Cargando...

Historia

La isla donde el mar aún cuenta la historia de amor más hermosa de España

Entre acantilados y bruma aún resuena la leyenda del guerrero que convirtió un peñasco de océano en lugar de pasión y resistencia

La isla donde el mar aún cuenta la historia de amor más hermosa de España Mi Gran Canaria

La bruma marina se arremolina en torno a una roca solitaria mientras el oleaje dibuja un círculo de espuma y las gaviotas giran sobre el océano como si custodiara un secreto antiguo, frente a la costa de Gran Canaria el Roque de Gando apenas ocupa media hectárea de superficie y aun así ha logrado algo que muchos lugares mayores no consigue reunir historia, naturaleza y una leyenda de amor que compite con cualquier Romeo y Julieta.

Un islote mínimo frente a Telde

Desde la avenida marítima de Telde el Roque de Gando parece un simple peñasco plano que emerge a unos 300 metros de la orilla aunque en realidad se trata de un viejo edificio volcánico modelado por la erosión marina durante miles de años que hoy está protegido como Sitio de Interés Científico y figura como el espacio natural más pequeño de Gran Canaria. Sobre esa plataforma castigada por los alisios prosperan plantas capaces de vivir con sal y escasez de agua como la barrilla, la suaeda o la uvilla de mar mientras en las cornisas anidan pardelas y otras aves que encuentran allí un refugio seguro frente al bullicio del cercano aeropuerto.

Quien se asoma a las playas cercanas descubre un paisaje poco urbanizado para tratarse de uno de los corredores más transitados de la isla con arenas doradas, lomas peladas y un mar que cambia de color según la hora, un entorno donde el pequeño roque se recorta siempre en el horizonte como una silueta reconocible para los vecinos de Telde y para quienes aterrizan en Gran Canaria por primera vez.

Doramas, el guerrero que cambió las reglas

Mucho antes de que el Roque de Gando fuera un espacio protegido ya estaba ligado al nombre de Doramas, uno de los personajes más citados por las crónicas de la conquista de Gran Canaria, nacido en la zona de Telde hacia la década de 1450 e incluido en la casta más baja de la sociedad aborigen los llamados trasquilados. Su destreza en combate le permitió ascender hasta el rango de guayre una especie de capitán de la nobleza isleña y pronto se convirtió en uno de los líderes de la resistencia frente a las tropas enviadas por los Reyes Católicos para dominar la isla.

Las fuentes históricas coinciden al describirlo como un caudillo indisciplinado y valiente cuya presencia en el frente animada a los suyos, tanto que el historiador ilustrado José de Viera y Clavijo lo recordaría siglos después con el apodo: el último de los canarios, expresión que resume el impacto simbóligo de su caída en la batalla de Arucas en 1480.

El amor prohibido del Roque de Gando

La tradición sitúa en ese tiempo la historia que ha dado fama romántica al diminuto islote, un relato que empieza cuando Doramas se enamora de una joven de sangre noble emparentada con el guanarteme Tenesor Semidán, el principal gobernante indígena de la isla, un vínculo impensable en una sociedad tan jerarquizada donde un plebeyo no podía aspirar a un matrimonio con la élite. Según recogen diversos relatos divulgativos, la familia de la muchacha y los grandes jefes políticos deciden apartarla del guerrero y la envían al Roque de Gando confiados en que el mar actuará como muro infranqueable entre ambos.

La leyenda cuenta que el plan fracasó porque el caudillo se negaba a renunciar a ese amor y cada noche se lanzaba a las aguas de la bahía para atravesar a nado el brazo de mar que separa la península de la roca, sorteando corrientes y vigilancia hasta alcanzar la plataforma donde se escondía su amada, una travesía de unos 300 metros que hoy parece poca cosa desde la playa, pero que entonces suponía un riesgo serio sin luz artificial, sin boyas ni ayuda alguna. Hay versiones que subrayan el silencio cómplice de algunos guardianes, otras insisten en que solo la oscuridad protegía aquellos encuentros, en todas se repite la imagen de Doramas saliendo del agua empapado y escalando la roca para mantener vivo un romance condenado.

Muerte, venganza y memoria en Gran Canaria

Mientras la relación se mantenía en secreto la guerra avanzaba y el guerrero continuaba cosechando victorias frente a los castellanos hasta que su nombre se convirtió en objetivo personal del conquistador Pedro de Vera, responsable de la campaña militar en la isla, la leyenda mezcla aquí hecho y ficción y sitúa un duelo entre ambos en el que Doramas habría logrado imponerse antes de morir por una lanzada traicionera que le llegó por la espalda, vulnerando las normas de honor que regían estos desafíos. Tras su muerte la propaganda de los vencedores recurrió al escarmiento y exhibió su cabeza por distintos poblados para infundir miedo entre quienes aún pensaran en resistir, un gesto cruel que lejos de borrar su recuerdo terminó fijándolo en la memoria colectiva.

Con el paso de los siglos la isla ha ido resignificando esa figura, hoy Doramas da nombre a un parque natural en el norte de Gran Canaria, a barrios, hoteles y asociaciones culturales, mientras el Roque de Gando se ha consolidado como icono del litoral oriental, no solo por su valor ambiental sino también por ese relato de amor clandestino que muchos canarios siguen explicando a niños y turistas cuando el mar está en calma y la roca se ve nítida desde la costa.