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WorldCoin, en el ojo del huracán: "Cumplimos con todas las regulaciones de protección de datos en Europa

Hablamos con Ricardo Macieira, Gerente Regional para Europa de la empresa que, para algunos está apropiándose de los datos biométricos de millones de personas y, para otros, está trabajando en el futuro.

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Ricardo Macieira, representante de Worldcoin para EuropaWorldcoinWorldcoin

En el entorno actual no hay duda de que hay que darle crédito a Sam Altman, el hombre detrás de OpenAI, la empresa responsable de ChatGPT y DALL-E. Pero Altman también está detrás de un nuevo objetivo, producir microchips específicos para inteligencia artificial. Y, por si esto fuera poco, también es quien lidera Worldcoin, la compañía que pretende identificar biométricamente a todo el mundo a cambio de criptomonedas. Y que ahora está en el ojo del huracán.

El propósito de Worldcoin es usar imágenes del iris de las personas para convertirlas en un código que se pueda usar para identificar seres humanos y diferenciarlos de, por ejemplo, un chatbot. Esta semana pudimos hablar mediante videoconferencia con Ricardo Macieira, Gerente Regional para Europa de Worldcoin y comprender si estamos vendiendo una parte de nuestra identidad (y cómo y para qué se usa) o si es otra jugada maestra de Altman: crear una IA, aumentar la demanda de microchips, crear microchips y desarrollar un modo de diferenciar humanos de robots.

“Nuestra intención es garantizar que la persona pueda hacer esta prueba de humanidad, protegiendo su individualidad lo máximo posible – explica Macieira en una reunión a distancia -. Para ello hemos creado Orb, un dispositivo que recoge imágenes del iris para generar un código, que se integra en una base de datos encriptada y solo es atribuible a esa persona. La iniciativa cumple con todas las regulaciones de protección de datos en Europa”.

De acuerdo con Macieira la foto no se almacena, solo se guarda el código generado y es lo que permite dar de alta al ser humano en el sistema de identificación. Si la persona intentara registrarse en otra oficina de Worldcoin, el código resultante sería el mismo y se sabría que esa persona ya forma parte del sistema.

“La tecnología permite demostrar que es un ser humano en el mundo digital. Nosotros no queremos saber quién es, nos interesa saber que es un humano único”, añade el representante de Worldcoin en Europa.

A cambio de la imagen se reciben 10 de las criptomonedas desarrolladas para este proyecto, las WLD, como compensación. Aunque Macieira destaca que no es una compra, sino una forma de que los usuarios pasen a formar parte del proyecto. Uno para el que, supuestamente, no necesitamos registrarnos, solo darnos de alta en la aplicación. “Si no quieres no tienes por qué compartir ningún dato – confirma Macieira -. Además, en cualquier momento puedes borrar todos los datos que se han dado. Queremos que la persona tenga un control completo sobre la información que proporcionó. En este sentido cumplimos con todos los requisitos de protección de datos de la Unión Europea”.

Este comentario sin duda surge por las recientes denuncias, cuatro en total a la Agencia Española de Protección de Datos (AEPD) respecto al uso que hace Worldcoin de la información proporcionada. Hay que tener en cuenta que nuestro iris en una huella dactilar única y la información biométrica es tan individual como un historial médico. Entonces, si no guardan nuestro iris y nos pagan por ello… ¿Cuál es el negocio?

“Es un proyecto diseñado para intentar resolver uno de los mayores desafíos que existen en el mundo de hoy, que es cómo consigues diferenciar a un humano de un bot en el mundo digital – explica Macieira -. Puede parecer muy sencillo, pero no lo es. Hemos analizado opciones como la huella dactilar o el reconocimiento facial, pero la información que da no es suficiente para diferenciar un humano de 100.000. Así llegamos al iris: tiene la suficiente información para distinguir un humano de diez mil millones”.

Y esta certeza es el negocio. Macieira señala que quizás en un futuro una cadena de cafés en Barcelona quiera regalar a todas las personas de la ciudad un capuchino. Si lo quiere hacer de una forma completamente justa, un café por persona, tiene que recoger datos. Los clientes tendrían que mostrar su DNI o su pasaporte, se tiene que registrar, poner todo en una base de datos. Con este sistema bastaría leer el código de la persona y este quedaría registrado tanto en la cafetería como en la app del usuario y ya no se podría usar en esa promoción. Hasta la fecha se han registrado más de 3 millones de personas en todo el mundo, un 10% de ellas en España. El número es tan alto que la app se ha convertido, en los últimos días, en la segunda más descargada en nuestro país.

Por lo que sabemos hasta ahora, Worldcoin cumple con todas las normativas de protección de datos en Europa. La empresa parece solvente, al igual que su bitcoin, que cotiza a unos 8 euros, lo que significa que, dependiendo del día, nos pagan entre 60 y 90 euros por el escaneo. Tampoco se almacenan imágenes del iris y no están vinculados a nosotros excepto por la aplicación. La cual podemos borrar y “partir peras”, por así decirlo. ¿Cuál es el problema entonces?

Sam Altman ha creado empresas que valen miles de millones de euros y que, en el entorno temporal próximo, serán muy utilizadas, tanto por organismos públicos como por compañías privadas. Lo que estamos haciendo al intercambiar bitcoins de Worldcoin (que ocupan el puesto 66 entre las criptomonedas) es crear una de las bases de datos con mayor potencial futuro por la que la empresa de Altman está pagando con su propia moneda. Para ellos un negocio redondo y que sin duda dará réditos. Lo que sí hay que recordar, cuando damos información personal valiosa, es una de las máximas de la economía digital: “si no somos los clientes, es porque somos el producto”. Mientras lo tengamos claro…