El desafío independentista

Vuelta a las calles para arropar a Mas

La ANC, Òmnium, la AMI y la AMC llaman a la movilización para dar apoyo a los imputados por el 9-N a las puertas del TSJC. También piden concentraciones en todos los municipios.

Vuelta a las calles para arropar a Mas
Vuelta a las calles para arropar a Maslarazon

La ANC, Òmnium, la AMI y la AMC llaman a la movilización para dar apoyo a los imputados por el 9-N a las puertas del TSJC. También piden concentraciones en todos los municipios.

30 de mayo de 1984. Una multitud se reúne a las puertas del Parlament de Cataluña, donde se celebra la sesión de investidura de Jordi Pujol (la segunda de su carrera). Pocos días antes, la Fiscalía General del Estado ha presentado una querella contra Pujol y el resto de directivos de Banca Catalana por el agujero en la entidad. La muchedumbre aclama a Jordi Pujol a la salida del Parlament e inicia una marcha hasta la plaza Sant Jaume, donde se halla el Palau de la Generalitat. Los seguidores del líder de CiU lanzan cánticos para arropar a Pujol. Al cabo de unos minutos, el president sale al balcón y pronuncia una frase imborrable: «Dejadme que os diga una cosa, que es la última vez que la digo pero quiero que quede claro: el Gobierno de Madrid, el Gobierno central concretamente, ¡ha hecho una jugada indigna! Y a partir de ahora, cuando se hable de ética, de moral y de juego limpio, podremos hablar nosotros, pero no ellos».

15 de octubre de 2015. Una multitud se reunirá a las puertas del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC), donde Artur Mas está llamado a declarar por su papel en la consulta soberanista del 9-N. Los expertos en la agitación del soberanismo en las calles –la Asamblea Nacional Catalana (ANC), Òmnium Cultural, la Asociación de Municipios por la Independencia (AMI) y la Asociación de Municipios de Cataluña (AMC)– anunciaron ayer actos de apoyo a Mas y a las otras imputadas, las ex conselleras Irene Rigau y Joana Ortega.

Los organizadores prevén dos tipos de actos en dos días diferentes. Los primeros serán el 13 de octubre. Por una parte, han convocado concentraciones ante los ayuntamientos de todos los municipios de Cataluña. Y, por otra parte, acompañarán a las puertas del TSJC a las imputadas Joana Ortega e Irene Rigau.

La traca final se producirá el día 15, cuando Mas protagonizará una jornada en letras mayúsculas para la historia del nacionalismo catalán. El líder convergente comenzará el día realizando la clásica ofrenda floral ante la tumba del ex presidente de la Generalitat Lluís Companys en Montjuïc. Este año, precisamente, se conmemora el 75º aniversario de su fusilamiento. Acabada la ofrenda, Mas se dará un baño de masas ante el TSJC, adonde irá a dar explicaciones sobre su papel en lo que él llama «el proceso participativo» del 9-N.

Las entidades soberanistas preparan un gran despliegue, ya que las movilizaciones tendrán su réplica en las redes sociales, aunque todavía no se han concretado. También han animado a los socios de las entidades a enviar una carta de protesta a título individual dirigida al TSJC.

«Escribo para pedir que se archiven las causas abiertas contra la ex vicepresidenta Ortega, la ex consellera Rigau y el president Mas, ya que ellos fueron firmes transmisores de un clamor popular que exigía una consulta democrática», dice el modelo de la carta que las entidades han puesto a disposición de sus afiliados.

Del 31 de mayo de 1984 al 15 de octubre de 2015 no sólo han pasado más de 30 años. Han pasado muchas cosas más. CiU ya no es aquella formación hegemónica que obtenía aplastantes mayorías absolutas, porque CiU ha volado por los aires. Y Mas no es aquel Pujol que, tras la querella, tuvo la enorme habilidad de identificar su figura y su proyecto con el de Cataluña. De hecho, los días de Mas como presidente de la Generalitat podrían estar llegando a su fin.

La supervivencia política de Mas, cuyo cargo depende en estos momentos de la izquierda extrema de la CUP, está estrechamente relacionada con el baño de masas del 15 de octubre. Todos sus adversarios coinciden en el análisis: instrumentalizará la imputación para sacar beneficio político y mantenerse a flote. La máxima sanción por la supuesta comisión de delitos que se le imputan (desobediencia grave, prevaricación, malversación y usurpación de funciones en el proceso participativo del 9-N) podría ser la inhabilitación como presidente de la Generalitat, pero es improbable.

Lo que es probable es que Mas saque algún provecho político del episodio ante los tribunales, aunque no logre el rendimiento de Pujol. Los paralelismos son inevitables. Es inevitable recordar que a Pujol le querellaron apenas un mes después de las elecciones autonómicas de abril de 1984, mientras que a Mas le imputaron dos días después de las elecciones del 27-S.

Y es inevitable recordar a Karl Marx: «Hegel dice en alguna parte que todos los grandes hechos y personajes de la historia universal aparecen, como si dijéramos, dos veces. Pero se olvidó de agregar: una vez como tragedia y otra vez como farsa».