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Ruptura

¿Qué pasó realmente entre Taylor Sheridan y Paramount para que abandonara "Yellowstone"?

El creador del mayor fenómeno del cable norteamericano da un portazo millonario mientras el estudio que lo encumbró guarda un silencio incómodo

Yellowstone La RazónLa Razón

No fue solo una cuestión de dinero. Ni de egos. Ni de contratos. La ruptura entre Taylor Sheridan y Paramount, el estudio que convirtió su universo de vaqueros en una mina de oro llamada "Yellowstone", tiene más aristas de las que parece. ¿Por qué dejar un imperio que él mismo construyó? ¿Qué grietas se abrieron en esa relación que parecía indestructible? La respuesta está entre silencios estratégicos, ofertas que no llegaron, heridas mal cerradas y una convicción que lo define: nadie manda en su rancho más que él.

Durante años, Sheridan fue la apuesta segura de Paramount. "Yellowstone" no solo fue un éxito; fue el ADN de una estrategia. Pero todo tiene su final, incluso en los terrenos más fértiles. Sheridan ha decidido cambiar de rancho: dejará Paramount para marcharse a NBCUniversal con un acuerdo que podría alcanzar los 1.000 millones de dólares en cinco años.

La decisión tiene algo de personal, de western moderno donde el héroe se aleja sin mirar atrás. Mientras los nuevos jefes de Paramount —tras la fusión con Skydance— intentaban seducirlo con buenas palabras, nadie puso sobre la mesa una oferta concreta. En ese silencio, Sheridan vio claro su futuro: no renovaría su fidelidad. La ruptura no fue inmediata, pero fue irreversible. Y como en todo buen drama, ya se intuían grietas.

"Yellowstone" fue el tótem. Durante dos años seguidos, la serie más vista del cable en Estados Unidos. Doce millones de espectadores en el estreno de su quinta temporada no son cualquier cosa. Paramount llegó a considerarla "el mayor activo televisivo del grupo". Pero cuando el creador sintió que sus límites empezaban a ser negociables, se acabó la confianza. Hubo heridas abiertas: desde un guion rechazado ("Capture the Flag") hasta conflictos con Kevin Costner, cuya ausencia descarriló los planes de rodaje.

Sheridanno perdona interferencias. Que Warner Bros. mostrara interés en un proyecto suyo y Paramount pusiera trabas. Que firmaran a Nicole Kidman sin consultarle, afectando a su serie "Lioness". O que empezaran a vigilar sus presupuestos como si fueran caprichos. Todo eso fue minando la relación. Un creador que pide libertad no tolera ser auditado como un contable.

Mientras tanto, NBCUniversal jugaba otra partida. Donna Langley, sin estridencias ni jets privados, fue trazando un vínculo directo con Sheridan. Primero para hablar de cine. Luego, de lo que viniera. Le hablaron no solo de dinero, sino de espacio, de control, de autonomía. Y Sheridan, que no quiere ser solo el guionista sino el dueño del rancho, lo tuvo claro. Aceptó. Con él se va no solo una serie, sino un modo de entender la ficción.

La ironía final es que Paramount construyó su plataforma alrededor de Sheridan. Ahora, lo deja marchar en su punto más alto, quizás por miedo a que el dominio se volviera jaula. Pero en la televisión, como en los westerns, los jinetes libres no se encadenan, y Sheridan acaba de recordarlo a golpe de contrato. El rancho cambia de dueño, pero el relato sigue siendo suyo.