Naturaleza
Separadas por el mar, unidas por el origen: la historia de estas dos islas hermanas españolas
Hace aproximadamente 18.000 años cuando el territorio dijo: "Hasta aquí"
España alberga casi 8.000 kilómetros de costa donde se mezclan playas paradisiacas y un clima que es la envidia de media Europa. Sin embargo, uno de los mayores tesoros geográficos que tiene son sus islas. Con más de un centenar de ellas repartidas por todo el territorio, hay dos archipiélagos que destacan por encima del resto: las Islas Canarias y las Baleares. Dentro del primer grupo se encuentran dos ínsulas que tienen un dato tan fascinante como sorprendente y que pocos conoces: Lanzarote y Fuerteventura, dos de los territorios insulares más emblemáticos, fueron en sus orígenes una única masa terrestre.
Según cuenta el doctor en Biología Francisco García-Talavera Castañas, de la Universidad de La Laguna (ULL), estas dos islas canarias, hoy separadas por el estrecho de La Bocayna, formaban una sola plataforma marina hace millones de años. Este fenómeno se explica por el origen volcánico del archipiélago, resultado de la actividad tectónica y de continuas erupciones que dieron lugar a montañas de lava emergidas del mar.
Sin embargo, hace aproximadamente 18.000 años cuando el territorio dijo: "Hasta aquí". Un cambio drástico en el nivel del mar junto con procesos erosivos provocaron la división de esta gran isla, dando lugar a las actuales Lanzarote y Fuerteventura, separadas apenas por 13 kilómetros de agua. Esta proximidad ha hecho surgir incluso propuestas para conectar ambas islas mediante un puente artificial, que facilitaría la comunicación y el transporte entre ellas.
¿Cómo son estas dos islas?
Fuerteventura destaca por sus extensas playas de arena dorada y sus fuertes vientos, ideales para la práctica de deportes acuáticos como el surf. La playa de Cofete, con sus 12 kilómetros de longitud, es uno de sus mayores atractivos y una de las más largas de España.
Lanzarote, por su parte, ofrece contrastes igualmente impresionantes. La Playa del Papagayo, con sus arenas blancas y aguas turquesas, es un destino preferido para el descanso y el esnórquel, permitiendo descubrir la riqueza marina de la zona. Además, el Parque Nacional de Timanfaya y el Charco de los Clicos se imponen como visitas obligadas para quienes buscan experiencias naturales inigualables.