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Toros

Las nuevas generaciones saltan al ruedo

Son veinteañeros y ya pisan con fuerza en las plazas. LA RAZÓN reúne a los nuevos «astros» taurinos que han rejuvenecido la fiesta y cogido el relevo a los grandes maestros.

ROCA REY, 21 AÑOS. Fenómeno taquillero mundial
ROCA REY, 21 AÑOS. Fenómeno taquillero mundiallarazon

Son veinteañeros y ya pisan con fuerza en las plazas. LA RAZÓN reúne a los nuevos «astros» taurinos que han rejuvenecido la fiesta y cogido el relevo a los grandes maestros.

Al término del calendario taurino comienzan a surgir las primeras conclusiones de una temporada dominada de principio a fin por un nuevo fenómeno taquillero procedente de Lima. Con la despedida de toreros como Padilla, Juan Bautista o Alberto Aguilar se avecinan otros nuevos con sus credenciales ya presentadas y dispuestos a tirar de la fiesta. Cuestión de ciclos. LA RAZÓN reúne a cuatro toreros llamados a protagonizar el reto de coger el ansiado relevo generacional, algo que saben que tendrán que arrebatar por la fuerza a figuras que no están dispuestas a ceder su trono. Si esta temporada ha tenido un monarca, ese fue Andrés Roca Rey. Este peruano de 21 años ha llenado casi toda plaza que pisó contando sus tardes, bautizadas como «las de Roca», por triunfos rotundos en los que ha eclipsado a sus rivales. Sin embargo, que la trayectoria de este torero con solo tres años de alternativa sea algo fuera de lo común no quiere decir que se trate de un hecho aislado que no responda a una tendencia o a un nuevo movimiento. Es la punta del iceberg. Así lo confirman tres toreros con los que comparte escalafón y generación. «El caso de Roca Rey es el ejemplo de un prodigio, algo excepcional. En este corto tiempo ha generado un ambiente en las plazas que es propio de los toreros más consagrados. Él ha conseguido de golpe lo que a otros les cuesta toda una carrera», comenta Álvaro Lorenzo, torero de 23 años que ha protagonizado su temporada más importante tras salir a hombros en Las Ventas a principios de año y «colarse» en muchas de las ferias veraniegas.

Por su parte, el torero de 27 años Pablo Aguado, que en 2018 ha encantado en Sevilla y Madrid, apunta que «a pesar de que el caso de Roca Rey sea algo extraordinario sí sirve para dar esperanzas a la afición y demostrarnos al resto de toreros que es posible hacerse un hueco entre las figuras». Esta corriente es compartida por el valenciano de 25 años Román, quien también se acuerda de otros toreros que lograron destacar ante las dificultades de un reducido escalafón, como López Simón.

«No sé exactamente cuál ha sido el secreto para generar tanta expectación. Yo procuro prepararme diariamente para estar a la altura de lo que la gente que llena las plazas espera de mí», reconoce humilde Roca Rey, que asegura desconocer la causa de protagonizar unas cifras tan mareantes. 89 orejas, cerca de medio millón de espectadores y 28 tardes de «lleno» ligando su nombre al «No hay billetes» en varias de ellas, como sus dos tardes en San Isidro. Pero ni los números le asustan: «No me obsesionan las cantidades de orejas o las tardes, solo busco torear para mí y mejorar cada día para nunca decepcionar a la gente que va a verme». La trayectoria del peruano ha sido tan meteórica hasta ahora que apenas fue objeto de análisis, sin apenas tiempo ni espacio para puntos de inflexión, recta y ascendente. Tanto es así que da la vertiginosa sensación de que ni él se ha planteado qué es lo que convierte a una promesa en figura: «Creo que es algo que se va haciendo poco a poco. Es verdad que hay días claves pero todo forma parte de un proceso».

El «runrún» del relevo generacional lleva sonando mucho tiempo, aunque nunca había sido tan palpable como ahora. ¿Se podría entonces decir que el cambio ya es una realidad o está aún en proceso? Todos coinciden en que el relevo es progresivo pero que en los últimos años ha ganado velocidad, siendo cada vez más habitual que en los carteles coincidan promesas y figuras, como asegura Álvaro Lorenzo. «Pero lo más importante es la gran pluralidad de estilos que hay entre nosotros. La variedad es lo que garantiza el futuro de todo espectáculo», matiza Aguado. El sevillano, al igual que Román, reconoce haberse mirado en el espejo que suponen las figuras para todo aspirante a torero, pero sin adulterar su propia personalidad, ignorando así las eternas comparaciones o rumores de parentesco: «Las copias siempre salen mal, por eso yo no pretendo representar a ninguna escuela ni recordar a ningún torero de gran reputación, los referentes solo deben servir como motivación».

¿un espectáculo rancio?

Al ver que el futuro del escalafón parece garantizado, el relevo que más preocupa es el de los tendidos. Uno de los mayores retos que estos aspirantes a figura tienen por delante es reenganchar a la gente con la que hoy comparten edad pero no pasión. Al menos todavía. Román tiene claro cuál es una de las claves para alcanzar tal objetivo: «Las redes sociales son fundamentales. Son el medio más eficaz para comunicarnos con los nuevos públicos y liberarnos del pesado estereotipo que soportamos. Además, a través de ellas debemos alejarnos del prototipo de ambiente que la gente tiene en la cabeza, demostrando que los toros no es un espectáculo rancio o envejecido». Roca Rey coincide en dar gran relevancia a los nuevos medios, y asegura que son muchos los jóvenes que contactan con él a través de ellos. Por su parte, Aguado y Álvaro Lorenzo insisten en la idea de reeducar a la gente, formar a nuevos aficionados y que los taurinos asuman la responsabilidad de acercar la fiesta a su entorno más próximo.

Estos cuatro toreros son los frutos de las últimas grandes ornadas novilleriles. Una generación cuyos comienzos estuvieron marcados por el regreso de la muerte a los ruedos españoles, por lo que a pesar de su corta experiencia conocen perfectamente los riesgos que llevan asumiendo desde temprana edad. El mismo Román estaba llamado a ser uno de los líderes de este cambio que ha acaparado Roca Rey, pero las tres cornadas que sufrió en los últimos meses le rompieron el calendario. «El gran ambiente con el que empecé la temporada se ha ido disipando con la falta de continuidad, en parte porque me costó recuperarme psicológicamente de la cornada de Sevilla. Reaparecí demasiado pronto y me sentí indefenso delante del toro. Pero el toreo es así, no hay nada escrito, e igual que de un día para otro te puede cambiar la suerte para mal, también puede hacerlo para bien».

Lejos de que la precoz madurez que jugarse la vida les otorga les impida identificarse con la gente de su edad, estos cuatro toreros veinteañeros despejan todo cliché. «No creo que el ser torero me condicione fuera de mi entorno profesional y tampoco que haya renunciado a nada más allá de lo que exige el calendario, como en cualquier otra profesión. Parece que los taurinos tenemos que estar ligados 24 horas a la tradición», asegura Román. Concretamente, Álvaro Lorenzo encuentra en un problema de comunicación la causa de que esto siga sucediendo. «Echo en falta tener más impacto en la sociedad y que los medios también hablen de nosotros cuando no suceden tragedias. Somos un ejemplo silenciado para la gente de nuestra edad», sentencia.