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Turismo

Los mejores enclaves para ver amanecer en la isla de Ibiza

No solo los atardeceres son bonitos en la balear, sino que la salida del sol, para los más madrugadores, también es un momento bonito de presenciar

Los mejores enclaves para ver amanecer en la isla de Ibiza iStock

Cuando el resto de la isla aún duerme y los ecos de la noche comienzan a apagarse, Ibiza ofrece uno de sus espectáculos más silenciosos y menos explotados: el amanecer. En contraste con su reputación de fiesta interminable, hay un momento cada mañana en el que la isla se muestra serena, mágica, casi íntima. El sol, alzándose sobre el Mediterráneo, tiñe de tonos rosados y dorados los acantilados, las calas y los bosques de pinos. Es entonces cuando quienes madrugan —o quienes no han dormido— descubren otra Ibiza: la de los primeros rayos, la de la calma absoluta.

Uno de los enclaves más recomendados para ver salir el sol es Punta Moscarter, en el norte de la isla, cerca del faro del mismo nombre. Allí, el cielo parece incendiarse detrás del mar abierto, y el entorno natural, virgen y alejado del turismo masivo, permite una experiencia contemplativa sin interrupciones. Además, el acceso se puede realizar mediante una ruta de senderismo que forma parte del atractivo.

Otra opción menos conocida pero igual de sobrecogedora es Cala de Sant Vicent, al este. Rodeada de colinas cubiertas de vegetación, esta cala ofrece una panorámica limpia del horizonte. Los hoteles y bares permanecen cerrados a esas horas, lo que permite disfrutar del sonido del oleaje y de los primeros trinos de los pájaros sin distracciones.

También en el este, la playa de Es Figueral se ha consolidado como un lugar favorito para locales y visitantes que buscan saludar al sol. La luz temprana recorre las aguas poco profundas, creando reflejos que varían minuto a minuto. Muchos aprovechan para hacer yoga, meditación o simplemente caminar por la orilla mientras el día comienza.

En Santa Eulària des Riu, la segunda localidad más grande de la isla, el paseo marítimo también se convierte en un excelente observatorio. Desde la zona del puerto o desde el mirador del Puig de Missa, se puede ver cómo el sol va ganando terreno al cielo oscuro, perfilando poco a poco las barcas, las palmeras y el relieve de la costa.

Quienes prefieren un entorno aún más salvaje pueden dirigirse a Cala Boix, una de las pocas playas de arena negra de Ibiza. Al estar orientada hacia el noreste, el sol asoma pronto entre las montañas, y la combinación de colores y texturas —arena oscura, rocas rojizas, mar en calma— crea un paisaje digno de una postal.

Los amaneceres ibicencos no aparecen en tantos catálogos turísticos como sus puestas de sol, pero tienen algo que las hace únicas: ofrecen una conexión con la isla desde el silencio, desde la luz que empieza y no desde la que se despide. En ellos, Ibiza revela una parte de sí que solo conoce quien la ve despertarse.