Salud

El bótox como aliado para tratar la parálisis cerebral en menores

El Hospital de Valme de Sevilla realiza un protocolo de anestesia para la infiltración de la toxina botulínica

Procedimiento de la infiltración terapéutica de forma ecoguiada en el Hospital de Valme
Procedimiento de la infiltración terapéutica de forma ecoguiada en el Hospital de ValmeP. Adones/AGSsur sevilla

La toxina botulínica, conocida habitualmente como bótox, es una sustancia química que actúa sobre las células musculares y bloquea su actividad, paralizando el músculo. El servicio de Medicina Física y Rehabilitación del Hospital Universitario de Valme de Sevilla junto al servicio de Anestesiología y Reanimación de este mismo centro han desarrollado un protocolo asistencial que potencia la humanización en los menores con patologías neurológicas tributarios de tratamiento con toxina botulínica. Su anestesia monitorizada y aplicación en bloque quirúrgico aporta una mejora en el mayor control del dolor y de la ansiedad frente a la aplicación terapéutica.

Desde el servicio de Medicina Física y Rehabilitación del hospital sevillano se atiende a población infantil con patología neurológica muy diversa, siendo una de sus principales manifestaciones la «espasticidad». Se trata de un trastorno muscular que implica que los músculos se vuelvan rígidos y puedan provocar espasmos involuntarios. Implica alteraciones de movimiento, postural y dolor.

Al respecto, la jefa del citado servicio clínico, Cayetana Sánchez, subraya la utilidad de la toxina botulínica «demostrada como una opción de tratamiento con alto nivel de evidencia en efectividad y seguridad». Su objetivo es mejorar la postura y movimiento, el crecimiento y la función muscular y aliviar el dolor.

Y, precisamente, dentro de la patología neurológica infantil, destaca en un 90% el colectivo infiltrado con toxina botulínica para tratamiento de la parálisis cerebral.

Ésta incluye un grupo de trastornos permanentes del desarrollo del movimiento y de la postura que provocan una limitación de la actividad, según informaron a LA RAZÓN desde el Área de Gestión Sanitaria Sur de Sevilla. Son atribuidos a daños no progresivos en el cerebro fetal o infantil en desarrollo, pero sigue siendo la causa más frecuente de discapacidad motora infantil con una prevalencia en torno a 2,5 - 3 por cada 1.000 nacidos vivos.

La población diana del protocolo instaurado está compuesta por pacientes con patología neurológica que presenten problemas de espasticidad, hipertonía (aumento del tono muscular), sialorrea (incapacidad para retener la saliva en la boca) o dolor, que no tengan contraindicación para el uso de toxina botulínica tipo A. Es un colectivo de entre 3 a 16 años de edad, incluyendo casos excepcionales de pacientes de entre 16 y 18 años que estén imposibilitados para recibir el tratamiento de forma segura y eficaz.

Sin embargo, Cayetana Sánchez subraya al mismo tiempo que la infiltración de esta neurotoxina «es una técnica dolorosa, que requiere precisión y que hay que repetir en el tiempo». Para la precisión, los especialistas cuentan con la alta capacitación profesional y el apoyo en la ecografía como guía para la inyección en el control anatómico exacto; pero requiere de la colaboración por parte del paciente en su inmovilización durante el procedimiento, siendo complicado en población infantil.

La sedación convencional con medicación oral presenta como inconveniente la dificultad para tragar el jarabe (falta de respuesta muy frecuente en niños más pequeños) y sedación demasiado superficial que puede interferir en la acción de la infiltración del especialista e incluso en el control sólo parcial del dolor y de la ansiedad. Además, este procedimiento para materializar el tratamiento se repite cada 6 meses, lo cual provoca mayor estrés entre los pacientes y sus padres.

Frente a ello, el servicio de Medicina Física y Rehabilitación solicitó la colaboración del servicio de Anestesiología y Reanimación, cristalizando en la redacción de un «Protocolo Asistencial de Anestesia en Niños con Parálisis Cerebral para Tratamiento con Toxina Botulínica». El mismo dispone llevar a cabo una anestesia adecuada en quirófano, con control de vía aérea y monitorización permanente para la infiltración muscular de forma eficaz y segura. Al respecto, la jefa del servicio de Anestesiología, Mercedes Echevarría, pone en valor la importancia de la elección de una adecuada anestesia y la coordinación con los especialistas rehabilitadores para reducir el estrés asociado a la administración de las inyecciones en población infantil.

Como resultado, se ha obtenido una alta satisfacción de las familias, como destacan las dos responsables de este protocolo asistencial: «El valor añadido de esta iniciativa es la calidad asistencial y la satisfacción percibida, revirtiendo tanto en el bienestar de estos jóvenes pacientes como en la tranquilidad de sus progenitores».