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«El embarcadero», un final repleto de acción y respuestas

La segunda temporada cierra la ficción con un tono más oscuro y alejado del ritmo tranquilo presentada en su primera entrega

Fotograma de la serie "El embarcadero"
Fotograma de la serie "El embarcadero"MARIA HERASMovistar +

Movistar Plus estrena la segunda y última temporada de su serie original «El embarcadero». Los encargados de producir la ficción han sido Atresmedia Studios y Vancouver Media. Cada temporada está compuesta por ocho capítulos de 50 minutos de duración. La serie transcurre en la Albufera de Valencia, un entorno natural en el que es «muy difícil rodar, pero también muy estimulante y bonito» cuenta Jesús Colmenar, uno de los productores.

La segunda parte de «El embarcadero» se aleja del tono que ofrecía la primera. La historia se centra en Óscar (Álvaro Morte), un hombre que aparentemente se suicida. A raíz de este suceso, Alejandra (Verónica Sánchez), su mujer, descubre que llevaba una doble vida en la Albufera con Verónica (Irene Arcos). Tras la presentación de los personajes y una primera entrega emocional e idílica se cambian las tornas.

En esta nueva entrega de la producción los espectadores encontrarán un «thriller» lleno de acción. Irene Arcos indica que se muestra «a los personajes al límite de sí mismos» y que hay «más oscuridad y sombras». Colmenar explica que «son dos temporadas muy diferentes, tienen características o incluso géneros distintos. La primera se cocina a fuego lento y la segunda es más disparada, lleva a los límites».

La serie recurre bastante al uso de «flashback» para «explicar emocionalmente una circunstancia, para desentrañar lo que pasó como si fueran pétalos de una margarita» en palabras de Esther Martínez Lobato, otra de las productoras, aunque «se elimina del espectador la sensación de “flashback“, porque todo lo que sucede con Óscar está en un nivel de presencia igual a lo que sucede con las chicas en el presente».

Esta segunda entrega es la encargada de poner el broche final a la ficción, ya que «se desvelan todos los misterios planteados en la primera parte, y no va a quedar nada que contar». Es por esto que los productores no conciben una tercera parte de «El embarcadero».

Fotograma de la serie "El embarcadero"
Fotograma de la serie "El embarcadero"MARIA HERASMovistar +

La evolución de los personajes

Otro de los cambios que los espectadores podrán apreciar es el que experimentan los personajes. «Hay una transformación visceral y emocional en todos los personajes porque la serie se acelera y transita por lugares diferentes». Arcos explica que «encontramos una Verónica insegura, con miedos y una lucha interna. Todas sus certezas, su forma de mirar el mundo, su seguridad y valentía, se tambalean por la culpa». Sánchez aclara que Alejandra, por su parte, «confía más en sí misma y es más valiente. Se convierte en la mujer que quiere ser y pierde el miedo a decepcionar a los demás para fijarse en sus objetivos». En cuanto a la relación entre ambas mujeres, Irene Arcos apunta que «son dos caras de una misma moneda, tienen un vínculo que se establece en la primera temporada y es como una especie de cordol umbilical. Ambas se necesitan, se ayudan, se entienden y se consuelan».

Además, según Roberto Enríquez, actor que da vida a Conrado, «en esta temporada empatizas verdaderamente con Óscar, se entiende su sufrimiento y sus vaivenes».

Los creadores confiesan que «fue un gusto escribir una serie con pocos personajes, después de trabajar en series corales en las que no da tiempo a entrar bien en todas las vidas. La segunda temporada explota y exprime a los protagonistas».

«Lo más difícil ha sido también lo más bonito: la honestidad interpretativa»

La ficción exige que los actores se metan en la piel de sus personajes de una forma muy sincera y emocional. Verónica Sánchez explica que «lo más difícil ha sido también lo más bonito: la honestidad interpretativa». Irene Arcos coincide con ella y, además, añade que «“El embarcadero“ es una serie para abrirse en canal y requiere honestidad y mucho compromiso interno». Álvaro Morte destaca que tuvo que mostrar que «Óscar sufre un huracán de emociones que intenta tapar de cara a los personajes con los que interactúa, pero que el espectador sí debe notar».