Estudio
Este es el tiempo que cuesta concentrarse de nuevo cuando te interrumpen frente al PC
Un estudio explica cómo nos afectan las distracciones que nos sacan del estado de concentración
Concentrarse, y más tras llevar varias décadas con hábitos que perjudican la capacidad de atención como el uso de las pantallas y los millones de distracciones que hay detrás, puede ser difícil. Y volver a hacerlo tras ser interrumpido, aún más y es peor en ciertos casos, como frente a la pantalla de un PC, en los que el tiempo necesario para retomar lo que se estaba haciendo no se mide en segundos, sino en minutos. Distintos estudios coinciden en que, tras una interrupción importante, una persona necesita alrededor de 23 minutos para volver al mismo nivel de concentración. Y en el caso de los profesionales que trabajan con información compleja o tareas cognitivas profundas -como programadores, analistas o redactores- ese tiempo se dispara.
Un análisis publicado por Game Developer Magazine examinó 10.000 sesiones de trabajo de 86 programadores y encuestó a más de 400 profesionales del software. La conclusión fue clara: los desarrolladores pierden más tiempo que otros trabajadores al retomar su actividad tras una interrupción. De hecho, necesitan hasta 15 minutos solo para volver a editar código después de una interrupción, y apenas un 10% retoma la tarea en menos de un minuto.
¿Por qué ocurre esto? La clave está en la llamada carga cognitiva. Cuando trabajamos en algo que requiere mantener múltiples variables mentales activas -una arquitectura de software, un razonamiento matemático, la estructura de un artículo complejo- cualquier interrupción obliga a salir de ese estado mental. Restaurarlo no es inmediato, dado que el cerebro necesita tiempo para reconstruir el contexto y volver al punto exacto donde estaba. Y la transición de un estado de alta carga de memoria a uno bajo ya consume tiempo, aproximadamente siete minutos según el estudio.
La situación empeora cuando las interrupciones son planificadas, como reuniones fijadas a media tarde. Para quien necesita bloques largos de trabajo estando concentrado, una reunión a mitad del día puede fragmentar la jornada en tramos demasiado cortos para abordar tareas exigentes. Y ese efecto psicológico anticipatorio -saber que algo cortará tu ritmo- desincentiva iniciar trabajos ambiciosos incluso antes de que llegue la interrupción.
Por eso muchos profesionales optan por trabajar en horarios marginales como tarde por la noche, buscando ese silencio que rara vez se encuentra en horario laboral. Sin embargo, esa estrategia tiene un coste claro en la calidad del descanso y, a medio plazo, en el riesgo de agotamiento. La productividad sostenida no puede basarse en sacrificar el sueño.
La solución no es sencilla, pero sí conocida. Hay que proteger los bloques de trabajo que requieren concentración profunda, reducir notificaciones, agrupar reuniones y normalizar espacios sin interrupciones. En un entorno tecnológicamente saturado, la concentración es un recurso escaso y valioso. Y entender que retomarla exige tiempo -a veces media hora por cada llamada, mensaje o toque en el hombro- cambia la percepción de esas pequeñas interrupciones que, sumadas, pueden convertir un día entero en una sucesión de arranques en falso.