Turismofobia
Críticas muy duras de Reino Unido por la política 'antiturista' en Baleares: "Cada vez vienen menos"
Una de las zonas más perjudicadas de Baleares ha sido la zona de Magaluf, donde los turistas gastan cada vez menos dinero
El tradicional vínculo entre el turismo británico y la localidad mallorquina de Magaluf atraviesa un momento de cambio. Según un reportaje publicado por el diario británico Daily Mail, cada vez son menos los visitantes procedentes del Reino Unido que eligen este enclave de las Islas Baleares como destino vacacional.
En contraste, el espacio comienza a recibir con más fuerza a turistas de origen alemán, francés y portugués, un fenómeno que preocupa a empresarios y trabajadores locales del sector.
Un destino que pierde a sus clientes más fieles
Durante décadas, Magaluf ha sido sinónimo de vacaciones británicas. El ambiente de ocio nocturno, los bares temáticos y la cercanía cultural con los visitantes del Reino Unido habían convertido a la zona en uno de los epicentros de este turismo en España. Sin embargo, las voces desde los negocios locales confirman que la tendencia está cambiando.
La propietaria del conocido Lineker’s Bar, resumía la situación con contundencia: “Este suele ser un destino británico, pero este año no hay ninguno”. A su juicio, la clientela que solía llenar los bares y discotecas de la localidad ha disminuido de manera drástica.
Una percepción compartida por Carla, camarera en el mismo establecimiento, quien detalló que el año comenzó con buenas expectativas, pero a partir de junio la afluencia cayó en picado. “Intentan hacerlo más exclusivo y dirigirse a las familias, pero no gastan. Puede que venga un grupo de italianos a tomarse un espresso durante cuatro horas”, lamentó.
Factores económicos y fiscales
La reducción del turismo británico no se explica únicamente por un cambio de tendencias, sino también por motivos económicos. Uno de los más señalados es el Impuesto de Turismo Sostenible, que supone en temporada alta un cargo adicional de hasta seis euros por noche y persona. A ello se suman los impuestos sobre el alquiler de coches, que pueden alcanzar los 80 euros en función de la duración de la estancia.
El Índice de Precios de Consumo (IPC) interanual en las Baleares se situó en el 2,8% en junio, mientras que los precios de hoteles y restaurantes se incrementaron en torno a un 5% interanual. Estas cifras reflejan un encarecimiento progresivo del destino, que puede estar alejando a los visitantes británicos, más sensibles a los aumentos de costes en el actual contexto económico.
Protestas y percepción social
Otro de los elementos que han afectado a la imagen de las Baleares en el extranjero son las protestas contra el turismo masivo. En diversas movilizaciones se han podido ver pancartas con mensajes como“Turistas, váyanse a casa”. Aunque no van dirigidas de manera exclusiva al turista británico, estas manifestaciones han tenido eco en la prensa del Reino Unido, reforzando la idea de que los visitantes no siempre son bien recibidos.
Una trabajadora de la empresa Vibe Mallorca, apuntó que el modelo turístico también está cambiando con la proliferación de alquileres vacacionales. Según explicó, muchos visitantes optan por alojarse en un Airbnb, cocinar en casa y hacer la compra en supermercados locales, reduciendo su gasto en bares y restaurantes.
Un perfil de cliente que gastaba más
Los testimonios de los trabajadores del sector coinciden en un punto: el turista británico solía generar un mayor nivel de consumo. Una camarera de otro local de la zona, lo resumió así: “Echamos de menos a los ingleses, porque los ingleses gastan dinero. Los italianos, por ejemplo, vienen y comparten un espresso entre cuatro personas”.
Este contraste en los hábitos de consumo subraya la preocupación de los negocios de ocio nocturno, bares y restaurantes de Magaluf, que han visto cómo el gasto medio por turista desciende al mismo tiempo que cambia la nacionalidad predominante de los visitantes.
Retos de futuro
La situación en Magaluf abre un debate más amplio sobre el modelo turístico de Baleares. El intento de reorientar la oferta hacia un perfil más familiar y de calidad puede tener efectos positivos en términos de sostenibilidad, pero también plantea desafíos para los negocios que durante años han vivido del turismo británico de ocio.
Con los precios al alza, las tensiones sociales en torno al turismo y la competencia de otros destinos europeos más baratos, el reto para Magaluf será equilibrar la llegada de nuevos mercados con la fidelización de un cliente histórico que, a ojos de los empresarios locales, garantizaba mayor rentabilidad.