Estreno

«Pequeños destastres»: Una excelsa Kruger, en la oscura maternidad

«Pequeños desastres» es un brillante thriller psicológico que estrena HBO sobre la depresión posparto y las apariencias

Fotograma de la serie «Pequeños desastres», que se estrena mañana en HBO
Fotograma de la serie «Pequeños desastres», que se estrena mañana en HBOHBO Max

En televisión hemos visto de todo: maternidades luminosas, maternidades sacrificadas, maternidades zombis. Pero pocas veces una serie se atreve a hablar de lo invisible: de la maternidad como fractura, como sospecha, como amenaza. «Pequeños Desastres», la nueva apuesta de HBO Max que se estrena mañana, llega como un puñetazo suave en el estómago. Un thriller psicológico que, sin perder el ritmo narrativo, se atreve a incomodar.

Adaptada de la novela superventas de Sarah Vaughan («Anatomía de un escándalo») y con el sello del equipo ganador del BAFTA Roughcut Television, la historia gira en torno a cuatro mujeres unidas por el embarazo y separadas por todo lo demás. Diane Kruger lidera el reparto con una sublime actuación tan contenida como inquietante, dando vida a Jess, una madre aparentemente perfecta cuya hija sufre una misteriosa herida, que acaba en preocupante lesión. A partir de ahí, todo se descompone: la amistad, la confianza, los matrimonios… y sobre todo, la imagen. «Soy madre. Esta experiencia me ha revivido muchas cosas. No he pasado por una depresión posparto como tal, pero entiendo perfectamente que hay una forma de frustración, una complejidad que viene con la maternidad», comentó durante la presentación de la serie en South International Series Festival de Cádiz.

El mayor logro de la serie —y también su apuesta más arriesgada— es el tratamiento honesto de la depresión posparto. Sin gritos, sin violines, sin patologizar. Jess, como muchas, vive ese colapso interior que nadie ve. Que todos prefieren no mirar. La propia Kruger lo sabe bien: «Tengo amigas que sí han vivido depresión posparto. He intentado traer esa vivencia al personaje, y algo que me ha gustado mucho de la serie, en concreto, es cómo se habla del tema», afirma.

Porque «Pequeños Desastres» no es una serie sobre mujeres rotas. Es una serie sobre mujeres observadas. Mujeres que se juzgan unas a otras, hasta que el juicio se vuelve hacia dentro. «Creo que la depresión posparto no se trata lo suficiente. Sigue siendo un tema tabú. Y es difícil mostrarlo y explicarlo en el cine o en la televisión. Es algo muy íntimo, muy personal. Representar esos pensamientos intrusivos que te comen desde dentro y llevarlo a la pantalla… es muy complicado. Es un tema profundamente femenino, y hay que tener mucho cuidado de no caer en clichés, como esas imágenes de mujeres histéricas que los hombres no entienden», afirmó la propia actriz.

No hay hombres villanos aquí. Ni siquiera el marido de Jess, cuya frustración se muestra sin maniqueísmos: «Pude entender cómo mi marido, en la historia, pudo sentirse frustrado. Me parece interesante porque es un personaje real, con emociones reales, pero nadie juzga directamente la situación».

La historia avanza como una grieta: empieza en lo doméstico, lo invisible, lo rutinario, y se cuela poco a poco por todas partes. El hecho que dispara el conflicto —una llamada a los servicios sociales— se convierte en catalizador para desenterrar todo lo que las protagonistas no quieren decir. Mezclado con lo que más puede doler, la amistad o, ¿la rivalidad? Poco a poco iremos desentrañando la historia. «Es cierto que hay conflictos entre mujeres, y es muy real. Cuando te conviertes en madre o padre, surgen distintos enfoques sobre la educación y te sientes muy juzgada. Las mujeres somos capaces de lo mejor y de lo peor entre nosotras, y eso también sale a la luz en la serie. Pasados los dos primeros capítulos, el espectador empezará a entender mejor de dónde vienen esos conflictos», nos avanza Kruger.

El resultado es una obra coral que mezcla géneros —thriller, drama psicológico, retrato social— sin despeinarse. Diane Kruger, además de protagonista, ha estado implicada en el desarrollo emocional del personaje: «El proceso fue muy intenso. Todos los días sentía que estaba apagando mil fuegos. De un día a otro bailaba entre diferentes momentos de la historia, y tenía que regresar a ciertos puntos narrativos. Ha sido un trabajo muy duro, pero nos hemos apoyado mucho entre nosotras», recuerda. Visualmente, la serie apuesta por lo frío, lo clínico. El hospital, los hogares impolutos, los jardines ideales. Y ahí aparece otra capa: la trampa de la perfección. Un thriller psicológico del que es difícil escapar una vez que has dado al play.