Gatos

¿Cómo hacer jugar a tu gato? Un veterinario te lo explica

La apatía de un gato que de repente rechaza el juego es mucho más que un simple cambio de humor; podría ser el síntoma silencioso de un problema de salud o un profundo malestar emocional

Gato naranja EE. UU.
Gato naranja EE. UU. PEXELS (MelaniMarfeld)

Cuando un gato que siempre ha sido un torbellino de energía deja de mostrar interés por sus juguetes, la situación puede convertirse en un motivo de alarma para sus dueños. Esta apatía repentina no es un simple capricho, sino a menudo el primer síntoma visible de que algo no va bien en el mundo del felino. Entender qué se esconde detrás de esa desgana es fundamental para garantizar su bienestar.

De hecho, la respuesta suele encontrarse en su entorno más inmediato. Los gatos son animales de rutinas muy marcadas, y cualquier alteración puede desestabilizarlos profundamente. La causa puede estar en cambios drásticos en su entorno, como unas obras ruidosas en el edificio, una mudanza reciente o incluso la simple presencia de visitas desconocidas que lo sumen en un estado de alerta constante, anulando por completo sus ganas de jugar.

Por otro lado, el aburrimiento también juega un papel crucial. Si el animal lleva meses viendo los mismos ratones de trapo y las mismas pelotas, es natural que la monotonía de los juguetes termine por desmotivarlo. Una solución tan sencilla como rotarlos periódicamente, guardando unos y sacando otros, puede reavivar su curiosidad. Esta misma apatía, tal y como indica el experto Carlos Gutiérrez en su canal de YouTube, puede estar ligada a la ausencia de un miembro de la familia, ya sea una persona u otra mascota, desencadenando una especie de depresión.

El carácter y los miedos innatos del animal

Ahora bien, el escenario es muy distinto cuando se trata de animales que nunca han sido juguetones. En estos casos, la falta de interés no responde a un cambio súbito, sino a su propio carácter. Suelen ser felinos más inseguros o que no recibieron una socialización adecuada durante sus primeras semanas de vida, lo que los vuelve temerosos ante estímulos que no comprenden.

En estos casos, un enfoque demasiado directo puede resultar contraproducente. Por ejemplo, el movimiento brusco de una pelota lanzada hacia ellos puede ser interpretado como una amenaza en lugar de una invitación al juego. Para estos gatos, son mucho más efectivas las herramientas que permiten una interacción a distancia, como las cañas con plumas, que imitan el movimiento sutil e impredecible de una presa sin resultar invasivas.

Sin embargo, si la falta de interés por el juego se prolonga y ninguna estrategia parece funcionar, la causa podría ser más profunda. Este comportamiento es, en muchas ocasiones, la primera señal de un problema médico subyacente que le provoca dolor o malestar, como la artrosis. Cuando la desgana se vuelve crónica, la visita al veterinario se convierte en una necesidad ineludible para descartar cualquier dolencia y recibir un diagnóstico profesional.