Entrevista

Miguel del Arco: «En este país, hablar de memoria histórica es un problema»

«Las noches de Tefía» se ha estrenado con éxito en Atresplayer Premium

El director de teatro Miguel del Arco
Miguel del ArcolarazonLa Razón

«Las noches de Tefía» ya ha calado hondo entre los espectadores y la Prensa gracias a la verdad con la que la ideó el dramaturgo Miguel del Arco, interesado en que se conozcan las vergüenzas del régimen. El también guionista y director habla con LA RAZÓN de la pulsión que le llevó a compartir con todos el horror de las llamadas «colonias penitenciarias».

«Las noches de Tefía» ha llevado mucho tiempo.

Los proyectos audiovisuales son largos porque son muy complicados, y más una serie como esta, que es muy complicada de factura. En la pandemia, cuando nos encerraron en casa, empecé a escribir «Las noches de Tefía». Cuando yo le cuento la serie a Sonia Martínez de Buendía Estudios, con la seguridad de que iba a decir, «pues sí, muy bonito, pero es que a nosotros no nos interesa, porque esto va a ser imposible sacarlo adelante», Sonia lo cogió al vuelo y me dijo, «sí, a mí también me interesa mucho». Hubo dificultades para venderla en un momento dado por su complejidad, porque es una serie cara, y porque en este país hablar de cualquier cosa que tenga que ver con la memoria histórica es un problema. Y, sobre todo, y fundamentalmente, cuando Franco está explícitamente en la serie. Pero en cuanto entró Atresplayer, la verdad es que ha sido fácil. No he tenido una sola línea roja a la hora de contar, que para mí era imprescindible. Si no, me hubiera ido.

Podía haber sido una obra de teatro y una película.

Es que hay parte de la base de que todas las ficciones pueden ser cualquier cosa. Es decir, podría hacer una obra de teatro con el Titanic. Esa convención de que tú le dices al espectador vamos a jugar a que te lo crees y ya está. Eso es fácil. El teatro permite todo, el cine, la poética hay que currársela desde otro punto de vista. Durante todo el rodaje, mucha gente diciendo, «esto lo tienes que convertir en un musical y hacemos gira».

Me encanta el blanco y negro y el aroma a cinta bélica.

En blanco y negro hemos tenido ahí referencias de las películas clásicas que nos apasionan. Tenemos muchos fotógrafos que vuelven ahora mismo con ímpetu al blanco y negro; películas maravillosas que se han rodado ahora en blanco y negro y que nos han inspirado mucho. Pero era importante para nosotros conectar con este mundo, y la complicación para Jon Aguirresarobe, director de fotografía, que creo que ha hecho un trabajo absolutamente excepcional.

Podía haber sido una historia bélica sin exponerse.

Hay una tendencia en España, precisamente, que está heredada del franquismo. Claro que hay cosas buenísimas en el franquismo: como legitimar un golpe de Estado, acabar con todas las disidencias políticas e ideológicas y por supuesto, imponer una ley de silencio absoluta. Es tan grande que a partir de la transición nos olvidamos todo lo que fuimos. A partir de ahí, somos todos democráticos, somos todos libres y es como si esto no hubiera existido y cualquier persona que hable de esto que ocurrió antes va en contra de la libertad y va en contra del futuro de España. Necesitaba ponerlo en común, en conocimiento. Aquello que sucedió nos ha dado, evidentemente, forma; nos ha configurado como país y, necesariamente, la democracia en la que vivimos. Le puse los dos primeros capítulos a mi sobrina, es alemana a de nacimiento, y aunque ella tiene toda la familia española su formación es absolutamente germana. Con 14 años vio los capítulos y estaba brutalmente conmovida. En un momento dado, se volvió, me cogió la mano y me preguntó «¿esto es verdad?», y digo «sí, cariño», «pero, ¿esto ha pasado?» Sí, cariño, ha pasado. «Pero, ¿ha pasado aquí?» Y digo sí, cariño». Ese conocimiento por parte de las generaciones, no existe. Y para mí era necesario.

Es una serie coral, pero son importantes los viajes personales de cada uno

Controlar y construir esa individualidad de cada uno de los personajes para que el grupo sea verosímil, para que además estén todos sometidos a una enorme contradicción. Y por eso hablábamos también de cómo entender también a los personajes. No es una historia de malos y buenos, es malísimo el régimen al que están sometidos, pero al final son todos víctimas de un régimen atroz. Dónde se quedan los derechos fundamentales y los principios cuando uno se está muriendo de hambre y cuando se está luchando por salir de un espacio como ese.

Dígame que no es «La vida es bella» española

No voy a cargar contra «La vida es bella». Lo que pasa es que me parece que se edulcora, de una manera tan amigable..., me parece un poco flagrante. Nosotros no hemos caído ahí, porque la risa y toda la parte de la ficción viene a iluminar y a producir humor, a producir brillo. Pero cuanta más risa tiene en Tindaya, tanto más terrorífico tiene que ser Tefía. La frase de Airam, cuando el documentalista le dice: «está muy bien lo que me estás contando, pero eso no me interesa, pues es una fantasía y quiero que me cuentes lo real». Y le responde: «¿Que es más real el sueño o la pesadilla?». Te agarras al sueño realmente para poder solucionar la pesadilla, pero la pesadilla sigue hasta el final. Salimos adelante porque era necesario, conseguimos hacer una democracia, pero una democracia profundamente imperfecta, porque está edificada sobre algo que nunca vencimos.