
Méritos e infamias
Jubileo Juancarlista
Es surrealista que España celebre la muerte de Francisco Franco y no la coronación de Juan Carlos I hace medio siglo, quien facilitó el duro camino hacia la democracia.

Sólo en un país de papanatas como España nos pegamos medio siglo sufriendo los cincuenta años anteriores enfermizamente. Viviendo en tecnicolor el presente, pero volviendo la vista al pasado en blanco y negro; como una suerte de ezquizofrenia constante que nos impide disfrutar de nuestro tiempo. Se ha escrito bastante del trauma de Alemania tras las dos guerras mundiales, que compartimos al tratar de acercarnos al inmenso dolor moral de los hornos crematorios, soportando nuestras atrocidades de 2025. Debe ser complejo, porque el ser humano ya no es el mismo tras Auschwitz e Hiroshima, aunque el espanto continúa. Los españoles además debemos de cargar con el sobrepeso de una guerra fratricida y la posterior dictadura, que como bolas de preso, parece que nos lastran diariamente. Que un gobierno llamado de izquierdas celebre la muerte de Francisco Franco como el logro que parió la democracia en nuestro país cuando la clandestinidad política en 1975 era inútil, sólo suena a una broma de mal gusto. El PCE, que era quien de verdad tenía una estructura, y los terroristas de ETA fueron meros espectadores de las palabras de Arias Navarro en la televisión. Nada más se movió contra el régimen en un país gobernado como un cuartel. La dictadura seguía pero se desangró lentamente desde el 22 de noviembre, cuando a Juan Carlos I le pusieron la corona: un rey de los españoles que pueden ser comunistas, republicanos, nacionalistas o monárquicos. Un rey que le abre la puerta a los partidos políticos. Un rey que frena al sector más radical del ejército. Un rey que firma la primera Constitución Española sin una gota de sangre sobre sus artículos. Un rey que mete a España en la modernidad. Un rey que, con el mismo poder que ostentaba Franco, lo suelta progresivamente para convertirse únicamente en el “mejor embajador de España”. Verán, por todo esto, aunque sólo sea por unas horas, mañana su historia personal, judicial y sexual me importarán un pepino. Lo mismo que la necrofilia de la última carta del Gobierno.
✕
Accede a tu cuenta para comentar


