A Contraquerencia

Pamplona, el reino que pone la verdad en pie

Corrida de la feria de San Fermín, el pasado año, en la plaza de Pamplona.
Corrida de la feria de San Fermín, el pasado año, en la plaza de Pamplona.larazon

@PatriciNavarro

Es por casi ser la excepción uno de los motivos por los que uno respeta cada vez más a Pamplona. Sí, la plaza del toro inmenso, rematado, hondo, que asusta a propios y extraños cada mañana a las ocho en punto, incluso antes, en los corrales donde niños y mayores pasan a visitar lo que queda por delante de feria.

Ver a los animales antes, como cuando El Batán era Batán de verdad y se exponían los toros que después se lidiarían en San Isidro. En ese caldo de cultivo nos criamos mucho. Y se nota. Por el amor al toro mucho más allá que por la afición, que se puede despertar o no. Pero el toro, el misterioso animal intocable, inalcanzable para la mayor parte de los humanos atrapa irremediablemente.

En Pamplona se canta al toro por todos los rincones. Plaza ruidosa como ninguna, con sus cánticos incluso con ese Tendido de Sol que pasa por allí para no derrochar un segundo al aburrimiento. Todo es Pamplona, pero sobre todo buena afición para esperar a ver qué pasa en Sevilla y en San Isidro y, lo que es mucho más importante, actuar en consecuencia. De ahí que en esta edición podamos ver a toreros que tanto apetece por lo que nos han demostrado en los últimos tiempos, algunos en un renacer con la veteranía tatuada en algún lugar que le da un sitio fabuloso delante del toro, como es el caso de Eugenio de Mora.

En Madrid, en la Monumental venteña el toledano se ha reinventado y con fuerza. O Alberto López Simón, autor de una de las gestas de este año. Dos puertas grandes en Las Ventas de manera consecutiva. La primera que cambió por salir de la enfermería en una tarde épica e histórica, en la tradicional Corrida Goyesca del Dos de Mayo y a la segunda forzó la máquina con toros de medianías y de camino a la callé de Alcalá acabó su tarde. Jiménez Fortes, al que sólo encontraron una tarde este San Isidro a pesar de que regó el anterior con sangre, va a los Sanfermines...O Morenito de Aranda. Y así, con este panorama, con esta perspectiva uno se siente más libre. Que sea una excepción, que lo es, es cancerígeno para el sistema. Ese engranaje cerrado si no entras en el intercambio de cromos. Hablemos de toreo, y de grandeza. Que la verdad del ruedo, esa que es irrefutable, es muy grande.