Consolas
El gadget del sábado: Lenovo Legion Go, una consola portátil que mira al futuro
Competidora directa de la Rog Ally o la Nintendo Switch, esta consola propone características que deberían ser un estándar. Pero no todo es oro…
El apartado portátil del sector de los videojuegos incluye móviles con pantalla, brillo y procesadores muy específicos y consolas, como la Nintendo Switch. Son dos opciones muy diferentes en las que batería, peso, resolución y potencia, inclinan la decisión hacia un platillo de la balanza u otro. Y entonces llega la Lenovo Legion Go y lleva las opciones un poco más allá.
Lo primero que destaca es su tamaño y peso. Mientras la Switch apenas sobrepasa las seis pulgadas, la Lenovo Legion Go roza las nueve. Eso sí, con un peso de 854 gramos, casi el doble de lo que pesa la japonesa. ¿Es importante esto? Teniendo en cuenta que tiene bastante más potencia, más batería (solo los mandos tienen 900 mAh cada uno y la batería llega a los 49,2 Wh, poco más de 13.000 mAh), no es tan importante. Si a eso le sumamos que en mano no se siente tan pesada, Lenovo ha conseguido un equilibrio adecuado.
Si a eso le agregamos que podemos quitar los mandos y dejar la pantalla en cualquier superficie gracias a un soporte muy sólido, los gramos, que tenían tanto peso (valga la redundancia) pasan a segundo lugar. Es muy ergonómica en su agarre y en la distribución de sus profusos botones y controles. Y a eso le suma el “ratón”.
La Lenovo Legion Go permite quitar los mandos de la pantalla, al igual que otras, pero en este caso, en juegos FPS (siglas de First Person Shooter) cuenta con un soporte/ratón: posicionamos el mando en este accesorio y es como un joystick con desplazamiento intuitivo que se mueve por la pantalla. Esto tiene un defecto: cuesta habituarse unos minutos, pero una vez que lo hacemos es difícil volver atrás.
Los materiales, plástico y cristal para la pantalla, transmiten solidez… y también las huellas, sobre todo después de un tiempo jugando. Y, aprovechando el sendero de lo mejorable: sonido. Es muy bajo y hay que depender de la conexión bluetooth o el puerto 3.5mm para conectar cascos. El acoplamiento de los mandos al cuerpo no es malo en absoluto, pero podría mejorarse para conseguir una mayor fluidez.
En cuanto a batería, la demanda es alta. Estamos ante una consola portátil con mucha potencia, una pantalla con un alto brillo (de las mejores en su sector) y con un ventilador que evita calentamientos. El polo positivo es que tiene potencia suficiente, el negativo es que necesita mucho jugo y es fácil que se vaya la energía.Para cargarlo necesitamos, de 0 a 100, casi dos horas, lo mismo (dependiendo del modo de resolución y demandas del juego) que tenemos de vida de batería.
Un detalle que hay que destacar es que el estuche para proteger la consola (muy bueno en el exterior rígido y adecuado en su interior acolchado) está adaptado para cargarse aun cuando la consola está dentro gracias a un pequeño orificio por el cual insertar el cable. Es una opción muy cómoda y que, al igual que el mencionado “ratón” para FPS, debería ser un estándar en la industria.
Detalles de interior: pantalla táctil con tasa de refresco de 144 Hz y protección Gorilla Glass. El brillo va un poco justo, 500 nits de brillo. Memoria RAM de 16 GB, procesador con arquitectura de cuatro nanómetros y un almacenamiento de 512 GB, pero que puede ampliarse fácilmente con una tarjeta microSD.
Veredicto: La única pega que se le puede poner es el precio: 799 euros. En los demás apartados, de potencia, pantalla, versatilidad e innovaciones, es probablemente la mejor consola portátil del momento.
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