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Denuncian manipulación informativa anti-China

Plaza de Tiananmen, Pekín
Plaza de Tiananmen, Pekínlarazon

Por estar decepcionado y harto de seguir “la estela de lo que los medios estadounidenses y el Departamento de Estado de EE. UU. quieren contarnos”, el responsable de la oficina de la Agencia de Noticias EFE de España en Beijing, Javier García, decidió abandonar el periodismo al que se ha dedicado más de 30 años.

“En pocos días dejaré el periodismo, al menos temporalmente, tras más de 30 años de profesión. La bochornosa guerra informativa contra China se ha llevado buenas dosis de mi ilusión por este oficio, que hasta ahora había sobrevivido a no pocos conflictos y otras lindezas”, escribió García el 28 de septiembre en su cuenta de Twitter.

A sus ojos, la manipulación informativa occidental contra China es “flagrante”, “con decenas de ejemplos a diario”, y el tan proclamado tótem occidental de “prensa libre” está marcado por “no salir del guión preestablecido” sobre China y “recalcar una y otra vez lo malo que es el ‘comunismo’”.

El caso de la región autónoma uygur de Xinjiang, en el noroeste de China, es un ejemplo de la desinformación de los medios occidentales sobre el país asiático.

Pese a que la población uygur en Xinjiang ha aumentado desde más de 8,34 millones de habitantes en 2000 a más de 11,62 millones en 2020, la prensa occidental no deja de inventar historias de “genocidio”, además de lanzar acusaciones infundadas de crímenes contra la humanidad y trabajos forzados.

Cuando el periodista y escritor francés Maxime Vivas, quien visitó Xinjiang “de un extremo a otro”, desmintió en su libro las noticias falsas puestas a circular por los medios occidentales, sufrió un alboroto mediático en su contra.

“Lo que me critican no es el contenido de mi libro, es haber escrito un libro que no es un libro anti-China”, explicó Vivas en su momento.

En esta narrativa anti-China, todo lo que hace el país asiático debe ser por definición negativo. Y si, inesperadamente, China logra algún avance sin precedentes y servir de ejemplo para los países occidentales, la prensa occidental siempre hará la misma pregunta: “pero a qué precio” y buscará lo peor de China.

Cuando la economía china crece, cuando invierte en otro país, cuando adelanta proezas ecológicas a través de campañas masivas de reforestación, o cuando logra la meta de eliminar la pobreza absoluta con unos 99 millones de habitantes rurales saliendo de la línea de pobreza, a juicio de los medios occidentales el precio que debe pagar China es mucho más alto que los logros.

El caso de Vivas es también ilustrativo. Al enterarse de que “incontables mentiras están siendo difundidas por personas que nunca han estado en Xinjiang”, Vivas aún tiene fe en que “la verdad saldrá a la luz” con los esfuerzos de los valientes quienes narran la verdad escondida por los medios.