Lenguaje

Los emoticonos engañan a nuestro cerebro

Los percibe como imágenes reales y les concede el mismo poder emotivo, según un estudio científico

Emoticonos de Apple
Emoticonos de Applelarazon

El emoticono de una cara sonriente no es una persona feliz. Es un dibujo. El emoji de esa carcajada que vemos en nuestro teléfono no es el espejo de alguien sonriendo. Qué va. Es también un dibujo. Como lo es el de un diablo, un santo, una paella, una casa o un coche. Sin embargo, algo que parece tan obvio no lo es tanto.

Un estudio acaba de llegar a la sorprendente conclusión de que los pictogramas que utilizamos habitualmente a los mensajes de correo electrónico o de teléfono, conocidos como emoticonos (emoji en inglés), son percibidos por nuestro cerebro de manera similar a las fotografías de imágenes reales. Conclusión: tienen el mismo impacto emotivo. Y por eso nos gusta tanto utilizarlos.

Así lo señala una investigación de la Universidad de Lleida (UdL) y el IRBLleida de la que se ha hecho eco la revista Psychological Research, que evalúa el impacto emocional de estos pictogramas a través del reflejo de sobresalto (startle reflex) medido con dos electrodos que se ponen bajo un ojo, en contacto con el orbicular (musculus orbicularis oculi).

Cuando la persona recibe un estímulo acústico de 105 decibelios de cierta intensidad, este músculo se contrae de manera muy rápida, en sólo 50 milisegundos. En este reflejo de sobresalto están implicadas muchas estructuras cerebrales como la amígdala, el hipocampo o la circunvolución del cuerpo calloso, que se incluyen en el sistema límbico, relacionado con las emociones, informa informa la Universidad de Lleida en un comunicado.

«Es el primer estudio que valora el contenido emocional de los emoji utilizando medidas psicofisiológicas», según el coordinador, el catedrático de Personalidad y Psicopatología de la UdL Anton Aluja.

El grupo de investigación en neurocognición, Psicobiología de la Personalidad y Genética de la Conducta -liderado por el doctor Aluja - ha hecho pruebas con 190 voluntarios (144 mujeres y 46 hombres) para evaluar el reconocimiento de una treintena de caras de Emoji, a al igual que se hace con fotografías de caras humanas o las imágenes ponderadas del sistema estandarizado internacional IAPS.

La primera conclusión ha sido que el cerebro reconoce las emociones agradables y desagradables que quieren reproducir los Emoji.

Después, los investigadores han hecho registros electromiográficos a un grupo más reducido, de 53 voluntarios, para ver la respuesta del reflejo acústico de sorpresa. El grupo de investigación ha demostrado que la visión de expresiones afectivas de Emoji faciales modula esta respuesta automática, al igual que hacen las imágenes reales.

«Si previamente al estímulo acústico del individuo contempla una imagen agradable, el músculo se contrae menos que si la imagen es desagradable, que se contrae más. Por lo tanto, es posible evaluar de forma involuntaria y objetiva el impacto emocional en el cerebro», explicó el doctor Aluja.

El catedrático de la UdL plantea futuras investigaciones sobre el contenido afectivo de los Emoji utilizando otros emoticiones de diferentes colores asociados con el contenido emocional o estudiante otros indicadores periféricos tales como la actividad electrodérmica o la frecuencia cardíaca.