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El truco definitivo para saber si tu perro tiene estrés

Una mudanza, la separación de sus dueños o incluso la alegría desbordada pueden desencadenar en los perros un estrés con graves consecuencias tanto para su salud como para la convivencia familiar

El truco definitivo para saber si tu perro tiene estrés
El truco definitivo para saber si tu perro tiene estrésPexels

La solución al estrés canino reside, en gran medida, en manos de sus dueños. Lejos de ser un problema ajeno a su control, el papel del propietario es fundamental para reconducir la ansiedad del animal. La clave está en crear un entorno predecible y estable, donde las rutinas de paseos, alimentación y juego sean constantes. Asegurar que el perro recibe una dosis adecuada de ejercicio, tanto físico como mental, constituye la base para devolverle la tranquilidad y mejorar de forma notable su calidad de vida. En este sentido, saber con qué frecuencia se debe pasear a un perro es un pilar fundamental para construir esa estabilidad.

Sin embargo, antes de aplicar cualquier cambio en el día a día del animal, el primer paso e ineludible es la consulta con un profesional. Acudir a un veterinario o a un etólogo permite no solo obtener un diagnóstico certero, sino también y más importante, descartar otras patologías físicas que podrían estar detrás de esos cambios de comportamiento. Muchas enfermedades pueden manifestarse con síntomas muy parecidos a los del estrés, por lo que una evaluación experta es crucial.

De hecho, las señales que delatan su malestar pueden ser muy variadas, y a menudo se confunden con una simple desobediencia. El animal puede mostrar conductas repetitivas y compulsivas, como lamerse las patas hasta hacerse heridas, perseguirse la cola de forma obsesiva o ladrar sin un motivo aparente, una idea que comparten desde Anicura. La aparición súbita de miedos, una marcada incapacidad para concentrarse o un comportamiento destructivo en casa son otros de los síntomas más comunes.

El origen del problema: cuando el entorno se vuelve una amenaza

En este sentido, la raíz de la ansiedad canina suele encontrarse en factores externos que alteran su sensación de seguridad. Una mudanza, la llegada de un nuevo miembro a la familia —sea un bebé u otra mascota— o la separación prolongada de sus cuidadores son algunos de los detonantes más frecuentes. Estos cambios, que para una persona pueden ser rutinarios, suponen una profunda desestabilización para el animal. Incluso acciones bienintencionadas pueden ser perjudiciales, ya que como advierten los adiestradores, saludar al perro efusivamente al entrar en casa puede fomentar la ansiedad por separación.

Asimismo, otros elementos como la exposición a ruidos fuertes y repentinos, por ejemplo los petardos, los viajes o una socialización deficiente durante su etapa de cachorro, pueden generar cuadros de estrés crónico. Conviene saber que no toda la ansiedad es igual: los expertos distinguen entre el estrés negativo (distrés) y el positivo (eustrés), asociado a una sobreexcitación placentera. No obstante, el peligro reside en que ambas formas, si se mantienen en el tiempo, pueden desembocar en serios problemas de salud que afectan tanto al bienestar del perro como a la convivencia familiar.