Sueño y adicciones

Demuestran que beber alcohol no ayuda a dormir mejor

España está entre los países con mayor consumo de alcohol según un informe de la OCDE

Cuando comemos algo antes de beber, disminuimos la velocidad de absorción del alcohol, lo que dificulta la aparición de resaca
Cuando comemos algo antes de beber, disminuimos la velocidad de absorción del alcohol, lo que dificulta la aparición de resacaLa Razón

El sueño llega antes, esa es la parte verdadera, pero es de mucha peor calidad. El mito de que beber alcohol antes de acostarse mejora el descanso es erróneo. En realidad, provoca un sueño más fragmentado, menos profundo y de baja calidad. Bloquea la fase de sueño REM, esencial para la memoria y la gestión emocional humana, empeorando las apneas, ronquidos y síntomas del síndrome de piernas inquietas.

"El alcohol tiene un efecto más de sedación que de facilitador de un sueño adecuado", explica Sonia Carratalá, médica especialista en Psiquiatría y vocal de la Federación Española de Sociedades de Medicina del Sueño.

No poder dormir y recurrir al alcohol

"Entre otras cosas, en una noche de sueño tras consumo de alcohol es habitual que nos despertemos más veces. Por tanto, al día siguiente es más fácil que la sensación sea de no haber tenido un sueño reparador", alerta Carratalá. Para quienes sufren de insomnio, cualquier remedio puede parecer útil. Por eso, confiar en el alcohol como "hipnótico" es problemático.

Si el consumo de alcohol se vuelve habitual y normalizado, llegando a ser crónico, quienes lo ingieren podrían desarrollar adicción. Además, podrían experimentar mayores dificultades para conciliar el sueño, aumentando la cantidad de alcohol consumida en busca de esa sensación de sueño anticipado que obtuvieron inicialmente. Es un ciclo.

Pero esto no se limita solo al alcohol. Cualquier adicción, dificulta el logro de un buen descanso. Según el último informe de la OCDE sobre consumo de alcohol (datos de 2021), España está entre los países con mayor consumo de alcohol, con 11 litros por persona al año. El límite según la OCDE es 8,6 litros, y los únicos países que consumen más que España son Letonia y Lituania, con 12 litros por persona. Además, un 6 % de los españoles tiene algún trastorno por consumo de alcohol, siendo más común en hombres.