Viajes
Los mejores dulces de conventos hechos en España
Un repaso a los dulces de convento puede ser la mejor parada de carretera en las rutas que tenemos pensadas para este verano
Entre las largas y preciosas rutas que tenemos pensadas para hacer con el coche este verano, no siempre será posible detenerse y comer un sustancioso almuerzo de dos horas. Nos conocemos, tendremos un estricto horario que seguir. Si queremos llegar a este pueblo antes de que aquel lugar cierre a esta hora, para luego coger nuestra habitación en el hotel y luego cenar en este sitio que tenemos reservado a tal hora, hoy vamos con prisa. Cosas así. El estrés de la carretera, que alguna vez salta a devorarnos. Hará falta sin embargo, engañar al hambre con algún tentempié sabroso, a poder ser dulce, para sujetar el volante con la fuerza necesaria o no resultarle cansinos a quien haya decidido organizar la ruta. Siempre tenemos una gasolinera y sus chocolatinas, pero... ¿por qué no profesionalizarnos el oficio del placer? No es tan complicado. Basta con saber dónde buscar.
Los dulces de conventos quizás sean la mejor opción. Preparados con meticuloso mimo a partir de recetas centenarias, poseen un extraño poder estos dulces, porque basta con tomar uno o dos para sentirnos llenos, debido a esa mezcla de pena por terminarlos demasiado rápido y las grandes dosis de dulzor que llevan consigo. Échale un ojo a esta lista de los mejores dulces de conventos en España, así sabrás dónde puedes encontrarlos.
Mazapán de San Clemente (Toledo)
El mazapán es habitual en toda la península, pero como ocurre con cada lujo de la vida, siempre hay alguno que destaca por encima de los demás. Ocurre con los mazapanes de San Clemente. Dato curioso sobre los mazapanes: cuenta la leyenda que fueron ideados durante un terrible asedio a la ciudad de Toledo por parte de tropas musulmanas en 1212, con el fin de alimentar de forma rápida y sencilla a los habitantes de la ciudad. En nuestro caso alimentarán otras batallas, no necesariamente menos épicas. Desde aquel año hasta hoy, el monasterio de San Clemente ha dedicado ocho siglos - que se dice pronto - a elaborar los mazapanes más deliciosos de nuestro país. Si visitas la ciudad de Toledo, no dudes en pasar por el convento, está situado junto a la Plaza de Padilla.
Rosquillas de Santa Rosa (Palencia)
Uno de los detalles que hacen tan especiales los sabores ideados en los conventos es la práctica. Simplemente. Siglos realizando una receta no la convierten en un sabor monótono, sino que esta va cogiendo forma con lentitud, perfeccionándose con la delicadeza que supone un grano más o menos de azúcar. En lo que respecta a las rosquillas, parecería que cocinarlas no supone ningún misterio, pero el que pruebe las de Santa Rosa de Lima no podrá evitar paladear un aditivo que las convierte en deliciosas, más que deliciosas, gloriosas. Son tantos años de práctica que supieron añadirle ese extra ideal para acompañar el sabor tradicional de una rosquilla tonta, y desde que ellas lo pusieron, pocos lugares de España no lo hacen. Es el anís. Una idea sencilla que convierte un bocado sencillo en delicioso.
Mantecados y turrones de las monjas clarisas en Chinchón (Madrid)
Cualquiera que haya visitado Chinchón, conoce la amplia variedad de dulces que ofrece esta bonita localidad. Como era de esperar, las monjas clarisas no iban a quedarse atrás en este repertorio de sabores. Estas monjas de clausura dedican sus días a preparar varios tipos de dulces pero si tuviésemos que destacar dos de ellos - pararnos en uno no es suficiente - podríamos señalar los mantecados y el turrón. Dependiendo de la época del año, nos abalanzaremos a por uno u otro. Es sensacional el tacto empalagoso con que ambos dulces merodean en nuestro paladar. Los mantecados son ideales para probar en verano. Preparados con el mimo habitual y un toque de aguardiente con zumo de limón, su hojaldrado los vuelve ligeros al estómago, perfectos para los meses de calor.
Yemas de San Leandro (Sevilla)
No me avergüenza decirlo: este es mi dulce de convento favorito. La facilidad que supone prepararlas potencia el mérito que supone un sabor tan delicioso, infinitamente mejor a cualquier otra yema que haya podido probar. No es sencillo hacer de un plato fácil el más sabroso. Aunque se tiene constancia de ellas desde el siglo XVI, esta receta concreta es secreta para el público, únicamente las monjas saben cómo elaborarlas con exactitud. Es algo así como la receta de la Coca Cola, pero más rica y con una historia menos dramática. Numerosos escritores de nuestra tierra han alabado el delicado sabor de estas yemas, y sí es cierto que una vez las probamos es más difícil guardar unas pocas para más tarde. Llaman al paladar a saborear más, hasta vaciar la caja.
Perrunillas de Santa María de Jesús (Cáceres)
Las perrunillas son una pasta dulce habitual de Extremadura, elaboradas con manteca de cerdo, huevo, harina, almendra y azúcar, pocos que hayan visitado esta tierra las desconocen. Pero volvemos a la profesionalidad de las monjas, otorgadas por siglos de práctica. Cuando un restaurante de diez, veinte o cincuenta años salta diciendo que ellos elaboran las mejores perrunillas extremeñas, no puedo evitar que se me levante una ceja, o las dos. ¿Cómo van a superar a quienes llevan siglos perfeccionando una receta? Por esta razón es mejor no complicarse y visitar el monasterio de Santa María de Jesús, donde es seguro que podríamos probar las reales y mejores perrunillas extremeñas.
Tarta de Santiago en el Monasterio de San Paio de Antealtares (Santiago de Compostela)
La tarta más sabrosa en nuestro país se hará probablemente en este monasterio de clausura. Fundado en el siglo IX por Alfonso II, en la actualidad residen 40 monjas y hace de puerta de acceso al Museo de Arte Sacro. La visita tiene, por tanto, un doble sentido: cultural y gastronómico. Tras visitar el museo es imprescindible pasar por la zona de repostería y llevarse bajo el brazo una deliciosa tarta de Santiago. Esta puede consumirse en familia, bien colocados en la mesa con el honor que merece, o simplemente sentado en un banco y mediante mordiscos de placer. El azúcar glasé espolvoreado por encima hasta dar forma a la famosa cruz de Santiago parece aportarle un sabor mejor, la psicología es extraña y entra en juego hasta zambullirse en nuestro paladar. Porque no sería lo mismo una tarta de Santiago sin ese azúcar por encima. Como no sería igual cualquiera que no preparen estas monjas desde hace casi 600 años.
Cualquier sueño del Monasterio de Santa María la Real (Burgos)
Algo tiene Burgos que cuando se adentran en una empresa del tipo que sea, superan en ella al resto de las provincias españolas. Si quieren hacer un héroe se sacan al Cid, si es una catedral sale la Catedral de Burgos y la nombran Patrimonio de la Humanidad. A la hora de hablar de dulces de convento aparece en letras grandes y marcadas el nombre del Monasterio de Santa María la Real y se nos ocurre llamarlo el Macro de los dulces de convento. Hay para todos los gustos y sabores, haciendo imposible escoger ninguno por encima de los otros: un buen puñado de tipos de rosquilla, ruedas de chocolate, cocas de anís, brioche, tartas, trufas, tiernas magdalenas, rizos rellenos de crema... Lo mejor en estos casos es pedir un poco de cada y otro poco más por si las moscas. Se comen despacio y se vuelve a por más.
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