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Beatriz Montáñez, la estrella de la televisión que lo dejó todo para vivir como una ermitaña

La copresentadora de “El intermedio” vive en una cabaña sin agua corriente, con 150 euros al mes

Beatriz Montáñez, durante su etapa en "El intermedio"
Beatriz Montáñez, durante su etapa en "El intermedio"La SextaArchivo

Beatriz Montáñez ha dado un giro radical en su vida y ha pasado de ser el centro de los focos a vivir aislada en un bosque como una ermitaña, sin agua corriente y alejada de la civilización, a la que sólo regresa una vez al mes para hacer la compra.

Montañez, periodista, guionista, presentadora, actriz y ganadora de un Goya por la película documental “Muchos hijos, un mono y un castillo” alcanzó la popularidad en “El intermedio”, espacio que copresentaba con El Gran Wyoming. dejó el programa en 2011 y decidió marcar distancias, para llevar una vida más sosegada. Hace cinco años dio un giro radical en su vida y se trasladó a una cabaña en el bosque, un retiro que sólo abandona cada 25 días para hacer la compra. En lo que respecta a sus visitas a la ciudad han quedado relegadas a dos veces al año. Nada más.

A pesar de que parezca extraño, Montáñez tomó esta decisión para alejarse de todo y comenzar de nuevo. Y lo más importante, sola. Así lo ha explicado en una entrevista en la Cadena Ser, en la que con una frase definió su actual existencia: “La soledad es, ha sido y será para mí la mejor amiga que he tenido nunca”.

Este meditado retiro fue consecuencia de su situación personal. Cuando abandonó “El intermedio”, hubo un vacío en su vida, no sabía qué camino tomar, había demasiado “ruido” a su alrededor y necesitaba volver a encontrarse consigo misma. Montáñez reconoció que se hablaba mucho de ella y que las cosas que decían le afectaban profundamente: “Empecé a oír un tic tac en la cabeza y sentí que en cualquier momento iba a explotar”.

Sin agua corriente ni conexión eléctrica

Antes de que esto ocurriera, decidió poner tierra de por medio y reencontrarse con la naturaleza. Lleva una vida austera, lleva una alimentación vegana y vive en una casa sin agua corriente, ni corriente eléctrica. El agua la recoge de un pozo y la electricidad la obtiene de un equipo fotovoltaico. No tiene ingresos y vive de sus ahorros, que gracias a su austera forma de vida se estiran como un chicle. Sólo gasta entre 100 y 150 euros al mes en comida.

Y esta forma de vida le gusta y quiere seguir así durante un tiempo, viviendo en soledad y rodeada de la naturaleza. Hace unos días, decidió regresar a la gran ciudad, esa de la que salió huyendo. Pero la vuelta estaba justificada. Era necesaria. Montáñez ha aprovechado este tiempo para escribir su primer libro “Niadela”, un proceso que le ha servido para comprender el sentido de la vida: “somos moldeados por nuestros padres” desde pequeños y “vamos tirando a la basura pequeños trozos de lo que somos para integrarnos”. Durante la construcción de “Niadela” se dio cuenta de que quedaba muy poco de lo que era y que le afectaban mucho las cosas que se decían de ella.

Montáñez que mantiene su característico flequillo, compareció en los estudios de Gran Vía con un abrigo marrón, eso sí, sin maquillar, e hizo balance de su vida y recordó su infancia, muy marcada por la ausencia de su padre. “En mi familia no se hablaba de su muerte. Era como si hubiera un fantasma alrededor de nosotros. Se trataba con muy poca naturalidad la muerte”. De hecho, esta extraña forma de sobrellevar la pérdida le llegó a afectar de tal manera que “tenía visiones con mi padre cuando era pequeña”.

Otro de los momentos de inflexión de Montáñez fue a los 23 años, cuando vivía en los Ángeles y le detectaron la presencia de células precancerígenas en el cuello del útero. Estaba a miles kilómetros de su casa, sola, sin apoyos pero, según explicó, su espíritu guerrero fue el que le ayudó a salir adelante.

Montáñez protagonizó una de las portadas de Interviú
Montáñez protagonizó una de las portadas de InterviúArchivoArchivo

La cima de su carrera se produjo en 2009, cuando Montáñez posó en top less para Interviú, unas fotos que se publicaron en la semana en la que el Intermedio cumplía 400 emisiones. La periodista llegó al programa en 2006 como reportera, pero pronto logró hacerse un hueco en la mesa junto a Wyoming con la sección “Fritanga de medios”, en la que repasaba las portadas de los medios de comunicación para que Wyoming las comentara.