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Copa Davis

Nadal puede con todo y lleva a España a semifinales

Equilibró la derrota de Carreño con su triunfo ante Schwartzman (6-1 y 6-2) y logró sobrevivir con Granollers en un doble dramático (6-4, 4-6 y 6-3)

Davis Cup Finals - Quarter-Final
Nadal celebra uno de los puntos del doble frente a ArgentinaSERGIO PEREZReuters

El tenis español es Rafa Nadal. Guste o no, la realidad es que el resto, salvo Djokovic y Federer, está a muchos, muchísimos cuerpos de distancia. A años luz. Y por eso Rafa tuvo que aparecer para evitar que España se quedara fuera de la nueva Copa Davis en cuartos de final ante Argentina. Nadal equilibró la derrota de Carreño con un partido tremendo ante Diego Schwartzman. Lo fundió por 6-1 y 6-2 en 60 minutos, sí una hora. Como si tuviera prisa por jugar el doble junto a Marcel Granollers. Ahí, en el punto decisivo, también fue protagonista para derrotar a la pareja argentina, González-Mayer, por 6-4, 4-6 y 6-3 en dos horas y 26 minutos. España se medirá en semifinales con Gran Bretaña. Los compañeros de Andy Murray liquidaron su eliminatoria ante Alemania por la vía rápida. Edmund y Evans superaron a Kohlschreiber y Struff.

¡Cómo se va a echar de menos a Rafa! Por todo lo que ha hecho, por todo lo que le queda por hacer y por noches como la vivida en la Caja Mágica. En individuales y en el doble. Había quien pedía a Rafa para los tres partidos de semifinales y que repitiera en una hipotética final. Nadal fue demasiado para Argentina. «El Peque» Schwartzman fue más pequeño que nunca por culpa del número uno del mundo. Rafa apareció como un cohete. Sacó el martillo pilón y el partido fue un pim pam pum de golpes ganadores del español. Al argentino le faltó pedir permiso al juez de silla para situarse detrás de uno de los relojes y dejar que la tempestad amainara. Lo de Rafa fue una tormenta perfecta, una búsqueda pertinaz de las líneas en cada uno de sus golpes. Su gesto lo decía todo. Rafa estaba todavía más concentrado que Nadal. En apenas ocho minutos se había apuntado los tres primeros juegos. Como si el español hubiera decidido no ser fiel a su juego pausado, rítmico, ordenado. Fue una trituradora. El mejor Nadal «indoor» de la temporada. Deslizándose por la pista, como si estuviera calentando para el partido de dobles.

Schwartzman miraba a Gastón Gaudio buscando algún consejo para detener el ciclón que tenía enfrente. A Bruguera no le hacía falta decir nada. Rafa lo pegaba todo y casi todo terminaba dentro. Era un potro desbocado que en 26 minutos se había apuntado el primer set. Sin tregua, faltando a su costumbre de sets casi siempre cercanos a la hora, Nadal no frenó. Logró un break en el tercer juego e hizo enmudecer a la animosa parroquia argentina. Después de ocho victorias y ninguna derrota ante Schwartzman, en la nueva Davis llegó la novena.

Y si hubiera sido por él, habría arrancado el partido de dobles inmediatamente después de acabar con el número uno de la albiceleste. Tuvo que esperar la reglamentaria media hora. Volvió y lo hizo tan desatado como empezó el partido anterior. Empezó sacando, salvó dos bolas de break en el quinto juego y fue el guía de Granollers. Con su impulso, España encarriló el partido, pero Argentina no se descentró. El segundo set fue como si Rafa se tomara una tregua para volver a la carga. En una situación crítica, con un set por delante para decidir quién se medía a los británicos, Nadal se echó encima a toda la Caja Mágica.

Logró Rafa que la derrota de Pablo Carreño ante Guido Pella quedara en una simple anécdota. Fueron dos horas y 38 minutos agónicos hasta caer por 6-7 (3/7), 7-6 (7/4) y 6-1. El equilibrio que se adivinaba antes del partido (el español, 27 del mundo; el argentino, el 25; 2-0 ajustado para Pablo en los precedentes) se confirmó en la central en los dos primeros sets. Cuando Pablo es atrevido, su tenis le convierte en «top 10». Y así se mostró en el primer tie break. No se cortó. Es capaz de trabajar muy bien los puntos y tiene la paciencia suficiente para esperar el golpe ganador. Anclado en el fondo de la pista se dedicó a mover a Pella y saber esperar. El argentino se vio cada vez más obligado. Sus golpes tenían que buscar más las líneas, las subidas cada vez debían ser un poco más forzadas y en una situación límite se creció. El décimo juego marcó la temperatura del drama. Fueron diez minutos de pelea plagados de alternativas que derivaron en un nuevo tie break. El argentino sacó la cabeza y tras más de dos horas de pelea la temperatura siguió subiendo. Tanto que Carreño se derritió. El estreno de Pablo en la nueva Copa Davis, provocado por la muerte del padre de Roberto Bautista, acabó mal. «Ante Pella me ha podido la presión», confesó el asturiano. La que nunca altera a Nadal. A la que el número uno del mundo mira, saluda y espanta.