El chequeo de la cosa

Caminos de hierro

Por primera vez se larga una multinacional española, Ferrovial

Rafael del Pino, presidente de Ferrovial
Rafael del Pino, presidente de FerrovialRubén Mondelo EFE

Está por ver si el Gobierno considera que el caso Ferrovial ha llegado al tope de final de trayecto. En los ferrocarriles hay dos tipos de toperas. Las rígidas, casi siempre fabricadas de hormigón, y las elásticas o deformables, que absorben el impacto del tren y amortiguan el golpe a final de vía. En el traslado de la sede de Ferrovial a Ámsterdam, el Ejecutivo de Sánchez ha elegido la sólida, pero quebradiza, topera clásica con resultados palpables, más del 93% de los accionistas presentes en la Junta de la empresa votaron contra La Moncloa. Se crean varios precedentes.

Por primera vez se larga una multinacional española. Se muda para poder seguir creciendo, con mejores oportunidades de financiación y para terminar cotizando en EE UU. La deuda puede deformar los raíles más férreos y las constructoras consumen más bonos que cemento. Preocupa la comparación sobre la calificación de Países Bajos y España. El retrato no es favorable. Después está el debate de la seguridad jurídica. La compañía que preside Rafael del Pino metió el pie en el charco al utilizar este argumento. Pero el propio Gobierno intensificó las dudas al sacar en procesión a la Agencia Tributaria día sí y día también. La seguridad jurídica estará en entredicho si hay represalias. Ferrovial se ha rodeado de despachos de abogados mientras los funcionarios de Hacienda se sienten instrumentalizados. Cualquier movimiento de inspección, aunque sea correcto, ahora, puede ser considerado sospechoso.

Por último, está el coste reputacional. Hace tres meses Pedro Sánchez, en búsqueda de inversión, se reunía en Davos con Larry Fink, presidente de BlackRock, el mayor fondo del mundo, accionista de Ferrovial y de numerosas empresas españolas. Votó a favor de la marcha de la constructora.