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Estreno

"El Eternauta": El fin del mundo empieza hoy en Buenos Aires

Netflix estrena la serie basada en el cómic argentino de 1957, y que supone la vuelta a la televisión de Ricardo Darín

Ricardo Darín es Juan Salvo, irreconocible con un arma y detrás de una máscara de gas en «El Eternauta» Netflix

En 1957 el guionista Héctor Germán Oesterheld y el dibujante Francisco Solano López sacaban a la luz la historieta «El Eternauta» en «Hora cero semanal», considerada una de las más importantes de Argentina y de Latinoamérica. Ahora, Netflix estrena el próximo día 30 la adaptación seriada de ocho episodios producida junto a K&S Films, creada y dirigida por Bruno Stagnaro, responsable también del guion con Ariel Staltari. Está protagonizada por Ricardo Darín como Juan Salvo, acompañado de un gran elenco que incluye a Carla Peterson, César Troncoso, Andrea Pietra, Ariel Staltari, Marcelo Subiotto, Claudio Martínez Bel, Orianna Cárdenas y Mora Fisz, entre otros.

Sin duda «El Eternauta» causará sensación por varios motivos. Primero, que para llevar a cabo esta icónica producción se ha tirado la casa por la ventana. En total han sido dos años de desarrollo y escritura de los guiones, cuatro meses y medio de preproducción, 148 jornadas de rodaje en Buenos Aires y más de un año y medio de post producción. Contaron con hasta 2.900 personas entre elenco y extras y utilizaron más de 50 locaciones y 30 escenarios virtuales. Además, produjeron más de 500 máscaras para los personajes de la serie. La trama principal sigue de cerca la original del cómic: una noche de verano en Buenos Aires, un grupo de amigos juegan una partida de Truco. De repente, observan como comienza a caer una especie de nieve que acaba matando a cualquier persona que se exponga a ella. Pronto se quedan sin electricidad y aislados. En el grupo está Juan Salvo (Darín), que oculta un pasado que podría convertirle en el adecuado para intentar buscar explicaciones sobre lo sucedido. Además, su hija está ilocalizable y Salvo teme que haya sido víctima de la nevada. Al igual que el grupo protagonista, muchos otros supervivientes por toda la capital argentina se han quedado encerrados e intentan sobrevivir con falta de agua o comida. Pero todo es aún más retorcido. Resulta que la nieve mortal no es si no la avanzadilla de una invasión alienígena inminente.

Que a nadie le despiste la premisa. El espectador no verá todo el rato extraterrestres y armas espaciales o naves. Hasta el cuarto capítulo uno no es consciente de lo que está pasando y los propios protagonistas barajan distintas posibilidades a cada cual más plausible. Todas las escenas de interior son como elaboradas obras de teatro, con interpretaciones naturales, atrevidas y en las que según pase el tiempo veremos como surge la verdadera naturaleza del ser humano. Eso es lo que intenta enseñarnos la serie: cómo pasar del inicial ¿y ahora qué hacemos?, la incertidumbre y el miedo, a tomar partido o no de la solución. Algunos personajes individualizarán la lucha haciendo brotar el ego y la violencia. Otros se quedarán agazapados esperando a que sean otros los que encuentren la solución al problema. Y por encima de todos ellos, ni siquiera el más ejemplar en su comportamiento, surgirá un héroe: Juan Salvo. Y no solo se salvará a él y a los suyos, si no que con su ejemplo demostrará que la única manera de seguir adelante es sobrevivir a toda costa y luchar juntos, porque nadie se salva solo.

La serie de Netflix tiene una factura impecable. No solo tiene mérito la perfección en el rodaje, los escenarios de una Buenos Aires llena de cadáveres y la traslación de la emoción de una producción de ciencia ficción. La post producción no abunda en los excesos y la ciudad nevada completamente con cuerpos por doquier en calles, casas y coches y la creación del enemigo de fuera de la Tierra no desentona en exceso, siendo un complemento perfecto para la trama. Además de la guía indispensable de Darín, que no sabíamos que convence incluso con un arma entre las manos y permanentemente escondido tras un traje de protección profesional o improvisado y una inerte máscara de gas. La expresión de los ojos se convierte entonces en el baremo de la interpretación, y es sobresaliente. Tampoco falta el humor, tan argentino, tan descarnado y real que rivaliza con el peligro exterior. «El Eternauta» reclama por todo lo alto el protagonismo del ser humano como individuo, como grupo y como sociedad, y demuestra que en las series de ciencia ficción, sean de donde sean, los que verdaderamente dan mucho miedo somos nosotros mismos sometidos al fin del mundo.