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Geopolítica

Un gigante oculto bajo el océano despierta la ambición de España y Marruecos por un recurso incalculable

Mientras el tesoro sigue fuera del alcance físico, la batalla diplomática por su control avanza con pasos calculados en el Atlántico

Un gigante oculto bajo el océano despierta la ambición de España y Marruecos por un recurso incalculable Meteored

España y Marruecos llevan casi una década midiéndose en silencio por un territorio que nadie ve desde la superficie, el monte submarino Tropic, un volcán apagado de más de cien millones de años que se ha convertido en pieza codiciada porque concentra minerales clave para la tecnología verde y puede marcar la diferencia en la carrera mundial por la energía del futuro.

Las abuelas canarias y un gigante oculto bajo el océano

El monte Tropic forma parte de una cadena de montañas sumergidas conocidas como las 'abuelas canarias', un conjunto más antiguo que el propio Archipiélago. La cima del volcán descansa a mil metros bajo el nivel del mar y su base desciende hasta los tres mil metros adicionales, lo que lo convierte en un coloso geológico que comparte origen y características con Bimbache, Drago, The Paps y Echo. Su antigüedad, que ronda los ciento veinte millones de años, permite interpretarlo como una isla desaparecida que hoy conserva en sus laderas restos minerales acumulados durante millones de años.

Un deposito extraordinario de minerales críticos

Las campañas científicas desarrolladas por equipos españoles y británicos han identificado en Tropic cantidades excepcionales de telurio. Este elemento, indispensable para paneles solares de última generación, es escaso en tierra firme y apenas se extrae en Australia, Rumanía, México y Estados Unidos. Las estimaciones señalan que las concentraciones presentes en el volcán multiplican por miles las reservas conocidas en superficie, lo que explica el creciente interés internacional.

El monte también alberga cobalto, esencial para las baterías de vehículos eléctricos, así como tierras raras empleadas en los imanes de turbinas eólicas y equipos tecnológicos. Níquel, vanadio, bario y plomo completan un catálogo que la Unión Europea clasifica como estratégico, lo que convierte al conjunto de las 'abuelas canarias' en un auténtico filón de materias primas para la transición energética.

El laberinto jurídico que desencadena el conflicto

La disputa entre España y Marruecos nace de la posición exacta de Tropic, situada a unas 269 millas náuticas al sur de El Hierro, fuera de la zona económica exclusiva española y más allá también de las aguas reconocidas a Marruecos. En este escenario, cualquier país puede solicitar a la ONU la ampliación de su plataforma continental hasta las 350 millas permitidas. España lo hizo en 2014, pero la solicitud continúa en fase de estudio.

Marruecos, por su parte, ha optado por actuar de forma unilateral y ha ampliado sus aguas hasta integrar zonas del Sáhara Occidental y parte del espacio que España vincula al archipiélago canario. Aunque esa delimitación no cuenta con reconocimiento internacional, Rabat la usa como referencia política mientras Madrid insiste en que solo son válidos los acuerdos avalados por Naciones Unidas.

Un horizonte tecnológico aún lejano

Aunque el valor del Tropic es incuestionable, la explotación de sus recursos está muy lejos de ser una realidad. La ingeniería actual no permite operar con eficacia ni seguridad en fondos que superan los tres mil metros de profundidad, una región del océano que apenas ha sido explorada y que plantea desafíos extremos por la presión, la oscuridad y la inestabilidad del terreno.

Los expertos calculan que la minería en estas cotas podría tardar entre veinte y treinta años en desarrollarse, un periodo en el que será necesario crear nuevos vehículos, adaptar la normativa internacional y evaluar los riesgos ambientales.

Un ecosistema vulnerable

Las montañas submarinas funcionan como refugios de corales de aguas frías, peces de profundidad y organismos poco conocidos. Alterar estos hábitats mediante maquinaria pesada podría tener un impacto irreversible, motivo por el cual la Autoridad Internacional de los Fondos Marinos avanza con extrema cautela y varios grupos científicos piden moratorias amplias mientras no se comprendan por completo los efectos de esta actividad.