Viajes
Praga, el inicio ideal para descubrir Bohemia
Envuelta en la magia de la víspera navideña, esta capital invita a explorar y conocer sus alrededores
Praga tiene una habilidad rara: incluso en silencio, parece hablar. Y hoy, a menos de 24 horas del encendido oficial de su gran árbol navideño, la ciudad respira una expectación suave, casi íntima. Los mercados ultiman sus casetas, los músicos afinan bajo las arcadas y las guirnaldas ya cuelgan suspendidas sobre las calles históricas, como si aguardaran el gesto que marcará el inicio de una de las navidades más hermosas de Europa Central.
Lo conmovedor no es solo ese instante previo a la iluminación, sino la manera en que Praga, capital histórica de Bohemia, evoca la magia de toda la región que la rodea. Pasear por el Puente de Carlos o por Malá Strana en estos días es un recordatorio de por qué la ciudad figura entre los destinos más admirados del mundo: su fusión de historia, música, arte y atmósferas casi teatrales es difícil de replicar en cualquier otra capital europea. Pero esa misma fuerza simbólica despierta un deseo natural de mirar más allá. Y es que, más allá de sus puentes y torres, Bohemia se despliega como un mosaico de castillos renacentistas, pueblos que parecen detenidos en el tiempo y paisajes culturales protegidos por la UNESCO.
Viajar a Praga este invierno puede ser mucho más que quedarse en ella: puede ser abrir la puerta que conduce al corazón de esa región que, en pocos kilómetros, reúne ciudades nobles, aldeas puras y escenarios donde la historia sigue intacta. Un destino suave y delicado para quienes desean ir más allá de la famosa belleza de la capital.
Lo que sigue no es una lista técnica, sino un mapa narrativo que muestra Bohemia: cuatro experiencias —todas Patrimonio de la Humanidad— que se alcanzan fácilmente en escapadas desde la urbe.
Excursiones por la Bohemia desde Praga
Las agujas de Santa Bárbara parecen tensar el cielo. Con esa imagen arranca el viaje desde la capital hacia el este. A apenas una hora en coche, Kutná Hora muestra de inmediato su solemnidad: una catedral gótica que domina el valle y que, en su día, simbolizó la ambición de una ciudad que llegó a rivalizar con Praga.
Además de su catedral —una joya del gótico tardío europeo—, la ciudad es un pequeño museo al aire libre sobre el auge de la minería medieval. Las antiguas rutas de los mineros, los caserones burgueses y los restos de la Casa de la Moneda Real cuentan cómo Kutná Hora alimentó durante siglos la riqueza del reino. En invierno, las calles empedradas resuenan con un silencio que permite percibir con más nitidez ese pasado.
Muy cerca espera el Osario de Sedlec, un espacio de contemplación más que de impresión. El invierno lo intensifica: luz temprana, aire frío, silencio que se espesa. Kutná Hora no se recorre: se contempla.
Hacia el sur: Česky Krumlov
La torre multicolor del castillo aparece incluso antes de entrar en el pueblo. Es el faro renacentista que anuncia Český Krumlov, un lugar que parece diseñado con pincel. Iniciando en Praga, el viaje avanza dos horas hacia el sur y desemboca en este caserío ilustrado a mano: calles en espiral, fachadas que en diciembre se vuelven acuarelas apagadas y chimeneas que dibujan columnas de humo sobre tejados inclinados.
El castillo —uno de los complejos palaciegos más extensos de Europa Central— guarda un teatro barroco original único en el continente, todavía con su maquinaria histórica intacta. En los meses fríos, sus patios se vacían, regalando un recorrido sereno imposible en verano.
Moldava abraza el casco histórico en una curva perfecta, creando un ambiente cercano, casi suspendido en el tiempo. Český Krumlov respira con un ritmo propio.
Rumores del noreste: Telč
De nuevo desde la capital, la carretera toma otro rumbo. Hacia el noreste, Bohemia cambia de tono sin perder elegancia. Y entonces aparece una plaza que parece un escenario: Telč.
Su rectángulo perfecto de casas pastel, ordenadas como una composición musical, es uno de los conjuntos renacentistas mejor conservados del continente. La luz invernal convierte cada fachada en un trazo suave, y el pavimento húmedo refleja colores que parecen pintados a mano. El castillo —con elementos góticos, renacentistas y barrocos— completa un conjunto urbano que resume la delicadeza del Renacimiento centroeuropeo.
A dos horas desde Praga, Telč invita a bajar el ritmo. Cafés diminutos, talleres de artesanos y un silencio amable refuerzan la sensación de haber llegado a un lugar que nunca tuvo prisa. Aquí los pasos tienen eco. El sosiego es natural.
La Bohemia rural: Holašovice
Desde Praga, el camino desciende hacia el sur profundo, donde la región se vuelve más rural. Entre prados y colinas, Holašovice surge como un círculo perfecto de casas blancas y tejados rojos, proporcionadas con una armonía que sorprende.
Este pueblo, que sobrevivió casi intacto incluso a los grandes desplazamientos demográficos del siglo XX, es un ejemplo excepcional del “barroco popular”, una arquitectura campesina que combina tradición, simetría y colores suaves. Las casas se organizan alrededor de una explanada central que todavía hoy se utiliza para celebraciones locales. Cada detalle —frontones decorados, puertas de madera, chimeneas humeantes— forma parte de una identidad que ha resistido guerras y olvidos.
A dos horas y media desde la capital, el invierno envuelve a este pueblo con una delicadeza extrema: niebla baja, olor a leña, humedad que suaviza los colores y un silencio que parece material. Holašovice es la esencia de Bohemia en su forma más pura.
Un invierno para explorar
Sí, la inminente iluminación del gran árbol de la Plaza de la Ciudad Vieja, la apertura de los mercadillos y la llegada de diciembre convierten estos días en un momento especialmente evocador para visitar la capital. Pero esta navidad, Praga podría no ser únicamente un destino, sino también la puerta luminosa que invita a descubrir Bohemia, la región que la abraza y la envuelve por completo, conservando algunos de los paisajes culturales más valiosos de Chequia.
Este es un viaje que combina tradición, arquitectura, historia y la belleza tranquila del invierno centroeuropeo. Un viaje que no se detiene en los iconos, sino que los sobrepasa.
Porque viajar a Praga en estas fechas no debería ser solo caminar entre luces y mercados, sino permitir que la ciudad —y la región que la rodea— transforme la forma de vivir la estación más mágica del año.