
Narcotráfico
Guadalquivir, el río idóneo para la implantación del narco
Ya no es solo vía de entrada del hachís. Ahora, los grandes clanes del narco introducen sus fardos desde Sanlúcar por las ventajas que ofrece el terreno

Es el único río navegable de España, con 90 kilómetros de recorrido, desde su desembocadura en Sanlúcar de Barrameda hasta Sevilla. El Guadalquivir ha jugado un papel fundamental en la historia de España, sobre todo a partir del siglo XV, cuando se convirtió en la principal vía de comunicación entre el Nuevo Mundo y Europa, aunque diferentes civilizaciones desde la época tartésica lo han utilizado como autopista comercial. Eso no quiere decir que el Guadalquivir sea fácilmente navegable. Es un río laberíntico, con brazos secundarios, multitud de caños y zonas semipantanosas, una orografía que hace compleja la navegación fluvial para las grandes embarcaciones pero que es perfecta para las gomas de los narcos.
El estuario del Guadalquivir ha funcionado tradicionalmente como vía de entrada del hachís procedente de Marruecos. Una ruta que empezó a intensificarse a partir de 2014, debido a la presión policial ejercida en el Estrecho. Así, los clanes que antes alijaban en las playas de La Janda trasladaron sus redes a Sanlúcar buscando nuevas vías de acceso, menos controladas. Pero ahora ya no solo se transporta hachís río arriba. Los cárteles colombianos de la cocaína asentados tradicionalmente en Galicia y Madrid se han percatado de las ventajas que ofrece el río.
Las últimas operaciones policiales ponen de relieve lo que se venía sospechando, que el Guadalquivir es la nueva autopista de la coca en España. En las dos primeras semanas de 2025, se incautaron en dos operativos 10 toneladas de farlopa, un 37% de todo lo que se incautó en 2023, según datos del Ministerio del Interior. La policía decomisó a finales de diciembre siete toneladas en contenedores enterrados en Puebla del Río y pocos días después, el 7 de enero, tres toneladas en el pueblo vecino de Coria. Lo preocupante, además de las cantidades de droga halladas, es que los vigilantes de las naves estaban equipados con armas de guerra, los ya famosos Kalashnikov.
Los narcos de la coca están mejor preparados y cuentan con mejores medios para defenderse. Y es que hay más competencia porque los precios han caído y se introducen más alijos: si en 2023 el precio del kilo de cocaína era de 32.000 euros, ahora ronda los 18.000.
Los grandes clanes de la cocaína meten ahora su mercancía por la desembocadura del Guadalquivir, en Sanlúcar, con destino Sevilla. Y lo hacen sin mayor problema gracias a las ventajas que ofrece este río. «Tiene muchos recursos para esconderse, es una especie de laberinto con muchas vías de escapatoria», apunta el profesor de Ciencias de la Tierra de la Universidad de Huelva, Antonio Rodríguez.Tal y como explica, el Guadalquivir es el único río navegable gracias a su batimetría, ya que «puede alcanzar profundidades de unos 5 o 7 metros en marea baja y de hasta 12 en marea alta». Eso, apunta, «permite que entren barcos de gran tonelaje». Hay que tener en cuenta, detalla Rodríguez, que es un río complicado «con muchos recovecos y cauces que en marea baja pueden quedar incluso secos». Para las embarcaciones pequeñas como la que usan los narcos «es mucho más fácil, porque tienen poco calado y menos riesgo de quedar encalladas en las playas de fango».
La ruta navegable oficial del río es de 45 millas náuticas, desde Sevilla hasta Sanlúcar. El instructor de la marina mercante Francisco José Rodríguez explica cómo transcurre: «Comienza en Alcalá del Río, con un pantalán bastante peligroso para atracar por su poca profundidad. Río abajo encontramos el pantalán de la Expo en Sevilla, el puerto deportivo de Gelves y, posteriormente, el de Coria y el de la Puebla, que necesitan mareas medias para que atraque un barco». Aquí termina el paisaje de huertas y comienza el de los arrozales, con «el magnífico pantalán de Isla Mínima, una zona muy plana, con muchos caños que aparentemente no se ven por la vegetación, recovecos y escondites, la zona perfecta para los narcos», detalla. En la Isla Mínima las gomas de los narcos suelen meterse por el brazo de los Jerónimos, que tiene muchos subcaños y que «aunque aparentemente está en desuso, las embarcaciones de poco calado se pueden meter». También se desvían por otros brazos, que antaño eran principales, como el de la Torre o del Este, con multitud de ramificaciones. «Hay que saber navegarlos, porque hay muchos escondites y caños tapados por la flora, por lo que los clanes se suelen nutrir de lugareños que conocen bien el río», apunta este marino e instructor náutico.
