Historia
Esta es la ruta que invita a descubrir la historia más antigua de Menorca: medieval, musulmana y británica
Esta isla balear conserva un patrimonio histórico singular, que abarca desde los vestigios talayóticos hasta una arquitectura marcada por la influencia británica durante su periodo como colonia en el siglo XVIII
Menorca es mucho más que sus paradisíacas playas de aguas turquesas que se esconden entre formas rocosas. Esta isla balear, la más natural probablemente del archipiélago, conserva un patrimonio histórico singular, que abarca desde los vestigios talayóticos hasta una arquitectura marcada por la influencia británica. Su legado militar también resulta imprescindible para comprender su identidad: castillos, torres de vigilancia y fortificaciones que todavía hoy se mantienen en pie como testigos de su pasado estratégico en el Mediterráneo.
A lo largo de los siglos, la isla fue codiciada por británicos, franceses, otomanos y españoles, todos ellos interesados en su posición geográfica privilegiada. Muchos de estos vestigios se pueden visitar en la actualidad, lo que permite a residentes y turistas descubrir una parte fundamental de la historia menorquina.
Defensas medievales y árabes
Cerca de la localidad de Ciutadella, al oeste de la isla, se encuentra la Torre d’en Quart, de origen medieval. Esta torre fue durante siglos un dispositivo esencial para proteger a los habitantes de los ataques piratas. Con el tiempo perdió su función defensiva y pasó a integrarse en el entramado urbano de la zona.
A menos de veinte kilómetros se alza el Castillo de Santa Águeda, situado en el municipio de Ferreries. Se trata de los restos de una antigua atalaya árabe que domina el paisaje desde lo alto de una colina. Construida entre los siglos X y XIII, fue uno de los complejos defensivos más relevantes de al-Ándalus.
De las trena y siete torres originales, aún se conservan cerca de una decena, lo que lo convierte en un lugar imprescindible para comprender el pasado islámico de Menorca. Además, los árabes pasaron por el resto de las Islas Baleares, dejando marcas de su influencia tanto en Mallorca como en Eivissa.
El este de la isla y la huella británica
En el extremo oriental de la isla se encuentra el Fuerte Marlborough, una auténtica obra maestra de la ingeniería británica. Excavado en la roca de Cala Sant Esteve, en la entrada sur del puerto de Mahón, este complejo fue levantado entre 1720 y 1726 y debe su nombre a Sir John Churchill, duque de Marlborough, considerado el general británico más destacado de su tiempo.
Su entramado de túneles y galerías permite al visitante viajar hasta el pasado, siglos y siglos atrás y adentrarse en la estrategia defensiva de la Menorca bajo dominio de la Corona británica.
La influencia británica ha dejado hoy en día también herencias en el lenguaje y en algunas costumbres, como por ejemplo, en la producción de ginebra, muy típica en la balear.
Torres de vigilancia frente a incesantes incursiones
El litoral menorquín también conserva numerosas torres de vigilancia que, en su época, se comunicaban entre sí mediante señales de fuego o humo para alertar de posibles invasiones.
Algunas de ellas fueron construidas por la Corona española entre los siglos XVI y XVII, como la Talaia de Bajolí, la Talaia d’Artrutx, la Torre d’Alcalfar o la Torre de Punta Prima.
Estas atalayas desempeñaron un papel crucial en la defensa de la isla frente a piratas y otomanos, y en los últimos años varias han sido restauradas para preservar este legado.