
Caso Alves
La rajada de Patricia Pardo que nadie vio venir
La presentadora de “Vamos a ver” cuestiona el enfoque público e institucional tras la absolución del exfutbolista en el TSJC

Patricia Pardo ha decidido no seguir el carril previsible. Mientras una parte importante del discurso público se ha volcado en la indignación ante la sentencia absolutoria de Dani Alves por parte del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña, la periodista gallega ha optado por el freno, la pausa y la crítica al automatismo. Lo hizo este lunes en “Vamos a ver”, junto a Joaquín Prat, en una intervención que se alejó de los clichés habituales en plató.
“No me sorprende la absolución”, arrancó. Y esa frase bastó para marcar una posición incómoda pero argumentada. Para Pardo, la auténtica sorpresa habría sido la primera sentencia, que condenaba a Alves a cuatro años y medio de prisión cuando la Fiscalía solicitaba nueve. A partir de ahí, construyó su intervención desde la base jurídica del fallo: las contradicciones en el testimonio de la denunciante, la falta de correlación con las imágenes de videovigilancia y un matiz que subrayó con énfasis: “El tribunal no dice que no la crea, dice que su versión no es fiable porque hay incoherencias objetivas”.
La periodista fue desgranando punto por punto lo que, en su opinión, ha sido una lectura parcial y contaminada del caso. Puso el foco en el uso político e ideológico de la sentencia y lamentó la reacción de representantes institucionales como María Jesús Montero, vicepresidenta primera del Gobierno, quien tildó la resolución de “vergüenza”. Para Pardo, la descalificación sin lectura de fondo no solo es “lamentable”, sino también “una falta de respeto hacia la independencia judicial”.
Desde esa base, defendió el criterio técnico del tribunal, insistiendo en que la sentencia no niega la existencia de una agresión, sino que encuentra fisuras en la forma en que fue relatada. "Si ella hubiese contado simplemente lo que pasó dentro del baño, sin adornar el relato, probablemente el fallo habría sido distinto", reflexionó. Para la presentadora, la clave reside en la diferencia entre “ser creíble” y “ser fiable”, dos términos que, según explicó, tienen peso distinto en el ámbito judicial.
Patricia Pardo también denunció el ambiente de sospecha que parece instalarse automáticamente sobre cualquier sentencia que no responde al relato dominante. “En España sí se cree a las víctimas”, afirmó con rotundidad, pero matizó que “cuando hay contradicciones en lo declarado, los jueces no pueden obviarlas”. Y remató con una reflexión cargada de escepticismo hacia el tratamiento mediático del caso: “No me gustaría que el mensaje que transmitamos sea que a las víctimas no se les cree. Porque eso no es verdad. Lo que no se puede es imponer una lectura única de los hechos”.
Su intervención —que combinó argumentos legales, apreciaciones personales y un punto de hartazgo— no pasó desapercibida. En un contexto donde el juicio público se emite a la velocidad de un tuit, la postura de Patricia Pardo supuso un ejercicio poco habitual de disonancia. No defendió a Alves, pero sí defendió el rigor. No cuestionó a la denunciante, pero sí la forma en que se ha narrado el caso. Y sobre todo, dejó claro que, en este tema, no piensa hablar por boca de nadie.
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