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Aceite de Palma: la UE permite su uso en los coches hasta 2030

Acaba de ser presentado el documento que tenía que establecer los pasos para el abandono progresivo de este aceite como combustible. La Comisión lo considera un cultivo insostenible aunque admite como bueno el procedente de pequeñas plantaciones

Aceite de Palma: la UE permite su uso en los coches hasta 2030
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La Comisión Europea pone el límite para el abandono progresivo para este combustible

El vodevil del biodiésel de aceite de palma sigue sumando escenas. La última es la del acto delegado adoptado por la Comisión Europea el pasado 9 de febrero, una semana más tarde de la fecha tope, en la que reconoce el alto impacto ambiental de las plantaciones de palma por su elevado riesgo de cambio indirecto del uso de tierras (CIUT), lo que significa que se clasifica como insostenible y no puede incluirse en los objetivos de renovables en el transporte a partir de 2030.

Las intenciones europeas se viene perfilando desde junio de 2018 cuando el Parlamento llegó a un acuerdo para eliminar los agrocombustibles con alto riesgo de cambio indirecto del uso de tierra. En diciembre la Directiva de Renovables estableció la obligación de eliminar progresivamente estos biocarburantes de elevado riesgo a partir de 2023 hasta su desaparición definitiva en 2030 y que hasta ese momento los niveles de consumo no pueden crecer por encima de los que se den a finales de 2019 en cada Estado miembro. Está por ver entonces con qué nivel de consumo se acaba este año. «En España, por ejemplo, la normativa permite una mezcla de hasta el 7% de biodiésel, sin especificar qué materia contiene (soja, palma, oliva). Además, no es obligatorio indicarlo en la etiqueta. Pueden darse pequeñas variaciones en el resto de la UE», explica Bernardo Tormos, investigador del Instituto CMT-Motores Térmicos de la Universidad Politécnica de Valencia.

El acto delegado ha sido acogido con luces y sombras entre diversas organizaciones que incluyen a la patronal del bioetanol europeo. Por un lado «es una buena noticia porque es un paso más para poner en marcha la Directiva que ya marca el fin del biodiésel de este tipo para 2030 y reconoce que la palma es de alto impacto. Sin embargo, no es perfecto. Ahora se abre un plazo de 30 días de consulta pública y luego tanto el Parlamento como el Consejo de la UE tendrán dos meses para decidir si vetan o no la propuesta, porque no habrá posibilidad de enmendarlo», explica Florent Marcellesi, eurodiputado de Equo.

Las críticas no han parado de llover primero porque en esta catalogación de alto riesgo de CIUTno se incluye la soja y en la limitación al aceite de palma se exime a aquellos volúmenes que procedan de pequeñas explotaciones o cultivos de tierras marginales por lo que puede ser una laguna para que Europa siga usando la misma cantidad de palma en las mezclas de diésel. «Se puede entender que quieran proteger a los pequeños agricultores, pero no está claro que eso no vaya a servir para que la gran industria siga vendiendo su aceite aquí. Por otro lado, las certificaciones de aceite sostenible tampoco son robustas, generan dudas porque al final se trata de una autodeclaración de los países y la industria», opina Marcellesi. Epure, la patronal europea de bioetanol, tampoco está de acuerdo con el acto delegado: «Hacer una excepción para las materias primas producidas por los pequeños agricultores no sólo permite que los biocombustibles de alto riesgo de CIUT, como el aceite de palma, ingresen a Europa a través de la puerta trasera, sino que también lo hagan por la principal».

Más contundente se muestra Mario Giampietro, investigador del Instituto de Ciencia y Tecnología Ambiental de la Universidad Autónoma de Barcelona y coordinador del proyecto europeo Magic, al afirmar que «la política de incentivo a los biocombustibles es un desastre. Ninguno de ellos garantiza que se disminuyan las emisiones sino al revés, además desplazan a las persona y cambian los usos de la tierra. Desde los años 90 se sabe que no tiene sentido apostar por ellos y, sin embargo, se ha continuado incentivando la producción en Europa, en refinerías que utilizan materia prima que viene de Asia y América Latina donde se deforesta para alimentar los tanques de gasolina. Y todo esto en un contexto en el que ni siquiera está garantizada la alimentación para una población que aumentará para 2050». Dentro de escasas semanas su grupo publicará las conclusiones de un largo estudio que evalúa las políticas sostenibles europeas en este tema del biodiésel. Teniendo en cuenta el uso indirecto de la tierra, «la palma emite tres veces más gases de efecto invernadero que el diésel y la soja el doble», afirma Rosalía Soley, técnico de Ecologistas en Acción y responsable de la campaña «No en mi depósito», con la que la organización ha recopilado más de medio millón de firmas para pedir a la Comisión que este acto delegado estableciera de qué manera llegar al fin del aceite de palma y cuyo resultado, sin embargo, no les ha dejado satisfechos.

La soja también deforesta

Si bien existe una gran preocupación a nivel alimentario por el consumo del aceite de palma, el 82% de la población europea ignora que los depósitos de los coches usan más aceite de este tipo que la industria de la alimentación. Concretamente «el 51% del aceite de palma importado por la Unión Europea (UE) se usa en forma de biodiésel», explica Soley. En el caso de España y siguiendo los datos de la Fundación Española de Aceite de Palma Sostenible en su Informe Económico del Aceite de palma en España 2018 el principal usuario en nuestro país es el de Biocombustible, que acapara un 83% del total. Si Europa lo ha declarado insostenible, no se entiende, dicen las organizaciones conservacionistas, por qué deja puertas abiertas. Tampoco se entiende por qué la soja queda libre de la denominación de cultivo de alto riesgo cuando «un 7% de la expansión de la soja de 2012 a 2015 estuvo relacionada con la deforestación», afirma Soley.

Hay que recordar que el aceite de palma se da en zonas tropicales del planeta; los principales países productores son Indonesia (55,2%), Malasia (29,4%), Tailandia (3,9%), Colombia (2,3%) y Nigeria (1,4%). Los dos primeros copan el 84,6% de la producción mundial, aunque los países de América del Sur cada vez ocupan más espacio en la producción. Según datos de Greenpeace sobre palma entre 1990 y 2015 casi 24 millones de hectáreas se han destruido en Indonesia por este cultivo.

En el año 2018 la producción ha crecido desde los 67,92 millones del año anterior a los 70,90 millones. En cuanto a consumo, los europeos estamos sólo por detrás de India en importación y uso. Por detrás estarían China, Pakistán, Egipto, Bangladesh y Estados Unidos. Mientras, las importaciones globales españolas de aceite de palma también se han incrementado. Cuando se habla de palma es necesario mencionar también el Programa Medioambiental de la ONU, que dice que la plantación de palma es responsable de la deforestación de los bosques tropicales. «El 70% de las plantaciones en Indonesia y el 50% en Malasia están situadas en zonas que antes eran bosque tropical», según datos de la Organización de Consumidores y Usuarios.