
Estreno
"Mountainhead": El fin del mundo lo provocarán cuatro ricos y lo verán por TV
►Max estrena «Mountainhead», una sátira sobre el poder y primera película escrita y dirigida por Jesse Armstrong

Imagínense que Elon Musk, Mark Zuckerberg, Peter Thiel y Jeff Bezos fueran grandes «amigotes» y no solo compartieran pasión por el poder y el dinero, si no que de vez en cuando quedaran en casa de uno de ellos para autoinflarse el ego. Mientras el mundo se destruye fuera, dentro de una acogedora casa en las montañas estarían insonorizados al fin del mundo. Y le añadimos el detalle de la primera película escrita, dirigida y producida por el siete veces ganador del Emmy® y nominado al Óscar® Jesse Armstrong («Succession»). Así nace «Mountainhead», que acaba de estrenar Max, una distopía loca sobre el mundo en mano de un grupo de egocéntricos «techno bros», y con un elenco estelar, con Steve Carell, Jason Schwartzman, Cory Michael Smith y Ramy Youssef.
«Mountainhead» es turbadoramente real. En el sentido en el que muchas veces hemos pensado que el mundo funciona realmente así: un grupo de magnates podridos de dinero son los que realmente deciden de qué se habla y de que no y quien gana y quien pierde. En este caso hablamos de cuatro aficionados al póquer: Venis (Michael Smith), una figura engreída tipo Musk, multibillonario que acaba de lanzar un nuevo conjunto de herramientas de creación de IA a su plataforma de redes sociales (Traan), que permite a cualquiera crear deepfakes de todo tipo e indiferenciables, por lo que crea distintos conflictos bélicos a lo largo del Globo y podría provocar el Armagedón; Randall (Carell), el más viejo del grupo, billonario a secas, un inversor OG (conectado a la red) que recibe la noticia de un cáncer terminal y considera que su médico «estúpido» no tiene ni idea de curarle, y ya piensa en colocar su conciencia en internet; Jeff (Ramy Youssef), también solo billonario, que parece el menos culpable y el más comprometido con cambiar las cosas, y Soup Kitchen o Soups (Schwarztman) el menos rico (solo millones), que busca en la compañía de sus colegas intentar vender su triste nueva app de meditación, y que ejerce de anfitrión en su casa nevada de Park City, Utah, Estados Unidos.
Una vez reunidos todos parece de acuerdo con que lo que está pasando fuera es culpa de uno de ellos, pero pronto vuelven a hacer piña y se comprometen a mantener las reglas de sus encuentros ocasionales: «No deals, no meals, no high hells» («Sin tratos, sin comidas, sin tacones»). Algo muy difícil ya que Venis quiere hacerse con el filtro inventado por Jeff que permite distinguir el contenido real del creado por IA, pero no sabemos si por su rentabilidad o para hacerlo desaparecer. Y Soups buscará desesperadamente financiación para su sueño. No hay una sola línea del guion que sea desaprovechable, con desidia por la vida humana, por todo el mundo que tenga menos dinero que ellos y que juegan una partida de Risk haciendo y deshaciendo gobiernos a sus antojos, incluso se plantean dar un golpe de Estado en todo el mundo y atacar países como Bélgica o Argentina, ridiculizando al «simplón» presidente de los Estados Unidos actual. La escena en la cumbre de la montaña tatuándose sus millones en el pecho es toda una declaración de intenciones de Armstrong.
A mitad del metraje la escena de un tropiezo contra un cristal hacer cambiar de género a la película, con más movimiento y hasta un complot, y pasamos de las ironías y los «Fuckoff» a la pura carcajada sin perder el retrato cruel de esta panda de ineptos sociales y vitales. «Mountainhead» es terriblemente actual y rodada en marzo es como mirar las noticias.
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