Independencia de Reino Unido

¿Terrorismo o sólo violencia?

La Razón
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Prensa y políticos británicos son pudorosos al considerar, en los primeros momentos, las motivaciones del asesino de la diputada laborista británica Jo Cox. Son reacios a afirmar que la causa podía ser política a pesar de que el criminal gritó en un momento determinado «Gran Bretaña, ante todo».

La Prensa francesa, con más distanciamiento, apunta claramente que el autor de la atrocidad, un varón de 52 años, podría estar atacando con violencia a una notable diputada que viene haciendo campaña a favor de la permanencia de Reino Unido dentro de la Unión europea. Es decir, que sería un crimen odioso pero con subyacente intencionalidad política.

La polémica a la hora de calificar los actos terroristas es aún más patente en Estados Unidos. Obama, en la matanza de Orlando, hablo de un «acto odioso y de un acto de terror», pero evitó utilizar la palabra terrorista y menos aún la de islamista para que no se demonice a la población musulmana de Estados Unidos. Trump no vaciló en reivindicar lo que viene manteniendo desde siempre: la entrada de musulmanes en Estados Unidos constituye un peligro. Miembros del Partido Republicano, sin ir tan lejos, insisten en calificarlo de acto terrorista y tildan a Obama de paniaguado que no quiere reconocer la evidencia. Mc Connell, jefe de la mayoria republicana, ha omitido mencionar que lo de Orlando ocurrió en un club frecuentado por los gays, y un miembro de la Cámara de Representantes, deseando evidentemente subrayar el aspecto terrorista y, por ende, islamista de la masacre, ha manifestado que la discoteca en cuestión no era un club gay(?).

El FBI posee sus propias estadísticas sobre los «crímenes de odio» en las que, dejando a un lado el de Orlando –que parece claramente el acto de un lobo solitario seducido por el islamismo–, la base terrorista islamista parece a menudo brillar por su ausencia. En el año 2005, las víctimas más numerosas de crímenes violentos de odio eran los judíos (180 por cada millón de habitantes), los segundos eran los colectivos de gays, lesbianas, transexuales etc...(155), los terceros los negros (128). En 2014 el orden se ha alterado. Los gays y lesbianas han pasado al primer lugar(138), seguidos de los judíos(119) y, en tercer lugar, los musulmanes(79). Hispanos, asiáticos y blancos tienen cifras muy inferiores. Aclaremos que entre las mujeres transexuales atacadas hay un considerable porcentaje de negras. La paradoja, según algunos criminalistas, se da en que conforme la sociedad estadounidense es más abierta y acepta la diversidad de las inclinaciones sexuales, los radicales, los que están decididamente en contra, se vuelven más violentos. Comienzan a creer que el mundo y los valores en que han sido criados empiezan a ser amenazados. Esta parece ser la reacción del asesino de la admirada diputada británica, antigua dirigente de Oxfam una ONG que viene haciendo desde hace décadas una encomiable labor en el Tercer Mundo.

La previsible proliferación de ataques de lobos solitarios islamistas, teledirigidos por el Estado Islámico o espontáneos que quieren su momento de gloria, el reciente contra un comisario francés es un buen ejemplo, hará que la desconfianza hacia los musulmanes y los refugiados crezca en Occidente. Millones de seres humanos van a pagar por la locura de unas decenas de iluminados enloquecidos por una prédica fanática medieval.