
Inteligencia artificial
La IA de Google usa este videojuego para ser más inteligente. ¿Ocurre lo mismo en humanos?
Lo increíble es que la inteligencia artificial ni siquiera necesitó aprender a jugar, solo precisó las instrucciones.

Llevamos años analizando los efectos, en la salud física y mental, de los videojuegos. Ahora toca analizar los efectos de este tipo de actividad en un “organismo” que está creciendo a pasos agigantados: la inteligencia artificial. La pregunta es sencilla: ¿qué pasa si una IA aprende a jugar a, por ejemplo, Minecraft? ¿Se vuelve más inteligente? La respuesta corta es que sí.
Esta es la conclusión de un equipo de científicos de Google DeepMind, en colaboración con la Universidad de Toronto, informa que el algoritmo de IA Dreamer puede aprender a mejorarse a sí mismo cuando aprende a jugar Minecraft. Y esto lo consigue en poco tiempo.
En un estudio, publicado en Nature, Danijar Hafner, Jurgis Pasukonis, Timothy Lillicrap y Jimmy Ba programaron la aplicación de IA de Google para jugar Minecraft sin entrenamiento.
En los últimos años, los informáticos han aprendido mucho sobre cómo se puede utilizar el aprendizaje profundo (Deep learning) y entrenar aplicaciones de IA para que realicen actividades aparentemente inteligentes, como responder preguntas. También se ha demostrado que las aplicaciones de IA pueden entrenarse para jugar videojuegos y obtener un rendimiento superior al de los humanos. Pero pensábamos que era una investigación redundante: ¿qué se puede obtener de un ordenador jugando con otro ordenador?
En este nuevo estudio, los autores descubrieron que los videojuegos pueden producir avances, como ayudar a una aplicación de IA a aprender a mejorar sus habilidades en un corto periodo de tiempo, lo que podría proporcionar a los robots las herramientas necesarias para un buen rendimiento en el mundo real.
Para ello se programó a la IA Dreamer para jugar a Minecraft mediante la creación de un sistema de recompensas, específicamente recompensas por encontrar diamantes. Con este enfoque, la aplicación no necesitó que se le enseñara a jugar; solo precisaba conocer los parámetros dentro de los cuales podría funcionar, uno de los cuales incluía visualizar un mundo virtual.
Una vez que el algoritmo aprendió a jugar Minecraft, los investigadores, se añadió una novedad: solo le permitieron jugar en un escenario determinado durante 30 minutos. En ese momento, el juego se reiniciaba con un universo virtual completamente nuevo. Y lo que descubrieron fue que el algoritmo mejoró rápidamente, alcanzando el nivel de experto tras jugar tan solo nueve días.
El estudio sugiere que la capacidad del algoritmo para imaginar un futuro donde se han alcanzado todos sus objetivos le permitió centrarse únicamente en las tareas que conducían al objetivo deseado y luego utilizarlas en cada nuevo mundo virtual que encontraba. Este resultado podría utilizarse para ayudar a los robots a aprender a alcanzar objetivos predefinidos en el mundo real.
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