto en el ámbito profesional como en el personal. Son esos Hijos del Futuro quienes nos acercan a velocidad vertiginosa hacia una indiscutible Nueva Era. Son los mejores exponentes actuales que conjugan el progreso generado por el espíritu aventurero y la ambición que lleva en su sangre la especie humana. Son ellos quienes con sus extraordinarias cualidades empujan el desafío de la digitalización que nos proporcionará beneficios y desarrollo extraordinarios.

Rompen con la visión tradicional, los procedimientos habituales y los modos clásicos de afrontar las situaciones. Consiguen, además, mayor rendimiento, productividad y, consecuentemente, beneficio económico. Me encanta la pasión con que buscan soluciones imaginativas capaces de convertir en simples y accesibles operaciones que antes eran engorrosas, pesadas y complejas. Hay que ser muy inteligente para crear ingenios que simplifican lo complicado. En todas las épocas han existido arquitectos del futuro. Personas capaces de aglutinar en sus propósitos creatividad, energía proactiva y conocimiento. Creatividad para concebir las cosas de modo diferente. Energía para actuar con consistencia y pasión. Inteligencia para disponer no sólo de los conocimientos, sino además de la voluntad de investigar y de su disposición a aprender todo lo que sea posible. Eso no es posible sin además una buena dosis de humildad. Porque ser disruptivo conlleva entender que uno es pasajero.

En cada época han existido «locos visionarios», «idealistas» que eran vistos con una mezcla de asombro, admiración e incredibilidad. Hoy se les exige utilidad, rentabilidad e inmediatez; por eso, su moderno formato de «start-up» aúna la ambición del rendimiento económico. El rendimiento económico no es malo en sí mismo, pero si contamina los proyectos desde sus orígenes, su efecto es tan excesivamente pesado que condena al ostracismo a miles de mentes maravillosas. Imagino que es algo así como si a un pintor principiante se le exigiera desde el primer momento la máxima cotización de sus lienzos en una subasta internacional.

Útil y nocivo

He tenido la oportunidad de asistir a varios interesantes congresos sobre digitalización. Por cierto, sólo dos personas acudimos con atuendo clásico y corbata. Incluso muchos de quienes me consta que lo utilizan habitualmente, ese día lo dejaron en casa para acomodar su imagen al nuevo uniforme rompedor. En ese marco me han venido a la cabeza diferentes preguntas: ¿Cuánto tiene de útil y cuánto de nocivo este mundo? ¿La idolatría y la ciega devoción por éste impiden evaluar con detenimiento los riesgos? Lo digo porque personas tan poco sospechosas como Tim Cook, consejero delegado de Apple, ha afirmado que «...jamás permitiría que su sobrino de 12 años tuviera acceso a las redes sociales» y Sean Parker, cofundador de Facebook, explica que «sólo Dios sabe lo que se está haciendo con los cerebros de los niños». Y, sin embargo, una generalidad piensa que está dando voz a los que antes no la tenían.

Un supermercado de Japón expone en sus espléndidas estanterías una sóla muestra de cada producto. Los clientes se pasean ante ellas sin recoger un sólo envase. Tan sólo registran con su móvil los que desean. A las dos horas, su pedido les es enviado a su domicilio directamente. También existe un hotel sin empleados en el que todo está automatizado.

Hay una idea que bulle en mi cabeza: ¿Sobrevivirá el derecho a ser marginal y no querer incorporarse a la vía digital? Uno de mis mejores maestros profesionales me enseñó esta máxima en forma de interrogante: «Y si no... ¿qué pasa?». Con frecuencia he llegado a la conclusión de que «nada» y que «hay otros mundos».

No se si tanta asepsia y automatización será sana para las personas que estamos Atrapadas por el Futuro. No seré yo quien se declare contrario a estos avances, pero antes de deslizarme con pasión por esa pendiente, pediría algo más de reflexión sobre las consecuencias. A ver si va a resultar que, al final, los nuevos «disruptivos» en el futuro vamos a ser quienes vestíamos traje y corbata en aquellas convenciones.

«Si es útil y es rentable, es bueno»

El concepto de que «si es útil y es rentable, es bueno» conlleva riesgos. Es un argumento muy elemental. Así, el tabaco es útil para aliviar la ansiedad o el capricho de algunas personas; además es rentable, no sólo para las tabaqueras sino además para los Estados que obtienen suculentos ingresos y, sin embargo, sabemos que es rotundamente nocivo. Todos esos potenciales nuevos proyectos han sido muy analizados y estudiados desde la perspectiva de la economía, la ciencia, la tecnología y la utilidad, pero ¿son igualmente evaluados desde el punto de vista del impacto que genera en otros ámbitos de las personas?