Curiosidades

La tradición mallorquina que se ha vuelto viral este verano: "No necesita planificación previa"

El 'capfico' es una práctica muy habitual y natural en Mallorca y en el resto de Baleares, aunque en las otras islas donde esta zambullida se ha bautizado con otro nombre

GRAF6472. PEGUERA (MALLORCA), 08/07/2021.- Turistas disfrutan del sol en la playa de Peguera, este jueves en el municipio mallorquín de Calvià. EFE/CATI CLADERA
Dos personas caminan equipadas con sombrillas y gorros por una playa de MallorcaCATI CLADERAAgencia EFE

Durante las jornadas intensas de verano, en Mallorca florece una tradición sencilla profundamente arraigada en la cultura: el capfico, un gesto que para muchos isleños va mucho más allá de un simple baño en el mar.

Se trata de una inmersión breve, espontánea, sin grandes pretensiones, que ha sido practicada durante generaciones y que, ahora, se ha hecho popular a través de las redes sociales.

El capfico consiste en una zambullida rápida y sin ceremonias. No se busca nadar largos tramos, ni hacer deporte, ni pasar horas al sol: basta con entrar en el agua, mojarse -a menudo solo la cabeza-, y volver a tierra firme, explica la influencer mallorquina Maria Portalo en un post de TikTok.

Puede suceder al salir del trabajo, al amanecer, o como un paréntesis improvisado en medio del día. Lo que importa es el contacto directo con el mar y la sensación inmediata de alivio y bienestar que proporciona.

Una costumbre con auge de popularidad

Aunque es una costumbre habitual para quienes viven en Mallorca (y en otras islas de Baleares, donde recibe otro nombre), el capfico ha pasado en los últimos veranos de lo íntimo a lo compartido, gracias al empuje de las plataformas digitales.

Numerosos usuarios locales han empezado a publicar vídeos mostrando su "momento capfico", a menudo acompañados de frases en mallorquín o reflexiones sobre la conexión con la naturaleza y el ritmo pausado del verano isleño.

En un contexto en las islas marcado por el turismo de masas y las playas abarrotadas, el capfico se presenta como una alternativa auténtica, minimalista y profundamente local.

Es también un gesto que habla de equilibrio: el deseo de refrescarse, sí, pero también de conservar el vínculo íntimo con un entorno que, para muchos, ya no es solo paisaje, sino memoria y hogar.

Una práctica habitual

Más allá de su reciente popularidad en internet, el capfico es -y ha sido durante décadas- una práctica habitual en muchos pueblos costeros de Mallorca. Quienes crecieron junto al mar lo reconocen como algo natural.

El capfico puede hacerse desde un pequeño muelle, una roca, una cala escondida o incluso un puerto. No requiere traje de baño ni toalla. Algunos lo hacen vestidos, otros en ropa interior. El mar es parte del día a día, y esta pequeña inmersión representa una comunión directa y sin filtros con ese mar que todo lo envuelve.

Una simple zambullida

En tiempos en que muchas tradiciones locales se ven arrinconadas por el ritmo frenético del turismo, el capfico se mantiene vivo como un recordatorio de lo esencial: la importancia de lo simple, lo breve, lo cotidiano. Una zambullida de unos segundos que refresca el cuerpo y despeja la mente, sin más intención que la de seguir adelante, un poco más ligeros.

Y aunque haya quien ahora lo descubra como una moda en redes, para los mallorquines siempre ha sido, y seguirá siendo, un pequeño ritual de pertenencia. Un gesto tan fugaz como necesario.