
Estreno
«Task», buenos padres a ambos lados de la ley
HBO Max acaba de estrenar la nueva serie de Brad Ingelsby, creador de «Mare of Easttown», con Mark Ruffalo y Tom Pelphrey

Durante los primeros minutos de la nueva serie de Brad Ingelsby, creador de la exitosa serie «Mare of Easttown», el espectador intenta distinguir en la penumbra a los dos protagonistas. «Task» arranca con el agente especial del FBI Tom Brandis (Mark Ruffalo) levantándose lentamente de la cama, para luego arrodillarse y rezar, antes de meter la cabeza en el lavabo lleno de agua helada con hielo para despejarse del vodka de la noche anterior. En paralelo, también amanece Robbie (Tom Pelphrey), trabajador de la basura que enseguida se integra en la dinámica familiar alrededor de una mesa. Ambos protagonistas son muy diferentes, tanto como iguales, y esta paradoja guiará toda la serie de HBO Max que acaba de estrenarse.
A lo largo de siete episodios, ambientados en Pensilvania, con marcadas referencias como Wawa y Scrapple, y muchas carreteras secundarias de Delaware («Delco»), iremos conociendo más de las características personales y familiares de ambos personajes. Brady pasa las horas montando tenderetes en las universidades para atraer a nuevos talentos al FBI, repartiendo chapas y colocando panfletos y caramelos. El resto del tiempo intenta mantener una relación cordial con su hija Emily (Silvia Dionicio), hasta el punto de preguntarle por lo que quiere para entenderla. Una tragedia familiar de la que iremos conociendo más detalles: una esposa muerta, Susan (Mireille Enos), y un hijo, Ethan (Andrew Russel), acusado en la cárcel, son definitorios en la ficción para entender a este exsacerdote, víctima de una crisis de fe, como veremos por su conversación con su viejo amigo, el padre Daniel Georges (Isaach De Bankolé). Anclado en el alcohol, la pena y en la búsqueda de perdón, pronto recibirá una llamada de su jefa, Kathleen McGinty (Martha Plimpton), que pretende colocarle de nuevo en la línea de fuego al mando de un equipo que pretende localizar a los responsables de varios robos en narcopisos. Este equipo, compuesto por agentes locales y estatales, traerá de cabeza al agente encargado: la caótica Lizzie Stover (Alison Oliver); la organizada y activa Aleah Clinton (Thuso Mbedu) y el especialista en crimen organizado Anthony Grasso (Fabien Frankel).
Al otro lado del río de la ley se encuentra Robbie, un empleado del camión de la basura de la ciudad que disfruta de una familia con su hijo, Wyatt (Oliver Eisenson) e hija, Harper (Kennedy Moyer), en casa de su hermano fallecido, y comparte labor con su sobrina adolescente de 21 años, Maeve (Emilia Jones), heredera de la casa, que pretende seguir su vida sin las cargas que le han venido impuestas. Pero Robbie tiene sus propios planes para sacar adelante a su familia y se enrola con su compañero de camión de basura Cliff (Raúl Castillo), a los que se une el torpe de Peaches (Owen Teague) para localizar y robar en narcopisos de la ciudad en el momento en el que guardan mayor cantidad de dinero de la venta de droga. Robbie es buena gente y, aunque no quiere que haya mucha violencia, uno de los asaltos sale rematadamente mal, con muchas víctimas. Para ponerlo todo aún todo más complicado, la mayor parte de los «encargos» de los basureros acaban con viviendas pertenecientes a una banda muy peligrosa de moteros, Los Corazones Negros, dirigidos por los despiadados Jayson (Sam Keeley) y Perry (Jamie McShane).
Inevitablemente, la vida del agente del FBI y el ladrón se cruzarán (ambos en versión original con un fuerte acento de Delco), y chocarán con violencia (para ejemplo, el botón del tiroteo del primer episodio), y sin embargo, no es ni mucho menos una serie que destaque por la trama delictiva y del ratón contra el gato, aunque no faltarán escenas de thriller con persecuciones y muchos tiroteos y sangre. Sin embargo, Ingelsby vuelve a conseguir, como ya hiciera con la anterior producción, una gran radiografía de la culpa. Todo es un enorme asunto familiar en el que cualquiera de los dos personajes que pierda, significará que sus hijos e hijas sufrirán con ello. Durante todo el metraje, la edición irá saltando de uno a otro para mostrarnos cómo trabajan y viven en familia. Además, se añade la extensión de la visibilidad de los personajes más jóvenes. Como ejemplo, el del testigo Sam (Ben Lewis Doherty) que parte el mundo de Robbie, y que encontrará su lugar en el mundo gracias a la bondad del ser humano. Ni que decir tiene que las interpretaciones de Ruffalo y Pelphrey son el pilar fundamental de la serie. Ambos entristecen la pantalla a su manera, y en el caso del agente del FBI, sus modos, andares, barriga, barba y vodka son sinónimo del sufrimiento. Por si fuera poco, es fan de la jardinería y la ornitología.
La serie cuenta con todos los beneficios de un triunfo, con una paleta de colores que acompaña a la ciudad en sus transiciones con una luz dorada y escenas nocturnas de tenue azul. La dirección de Jeremiah Zagar y la partitura de Dan Deacon presentan muy bien lo que será «Task» desde el inicio de la serie. El dolor, la culpa y la rabia campan a sus anchas por dos hombres arrepentidos de sus decisiones, pero que tienen que seguir saliendo al mundo real para sobrevivir en un mundo cruel. Su revisitación con humildad del interior del ser humano es lo mejor, aunque a veces pretenda ensordecerse con una banda de motoristas ruidosos. El desequilibrio puede acabar en decepción.
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