HBO Max

«Arny», el juicio paralelo de la vergüenza

La plataforma estrenó en enero esta serie documental de tres episodios sobre el escándalo en un Pub de Sevilla

Entrada al Club Arny
Entrada al Club ArnyAgencia EFE

E n 1992 la realidad vino a darle una lección a algunos periodistas. La noche del 13 de noviembre tres chicas de la localidad de Alcàsser fueron secuestradas, violadas, torturadas y asesinadas. Entonces los medios de comunicación y sobre todo los recientemente creados late nights comenzaron una cruzada por ocupar el lugar de la información con hechos supuso un punto negro para la profesión. Pero lejos de aprender de los errores tan solo tres años más tarde se presentó la ocasión de hacerlo mejor, pero no se consiguió. Hace ahora 28 años saltó el «Caso Arny», un local de ambiente en Sevilla clausurado por la sospecha de prostitución de menores en su interior y que saltó a los medios por la existencia de varios famosos entre los clientes. «Arny. Historia de una infamia» es una serie documental de tres episodios que estrenó HBO Max en enero y que ahonda con sus protagonistas en el mayor juicio paralelo de la historia de nuestra televisión.

Lo que comenzó cómo dos detenidos, los dueños del local, y más de 30 imputados entre trabajadores y clientes, se convirtió rápidamente en un circo mediático por la aparición de tres acusados de renombre. Se trata del presentador y cantante Jesús Vázquez, el humorista del dúo Los Morancos, Jorge Cadaval» y el cantante Javier Gurruchaga, todos acusados presuntamente de acudir al Arny y mantener relaciones sexuales con menores y, por alusiones, de ser gais. El caos que supuso la instrucción y el juicio se presenta magníficamente en el relato dando cuenta de todos y cada uno de los absurdos pasos que se fueron dando desde la Justicia y cómo se vieron afectados los involuntarios protagonistas. Para el análisis cuenta con juristas, periodistas, testigos e incluso uno de los principales sospechosos: Jesús Vázquez.

Con una televisión ya lanzada a los espectáculos más extravagantes, llegó la decisión de la jueza de decretar el secreto de sumario. Sin material era poca la información que llegaba a los telediarios de las cadenas, pero mucho lo que se especulaba en los late nights de la época y en las mesas de actualidad de los magacines. Incongruencias en los procesos judiciales, famosos, pederastia y gais y decenas de testigos que, como se supo poco después, daban la versión que quisiera el que pagaba. La tormenta perfecta de la televisión sensacionalista. «El cerebro se inventa muchas cosas para huir del dolor. He hecho un ejercicio estos 25 años por olvidar lo que pasó. Convirtió mi mundo en una pesadilla». Así de descarnado y emotivo es el testimonio en primera persona de Jesús Vázquez. El presentador se encontraba en su mejor momento profesional cuando estalló el escándalo que le salpicó y que, como demuestran las imágenes, todavía le sigue doliendo recordarlo. Sin información veraz la sociedad española monta un macrojuicio paralelo a través del televisor y en el que se vierten todo tipo de versiones y elucubraciones; entre tanto ruido, alguna verdad.

«¿Quién dice la verdad a cambio de dinero?», llega a pronunciar alguno de los analistas y testigos del caso que van desgranando con cuidado todos los flecos del caso Arny. Jesús Vázquez confiesa que cree que los menores, «eran las otras víctimas», pero claro en aquel momento televisivo, «nadie quiere perder su cacho del pastel y de dinerito», explica indignado Vázquez, que reitera que «cada día salíamos en los periódicos. Todo mentira, barbaridades. A algunos periodistas ilustres habría que encerrarlos». Le pesa al presentador la influencia que aquello tuvo en su familia: «Mi madre leía todo eso cada día. Decían que éramos monstruos, animales, querían encerrarnos y que nos pudriéramos en una cueva. Hijos de puta. Se cebaron en la carroña». Tanto fue así que en la fase de instrucción se llegó a acusar a Manuel Rico Lara, juez de menores de Sevilla por aquel entonces.

A lo largo de los tres capítulos se da cuenta de lo que sucedió con testimonios de periodistas como Pedro Andrade e Inmaculada Casal ; del manager de Javier Gurruchaga, Carlos Vázquez, y los abogados Benito Saldaña, y Francisco B. Bocanegra, que representó a Manuel Rico Lara y Jorge Cadaval. Calificado como «auto de fe de la Edad Media» en el que «se juzgaba al maricón», el juicio fue perdiendo fuerza porque los testigos empezaron a renegar de sus acusaciones. Revelador el testimonio de Carlos Saldaña, dueño del pub Arny, en libertad desde 2007. Asegura que se ofrece a dar una entrevista, la primera en más de 20 años, «para evitar hacer más daño a mi propia familia». En su testimonio entran posibles deudas con la policía y movimientos inmobiliarios para quedarse con toda la manzana de los bares de ambiente. El hijo del juez Rico, Ventura, es el cierre de la pausa, del olvido pero no perdono. Y es que fue una época oscura para el periodismo sensacionalista con ríos de dinero corriendo en la dirección que marcaban algunos.