¿Cuál es secreto?
La longevidad centenaria no solo le pertenece a María Branyas: esta "laminera" aragonesa solo le lleva cuatro años de diferencia
Se llamaba Piedad Loriente Pérez y ostenta el título de mujer más longeva de Aragón
María Branyas Morera, la persona más longeva del mundo desde hace casi dos años y, también, la octava de la historia mundial, , ha fallecido esta semana a los 117 años y 168 días, dejando un legado de longevidad casi sin precedentes. Su muerte, que se produjo "durmiendo" como ella deseaba, ha sido confirmada por su familia.
La muere ha tenido lugar en la residencia Santa María del Tura de Olot, Gerona, donde residía desde hacía dos décadas. La noticia ha sido recibida con miles de mensajes de afecto en las redes sociales, en donde se había compartido un emotivo mensaje en su cuenta de X que decía: “Y cuando mi voz calle con la muerte, mi corazón te seguirá hablando de amor” (Tagore).
Según la Asociación Gerontology Research Group (GRG), que verifica a las personas supercentenarias, solo once personas, todas mujeres, han vivido más que ella. El récord absoluto de longevidad lo ostenta la francesa Jeanne Calment, que murió con 122 años y 164 días. Un rasgo sorprendente en la vida de Branyas fue su salud. Según su hija, no tuvo ninguna enfermedad grave y, de hecho, superó el COVID en 2020 a los 113 años. A pesar de su avanzada edad y del deterioro progresivo de su salud en los últimos años, ella se sentía afortunada por haber vivido una vida tan plena.
Más datos sobre la maña de 113 años
En nuestro país, la comunidad aragonesa también se despidió hace menos de un año de Piedad Loriente Pérez, en noviembre de 2024, la mujer hasta entonces más longeva de dicha región autónoma desde que se tienen registros históricos.
Nacida en Agüero, Huesca, el 11 de septiembre de 1911, Piedad murió a los 113 años en la residencia CAI-Ozanam Oliver de Zaragoza. Por lo que trascendió entonces, la anciana compartía habitación con una de sus hijas, y era además una persona querida por todos los profesionales del centro y sus compañeros.
Piedad, que era muy "laminera" (golosa en aragonés), disfrutó de una vida llena de dulzura, como lo demostró en su último cumpleaños, que fue celebrada por todo el equipo de la residencia y sus familiares gracias a una jornada de "emoción y cariño" en la que no pudo faltar el chocolate, su gran debilidad.
Un legado compartido
Ambas mujeres, una catalana y otra aragonesa, comparten el legado de una vida excepcionalmente larga y llena de experiencias, testigos de casi dos siglos de historia. Sus historias reflejan la fuerza y la resiliencia de una generación que vivió momentos históricos de gran importancia. La coincidencia de sus muertes pone de manifiesto el valor de la longevidad en la sociedad y la importancia de honrar a quienes han vivido una vida tan completa y plena.