Religión
El Cántico Espiritual, el tesoro que guardan con celo unas monjas de Jaén
Se trata de una de las obras cumbres de la mística española y se conserva en una caja fuerte del convento de Santa Teresa
Las 14 monjas carmelitas del convento de Santa Teresa de Jaén guardan con celo el Cántico B del Cántico Espiritual de San Juan de la Cruz, una de las obras cumbres de la mística española y que desde 2013 está inscrito en el Catálogo del Patrimonio Histórico Andaluz como Bien de Interés Cultural (BIC).
El Códice se conserva en una caja fuerte del convento, dentro de un estuche de plata repujada y cincelada, encuadernado en terciopelo rojo y con una caligrafía que encaja con la lírica excelsa de San Juan de la Cruz. El manuscrito, fechado entre finales del siglo XVI y principios del XVII, es la joya mejor custodiada por las monjas, conscientes de que, a lo largo de la historia, han tenido que afanarse por protegerlo de las persecuciones sufridas por la Iglesia y también de los expolios durante la Guerra Civil.
“Las madres que han estado aquí en anteriores generaciones nos han ido transmitido ese amor y ese cuidado hacia esta joya tan bella de la que tenemos la responsabilidad de ser sus guardianas”, explica a EFE la hermana Lourdes de la Inmaculada, que porta en su mano un facsímil del Cántico Espiritual. A pesar de que el Códice es, por sí solo, un indudable reclamo para el turismo cultural y religioso, las carmelitas de Jaén sólo lo exhiben en momentos excepcionales y siempre entre grandes medidas de seguridad.
Fue en 1615 cuando la monja carmelita Isabel de la Encarnación, hija espiritual de San Juan de la Cruz, fundó el monasterio de Jaén y trajo consigo el manuscrito que le había regalado su compañera Ana de Jesús Lovera, superiora de un convento granadino. Se sabe que San Juan de la Cruz memorizó en la cárcel de Toledo los versos que dictó después a un amanuense en Granada. Las hojas sueltas las regaló a una monja priora, que a su vez se las entregó a una monja entristecida, Isabel de la Encarnación.
Ésta las llevó consigo en una talega por Sevilla y Baeza antes de fundar el Convento de las Carmelitas Descalzas en la capital jiennense. Este manuscrito está considerado la versión ampliada y definitiva del Cántico Espiritual, al que se han incorporado las enmiendas y correcciones autógrafas de San Juan de la Cruz. Está escrito en letra humanística cursiva de gran elegancia y esbeltez, ajustada a las ligaduras y nexos de la itálica.
“Descubre tu presencia,/ y máteme tu vista y hermosura; /mira que la dolencia/ de amor, que no se cura/ sino con la presencia y la figura”, son los versos de la estrofa undécima del Cántico B que recita la hermana Lourdes de la Inmaculada..
De esta manera, la provincia conserva los dos códices del Cántico Espiritual del místico sanjuanista, ya que el Cántico A llegó en octubre pasado al Museo San Juan de la Cruz de Úbeda tras el cierre del convento de las Carmelitas de Sanlúcar de Barrameda (Cádiz), donde estaba hasta entonces. Y, al contrario de lo que ocurre en Jaén, el Museo de Úbeda (en esta ciudad murió San Juan de la Cruz en 1591), sí que exhibe en sus vitrinas el Cántico A. En la última parte de su vida, San Juan de la Cruz pasó mucho tiempo en la provincia de Jaén, en la que tuvo una intensa actividad. En 1578 llegó como vicario al convento del Calvario en Beas de Segura, donde entabla amistad con Ana de Jesús.
En junio de 1579 se establece en la fundación de Baeza donde permanece como rector del Colegio Mayor hasta 1582. Finalmente, en 1591, cae enfermo durante un viaje en el convento de La Peñuela de La Carolina y es trasladado a Úbeda, donde muere la noche del 13 al 14 de diciembre.
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