
Fichaje
Una profesora con micrófono y cuchillo entra en "MasterChef 13"
Clara, la nueva aspirante aterriza en el talent culinario dispuesta a absorber cada minuto de aprendizaje

Hay perfiles que no necesitan exageraciones para llamar la atención. Simplemente aparecen y descolocan. Así ha sido la llegada de Clara a las cocinas de "MasterChef 13", la nueva concursante que entra en escena justo cuando el tablero del programa comenzaba a tambalearse: una expulsión esperada, una renuncia inesperada y una vacante que, de pronto, toma forma en una profesora de secundaria que canta en orquestas durante el verano y que, como si nada, dice que quiere aprenderlo todo para abrir su propio negocio de cocina.
Tiene 29 años, es de Valencia, y podría parecer una más entre los cientos que se presentan cada temporada. Pero su vida dice otra cosa. Clara enseña Geografía, Historia e Historia del Arte en un instituto de Masanasa, pero también ha sido música callejera ocasional, cantante en verbenas y viajera autodidacta con el radar siempre puesto en la gastronomía local. En su currículo no hay estrellas Michelin, pero sí mapas, notas musicales y kilómetros. Y eso, en un programa que lleva 13 ediciones buscando el ingrediente diferencial, empieza a sumar.
Su entrada en el concurso (emitido cada lunes en La 1) llega en un momento peculiar para el talent culinario. Esta edición, bautizada con sorna como "MasterChef 12+1", ha querido estirarse hacia lo social, lo generacional y lo ecológico. Y Clara, sin que haya sido diseñada para ese guion, encaja con naturalidad en esa narrativa. No solo por su mezcla de mundos (educación y arte, estructura y creatividad), sino porque su propia historia ya tiene ese punto de esfuerzo, reinvención y resiliencia que tanto gusta al espectador del formato.
La edición ha arrancado con desafíos que suenan a laboratorio experimental: trabajar con mohos comestibles, aprender las variedades del ajo como si fueran denominaciones de origen o cocinar con especies invasoras del ecosistema ibérico. Retos que obligan a pensar, a arriesgar y a conocer. Clara no viene de un restaurante, pero lleva años enseñando a pensar y aprendiendo de cada viaje. Y eso, en un entorno como este, puede ser mucho más útil de lo que parece.
En un reality donde las historias personales pesan casi tanto como los platos, Clara representa una narrativa menos estridente y más real: la de alguien que no lo ha dejado todo, sino que lo quiere sumar todo. No llega con una cruzada dramática a cuestas, sino con la firme voluntad de aprender, de crecer y de encontrar su sitio en una disciplina que admira desde fuera. El fogón es ahora su nuevo escenario, y aunque los focos cambian de intensidad en cada episodio, algunos personajes llegan para quedarse.
Habrá que ver cómo se desenvuelve en el ecosistema emocional de las cocinas, donde el ritmo, la presión y los egos configuran una jungla paralela. Pero su carta de presentación ya deja entrever un perfil distinto: ni sobreactuado ni impostado. Clara no grita su historia. La canta, la explica y ahora —quizá— la cocine. "MasterChef" necesitaba una nueva voz. Puede que la haya encontrado.
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