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El increíble hombre menguante

El increíble hombre menguante
El increíble hombre menguantelarazon

Seguro que muchos recuerdan esta “película de culto” estrenada en 1957, en la que un hombre va viendo como su cuerpo reduce en tamaño hasta llegar a enfrentarse con una araña que le dobla en altura, en una escena que es un clásico del cine fantástico.

En la política española como en esa película, es fácil encontrar hombres y mujeres menguantes. Llegan a sus poltronas ministeriales henchidos de orgullo mirando al resto de los mortales por encima del hombro, se sienten más allá del bien y del mal, como una raza superior ajena a ese mundo plebeyo plagado de problemas despreciables.

Y así aunque ellos cada día se ven más grandes, en realidad comienzan a menguar, algunos lentamente y otros cuando se airea alguno de sus vergonzosos secretos, lo hacen a velocidad de vértigo. En este caso no se vienen abajo, muy al contrario su prepotencia se multiplica exponencialmente, pero eso da igual ya que de manera inapelable comienzan a menguar y a menguar y cuando ya tienen el tamaño de un garbanzo, gritan con un hilo de voz: “los medios atacan al Gobierno y a la democracia, hay que controlarlos”.

Al final cuando abandonan el ministerio, su tamaño se ha reducido tanto que ni los ujieres ni los guardias civiles de la puerta les ven salir. Más aún tras dejar su puesto parece que se evaporan como si nunca hubieran existido, ese es el final que espera al “político menguante”.

Mi político menguante favorito estuvo hace meses dándose un baño de masas en Barcelona pontificando como un gran líder frente a una audiencia entregada, por supuesto me refiero a Borrell. En cuanto llegó a Asuntos Exteriores, hizo suyo ese refrán: “donde dije digo, digo Diego”, iniciando así su periplo de “hombre menguante”. De la noche a la mañana, el régimen dictatorial de Venezuela se convirtió en un interlocutor válido y las sanciones de Europa son un error. En lo referente a Israel, donde antes apoyaba la posición mantenida por la UE de dos estados y una negociación que lleve a un acuerdo de paz, ahora se ha aliado con las tesis de la izquierda más radical y más anti-israelí. Pero como dijo claramente a los periodistas: “esto no tiene nada que ver con Podemos”, se olvidó “el menguante” Sr. Borrell de esa expresión: “Excusatio non petita, accusatio manifesta”.

Lo más grave, lo que hace del Ministro Borrell un excelente ejemplo de “hombre menguante”, no son sus opiniones políticas, ni sus acciones al frente de su Ministerio. Lo que hace que el Sr. Borrell esté menguando a velocidad de vértigo, es haberse convertido en una marioneta en manos de Pablo Iglesias, al que sirve gustosamente siguiendo las órdenes de su Presidente del Gobierno. La única misión de nuestro Ministro de Asuntos Exteriores es cumplimentar la agenda internacional de Pablo Iglesias y Podemos. Esa agenda que curiosamente complace las necesidades de Venezuela e Irán.

Por supuesto que Israel sabe lo que hará Borrell y conoce perfectamente quienes son las “amistades peligrosas” de Sánchez. También Estados Unidos sabe que se oculta tras las políticas de Borrell y reconocen que con él no hay posibilidad de negociación, ya que sencillamente se dedica a hacer lo que le encargan. Ellos saben que tras Israel, serán los siguientes y al igual que a Pablo Iglesias no le importará destrozar la rentable balanza comercial de España con Israel, tampoco se detendrá ante las vitales exportaciones españolas a USA y nuestros importantes contratos de infraestructuras. A Pablo Iglesias no le importa dejar un rastro de miseria con sus acciones. Un buen marxista bolivariano sabe que mejor tener un pueblo empobrecido al que poder comprar.

Yo entre ver a esos “hombres y mujeres menguantes” de nuestra política o esa escena de la peli y el combate entre la araña y ese diminuto hombre armado con una aguja de coser, me quedo con la peli, es más creíble que nuestros políticos.