Tras dejar las marismas, «hay varias horas de navegación hasta el pantalán en desuso de Trebujena. Posteriormente, «se llegaría a Bonanza, que ya tiene un puerto pesquero, y por último, Sanlúcar en la desembocadura, con un pantalán importante y un par de club náuticos», prosigue este experto. Aunque las embarcaciones de poco calado «pueden llegar prácticamente a todos los rincones», este marino advierte de los peligros del río: «Estas aguas tranquilas por la influencia del clima Mediterráneo se transforman con frecuencia en furiosas corrientes con velocidad superior a los cuatro nudos con las consiguientes inundaciones. Por ello, hay que tener en cuenta la marea enfrentándose al viento, sobre todo de vaciante con vientos del suroeste que nos genera una ola, la Barrola, de cierta peligrosidad, sobre todo en la desembocadura». También, continúa, «hay que tener respeto o a las bombas de riego de las orillas y a los pesqueros fondeados con sus redes abiertas y que en muchos casos invaden la canal de navegación». Además, «en época de lluvia y en aguas turbias hay que estar pendiente de los troncos a la deriva y, por supuesto, del tráfico de barcos mercantes». Francisco José lleva muchos años navegando este ríom hasta el punto de que es autor de la «Guía Náutica del Guadalquivir», editada por la Diputación de Sevilla. Reconoce que el tráfico de narcolanchas en el río ha sido una constante, pero que ahora, «con los grandes clanes de la coca operando, la navegación por el bajo Guadalquivir ya no va a ser un juego de niños».
Los alcaldes del Bajo Guadalquivir han tenido ya varias reuniones con la Subdelegación de Gobierno para tratar el asunto, que es recurrente también en la Junta Local de Seguridad. «Más que preocupación, hay una sensación de incertidumbre porque no nos llega suficiente información por parte de la Administración ni de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad y nuestras competencias son limitadas», apunta el alcalde de Coria del Río, Modesto González. El regidor de esta localidad especialmente azotada por el narco reconoce que hay «cierto desasosiego» entre la población, causada sobre todo por «titulares llamativos y alarmantes». «Sabemos que algo está pasando fuera de lo usual, pero no tenemos suficiente información», apostilla.
Con todo, el alcalde de Coria recuerda que el Guadalquivir siempre ha sido una ruta tradicional del narcotráfico, pero lo que ha ido cambiando es el tipo de sustancia que se transporta. «El estuario ha sido utilizado siempre para el contrabando, primero de hachís y ahora de la cocaína», y ahí, dice, está el quid de la cuestión, porque «la economía vinculada a la misma es muy superior y eso hace que los clanes tengan mejores medios y que sean más peligrosos». El alcalde de Coria reconoce que la solución para controlar el tráfico de drogas en el río es complicada, pero que es imperativo «tomar cartas en el asunto», como se hizo con el río Guarranque.
La margen izquierda del río en la zona del Bajo Guadalquivir está especialmente desprotegida, debido a la geografía del terreno. «Si las narcolanchas no son interceptadas en la desembocadura es muy difícil hacerlo cuando ya remontan río arriba, debido a la cantidad de cauces y canales, es muy difícil controlar todas las entradas y salidas a las marismas», señala el alcalde, a lo que se suma las infraestructuras ya creadas en las mismas para favorecer el desarrollo agrícola y que son usadas por los narcos para evadir el control policial. Teniendo en cuenta esta casuística, el Ministerio del Interior está estudiando la posibilidad de dotar al Guadalquivir, a su paso por Sanlúcar, de unas barreras que impidan el avance de las potentes gomas que usan los narcos para moverse por el río y que resultan inalcanzables para el Servicio Marítimo de la Guardia Civil «El cierto que el Guadalquivir tiene una casuística muy concreta, pero hace falta que se creen soluciones exprofeso», insiste Modesto González.
El alcalde de Coria del Río teme que se repita lo que está ocurriendo en el Campo de Gibraltar, donde «el narco campa a sus anchas y los jóvenes ven una oportunidad de dinero fácil». Los pueblos del Bajo Guadalquivir son eminentemente agrícolas, con oportunidades limitadas para los jóvenes, un caldo de cultivo perfecto para que las redes del narco se infiltren en el terreno con facilidad.
«La preocupación es extrema porque los chavales ganan grandes cantidades de dinero sin apenas esfuerzo, simplemente siendo guardeses, los encargados de vigilar la mercancía, o puntos, chavales que controlan con sus motos de agua que el camino esté despejado de policías», alerta el regidor en una entrevista con este medio.
Antonio Molina, director del centro de adicciones Fromm Bienestar, de Puebla del Río, no es solo un terapeuta, sino un activista por su pueblo. Desde su experiencia, apunta que «el Guadalquivir siempre ha funcionado como una ruta de la droga, lo que pasa es que los clanes ya no se esconden». Por los pueblos del Bajo Guadalquivir, denuncia, «se ven a la luz del día a chavales con motos de agua y todos los vecinos saben para qué las usan». Y no solo los vecinos. Molina apunta que hay una connivencia del narco con la Administración, que, considera «hace la vista gorda». En este sentido, recuerda la cantidad de casos de corrupción policial en el Aljarafe, como el de los cinco policías detenidos en Alcalá de Guadaíra el pasado otoño por su vinculación con el tráfico de estupefacientes; o el del antiguo jefe de la Unidad de Seguridad Ciudadana de Sevilla, juzgado en marzo del año pasado por filtrar información a los narcos y robar fardos de hachís.
«Se compran voluntades, hay una relación directa de los narcos con las administraciones públicas», reitera este experto en adicciones. El mayor problema para los pueblos del Bajo Guadalquivir es que el narcotráfico es una oportunidad para los jóvenes, que se han convertido en «camellos con línea directa con el jefe del clan» y no tienen reparos en exhibir su modo de vida porque «se ha minimizado el riesgo». La sensación que hay en Coria, en Puebla y en el resto de municipios, concluye, «es de impunidad total».
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